martes, 23 de septiembre de 2014

Mati y yo os pedimos ayuda

Queridos improvisadores, vengo a hacer un llamamiento. Por eso lo de “queridos”, es un poco de peloteo.
El caso es que como comenté hace unas semanas, estoy escribiendo un libro. Pero tengo un problema: cualquiera que me conozca sabe que en lo que a nombres se refiere soy bastante sosa. Y como he visitado tantas páginas de nombres que google chrome me va a enviar un ramo con una nota que ponga “felicidades por tu bebé”, creo que es el momento de pediros ayuda. Agradecería que me propusieseis nombres que os gusten, tanto de hombres como de mujeres, y así tener una reserva de nombres que vayan apareciendo. Y Mati os lo agradecería también.
Por no hablar de los apellidos, que he consultado apellidos comunes por continentes y países. Que en internet hay de todo. Así que lo mismo os digo: cualquier apellido que se os ocurra de aquí, de allí, de la tierra o de marte. Bienvenido sea.
Tranquilos, yo me encargaré de combinarlos a mi antojo. Pero por sentir que he hecho algo.
Os daría un premio en agradecimiento por colaborar, pero no tengo mucho que ofreceros. Una sonrisa y un gracias, ¿eso os vale? ¡A poner en marcha la máquina de pensar se ha dicho!
¡Sed Felices!


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Insomnio, escribir y yo.

Recuerdo que en la primera clase de la carrera la profesora nos preguntó “¿Qué es la historia para ti?”. No me acuerdo de qué contesté, pero ahora me pregunto ¿Qué es escribir para mí?
Escribir es vaciar tus pensamientos. Escribir es escucharte a ti mismo. Escribir es construir con palabras el mundo imaginario que tienes en la cabeza. Escribir es poder ver como página a página se va construyendo una historia, unas vidas y unas experiencias. Escribir es tener un momento de desconexión cuando más falta te hace. Escribir es exponer al mundo tus pensamientos, los más ocultos y los no tan ocultos. Escribir es como respirar: No piensas en hacerlo, pero lo haces. No pienso qué podría escribir, escribo. No pienso en qué orden, escribo y luego lo ordeno. No sé si es la forma correcta de escribir. Pero cuando las ideas me salen, no puedo pararlas. Salen y ya está. Después las reescribo o las dejo como están. Pero la primera siempre es la más pura, la más auténtica. La segunda leída de lo que acabo de crear es en la que se corrigen las faltas y en la tercera se cambian cosas. Porque no suenan bien, porque parecía que quedarían bien, o porque piensas que alguien podría sentirse ofendido. Por eso la primera leída es siempre la mejor. En el libro en el que trabajo evidentemente no puedo dejarlo “en estado puro”, porque lo puro no siempre es lo que busco. Pero sí puedo decir que por suerte o por desgracia, mi blog sí que es un reflejo de mí misma en estado puro.
No sé en qué momento decidí empezar a escribir. Desde pequeña me apasionaba leer y cada libro traía aventuras y recuerdos. Creo que no he tirado ni un solo libro y he ido acumulándolos desde pequeña. No es un síndrome de Diógenes porque no es basura, son libros. Viajes y aventuras sin moverme del sofá, mágico. Volviendo a mi decisión de escribir, no creo que hubiese un punto concreto. Recuerdo participar en el concurso de literatura con 16 años. En realidad no creo que haya un momento de inicio. Simplemente, cuando me aburría o estaba alterada, mi mano buscaba lápiz y papel. Después buscaba el ordenador y las teclas. Pero debo confesar que aun hoy prefiero escribir en una libreta cuando necesito despejar la mente y desahogarme. De hecho, siempre llevo una conmigo. No sé qué vino antes, si los intentos de poesía o la narración. Lo que sí sé es que después vinieron los intentos de escribir canciones, pero nunca supe componer. Ni escribir poesía.
La prosa y la narrativa se impusieron y sin darme cuenta empecé a narrar mi vida en el blog. En un principio era para mí, un método de escape de todo. Después empezaron a conocerlo mis amigos, mi familia y desconocidos. De repente el blog no era el soporte para desahogarme y contar mi vida. Mi vida era la base para nutrir el blog. Pero se me quedaba corto. Necesitaba más. Y por eso empecé a buscar trabajos relacionados con la escritura. Pero no es fácil, sobre todo si no tienes idea de cómo funciona ese mundo. Acabé rellenando unos datos para una revista inglesa sobre arte. Fue una de esas cosas que hago sin pensar en que vaya a suceder. Pero sucedió, me enviaron un email diciéndome que querían que colaborase con ellos. Envié un par de artículos y me dijeron que los publicarían, aunque no los he visto. Dejé de enviar y escribirles en inglés y volví a centrarme en acabar la carrera y mantener vivo mi blog.
Al conocerlo tanta gente necesitaba alguna cosa que solo fuese mía y apareció Mati. ¿Quién es Mati? Mati es la protagonista de mi libro. Mati tiene un poco de mí pero sobre todo tiene todo lo que yo no tengo y por eso nos complementamos. ¿De dónde salió? De una noche en la que dormí fatal y soñé y ese sueño se convirtió en Mati.
En un principio el libro iba a ser secreto, pero dejé que mi hermana lo leyera y le gustó. Lo leyó una amiga y le gustó. Y al final me pedían más y más capítulos y el libro se convirtió en mi gran obra maestra. De esas obras maestras que nunca verán la luz. O eso pensaba, porque entonces se me ocurrió la idea de enviarle el manuscrito a una editora. Y me contestó Yolanda con algunos comentarios como que “puede ser aterradora de verdad”, “una apuesta arriesgada” y aunque ella se disculpó en el email por si me molestaron las críticas, la verdad es que me motivó mucho más. Me hizo ver que quizá no era necesario mantenerlo tan en secreto. Y entonces Mati avanzó, la historia evolucionó y, como vaticinaba Yolanda, la sangre acabó llegando al río.
Mientras, mi madre miraba editoriales en internet. Así que mientras por un lado me insistía en masters y oposiciones, por otro lado es la que más se interesa en mi libro (y eso que no lo ha leído). La verdad es que ahora ya no me apetece dejarlo secreto. Ha estado escondido muchos años, pero ahora me emociona pensar que todos conociesen a Mati. De hecho, me apetecería hacer esto durante muchos años y no tener que hacer nada más.
Y esta es la historia de cómo la pasión por escribir se impuso sobre el resto de mi vida.
¡Sed Felices!