lunes, 9 de enero de 2017

Y nos fuimos de fin de semana por Noruega

Improvisadores, ¿Qué os pareció el primer día de nuestro viaje a Noruega? Espero que os gustase, pero ahora llega lo mejor del viaje.
Viernes 9 de diciembre del 2016
Por la mañana nos despertamos y después de desayunar, vestirnos las tres y de que Marta vistiese a Salma (también conocida como la hija de Marta y Andrés), nos fuimos a por el autobús. Me encanta ir en autobús porque puedes ir viéndolo todo, con el metro no. Eso y que allí no hay metro. Total, nos fuimos a un restaurante que esté en una torre – mirador y al que puedes subir sin tener que ir al restaurante, así que es un mirador gratis y calentito. Desde allí vimos el fiordo, el centro de Trondheim que resulta más pequeño de lo que pensaba y lo enorme que es el resto de la ciudad.
Una minúscula parte de Trondheim desde el mirador. 
En realidad, ir al mirador era la excusa para hacer tiempo hasta la hora de comer y salir corriendo a por el autobús, en el transbordo se nos unió Andrés y ya repartimos las dos maletas, el trineo y la niña entre los cuatro y seguimos de camino a la estación de tren. ¿Qué dónde vamos? Pues los descubriréis después de cuatro horas de tren (si no lo habéis visto ya en Instagram o Facebook). Los trenes allí son otra historia. Estábamos en el vagón familiar y allí tienen una zona de juegos para los niños, con mesas, libros y así un sitio donde pueden jugar y hacer el canelo. Pero encima como llevan tanta ropa, todos los padres les quitan capas de ropa y van todos en body por ahí, pero está el tren limpio que da gusto verlo. De hecho, los adultos también se descalzan. Conforme nos íbamos alejando de Trondheim vimos (y nos costó, porque ya era de noche a las 14.30 así que solo lo veíamos en las estaciones) que iba aumentando el nivel de nieve. No os riais, pero yo no había visto nevar nunca. Sí la nieve, pero no nevar. Así que estaba extasiada, y eso que no nevaba aún. A las 19.30 por fin, después de un transbordo en una estación resbaladiza por el hielo, a Bjorli. Es un pueblo (creo, que igual no) donde hay una pista de esquí. Y diréis: mira estos que poderío tienen que se van a esquiar a Noruega. ERROR. En la estación nos esperaba Bente, que fue la profesora de Nur cuando estuvo de erasmus allí. Es encantadora, hasta el punto de acogernos a todos en su preciosa y cuca cabaña de madera en la montaña. No, en serio, una cabaña de postal de Navidad, de abuelo de Heidi, de anuncio de caramelos de los Alpes, donde vivía la familia tirolesa del juego de las 7 familias (que por cierto recientemente he descubierto que no es tan conocido como yo pensaba). Y encima entrabas dentro y era para morirse, solo te apetecía una taza de chocolate caliente y sentarte a ver la nieve.
Os lo he dicho, ¿no? In love.  
El caso, no cabíamos todos en el coche, así que Nur y yo nos esperamos en la estación de tren mientras Bente hacía el primer viaje. Y había nieve, mucha nieve. Y hielo, de hecho, hay un video en el que intento acercarme a la montaña de nieve para hacerme una foto y hay hielo en el suelo y Nur, siempre con buena intención me grabó porque pensaba que me caería. Pero NO. 
Bente volvió a por nosotras y nos fuimos a su casa. Y me enamoré. De la casa digo. Cenamos espaguetis, porque Bente no sabía qué comíamos y qué no, y estuvimos un buen rato hablando. Tenían que ponerse al día. No sabéis el inglés que practicamos ese fin de semana. Nur y yo dormíamos arriba, que el único problema es que no sabían por qué, la calefacción no subía. Era un añadido nuevo y no sabían por qué. Pero no pasa nada, porque esos edredones nórdicos son… vamos, que se merecen llamarse nórdicos porque cumplen su función a la perfección.
Iba a contaros así de golpe todo el fin de semana de la nieve, pero creo que va a ser mejor dejarlo aquí, que si pongo mucho trozo os da pereza (y a mí también). Pero quiero que de deberes para casa tengáis en mente que a mí la nieve no me gusta, supongo que porque cuando era pequeña me obligaban a esquiar y no me gusta. Así que para mí nieve y esquiar van juntos. Así que yo estaba emocionada por aprovechar el día siguiente, pero a la vez un pelín agobiada por si tocaba esquiar o algo así. Eso, como avance del próximo capítulo.
Espero que hoy no se os haga cuesta arriba la vuelta a trabajar después de la Navidad (sí, ya sé que hay gente que solo libró los festivos, pero yo sigo hablando en función del curso escolar), y que contaros mis vacaciones no lo empeore.

¡Sed Felices! 

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