domingo, 25 de octubre de 2020

Puente Castellano: Sigüenza, Atienza y lo que queda (P.1)

 Improvisadores, ¿Cómo va la semana? La verdad que yo hasta arriba de trabajo preparando clases y con evaluaciones online y corrigiendo. La manía que tienen en 2 de bachiller de hacer exámenes. ¡Qué ganas de que sea verano ya! Aunque escribiendo esto en octubre igual es mucho pedir.

Además, con toda la situación del covid cada día está más difícil poder hacer algo que despeje la cabeza, ¿no? Bueno, igual es solo mi sensación. Así que he pensado que rememoraré el último viaje que hice que fue este puente de Octubre pasado. Nos fuimos 4 días a Guadalajara y claro, cuatro días dan para visitar muchos sitios y probar muchos platos. Tengo que confesar que yo soy fan del plato de cuchara y en cuanto hace un poco de frío me lanzo como una loca a comer sopa. Así que igual puedo haceros un ranking de las mejores sopas castellanas de la zona.

El viernes 9 de octubre era fiesta en la Comunidad Valenciana y, aprovechando, nos fuimos hacia Sigüenza en cuanto acabamos de trabajar. Llegamos sobre las 21h justos para ir a cenar. Si vais, cuando se pueda, la Hospedería Puerta Coeli es en la que estuvimos. La verdad que habitaciones super bien, el servicio fantástico. Nosotros avisamos de que llegaríamos tarde y estuvieron super atentos llamándonos por teléfono. También nos hizo unas recomendaciones geniales de donde ir o qué ver. Además, la Hospedería está al lado del Parador Nacional, en el centro histórico de Sigüenza. Por el tema del covid han hecho un circuito de entrada y salida y no dan servicio de desayuno ni tiene la terraza o las zonas comunes habilitadas, pero sin duda un sitio donde volver en condiciones ya normales.

En cuanto dejamos las cosas en la habitación nos fuimos a cenar a uno de los sitios que nos habían recomendado. El Mesón, que es también hostal por lo visto, y cenamos de lujo. Teníamos hambre, pero cenamos de lujo. Yo, obviamente, una sopa castellana. Os tengo que decir que la mejor de las que comí por la zona, ya os la enseñaré un día. De aquí hicimos poco más, dar una vuelta aprovechando que aun no hacia mucho frío, porque avisaban de que el fin de semana seria frio.

Una cuestión que no tuvimos en cuenta es que en Castilla – La Mancha estaban en fase 2, eso quiere decir que estaba todo cerrado. Todo lo que podría visitarse estaba cerrado, incluso la catedral. Así que el viernes por la mañana queríamos aprovechar que aún no había mucha gente para visitar Sigüenza. Nos habían dicho desde la Hospedería que el fin de semana del puente se llenaría de gente, así que quisimos aprovechar la soledad. Bajamos a desayunar a la plaza al Mesón Los Soportales. Solo desayunamos, pero me quedé con ganas de cenar o comer allí. Porque de verdad que tenía todo una pintaza. Ojo, el desayuno de chocolate con churros tremendo. Nunca diré nada malo de un chocolate con churros.

¿Cómo va a ir mal el día si empieza así?
¿Cómo va a ir mal el día si empieza así?

De aquí nos fuimos a dar una vuelta por Sigüenza porque no había mucho más que hacer. Ya os iré compartiendo fotos en Instagram a ver si así se nos hace más llevadero el no poder viajar. La verdad es que es un pueblo (¿ciudad? ¿pueblo? bueno, me perdonáis si me equivoco) precioso solo para pasear. Mientras desayunábamos a los pies de la catedral me quedé mirándola y digo uy que desperfectos más de impacto de bala tiene, ¿no? Así soy yo, una friki de la historia. Y efectivamente, soy tonta y estoy tan apagada o fuera de cobertura últimamente que ni me acordé de la batalla de Sigüenza. Si cuando digo que estoy completamente agotada ya…

Os recomiendo dar un paseo por la Alameda si hace un buen día. La verdad que en un rato lo ves entero si no puedes entrar a los sitios, pero vale la pena. Reservamos para comer en la Taberna Seguntina, justo en la calle subiendo al Parador Nacional. Os prometo que aquí comimos las mejores migas que he probado (después de las que hace mi padre, obviamente). Ya os las enseñaré. Queríamos ir esa tarde al cañón del rio dulce, pero después de comer como que nos dio pereza, ¿me entendéis? Así que querían hacer la siesta. Yo no me dormí, porque bastante me cuesta dormir por las noches últimamente como para ir haciendo siestas.

Pero tranquilo, que por la tarde no nos quedamos haciendo el vago. Nos fuimos a ver Atienza. De camino paramos en unas salinas que no nos quedó muy claro si siguen en funcionamiento o no, pero es un buen sitio para hacer algunas fotos. En el coche fui leyendo sobre la historia de la zona en el siglo XX y tengo que decir que hay mucho que leer sobre los movimientos sociales y las condiciones de vida y de trabajo en las salinas. Lo digo por si tenéis curiosidad histórica.



Ya os iré compartiendo fotos en instagram, no vamos a quitarle la función básica que tiene, ¿no? Además, así tenéis que venir a visitar mi perfil. El plan perfecto. 

En Atienza pasaba lo mismo, todo cerrado, pero para dar una vuelta y subir al castillo esta bien. Además, son listos allí. Tu ves el castillo y dices “ahí no subo”, pero vas paseando y dices uy voy a ver esa iglesia. Y un poco más arriba ves un trozo de muralla “vamos hasta ahí y ya”. Y cuando te quieres dar cuenta estas a los pies del castillo. La verdad que tiene unas vistas impresionantes y el pueblo en si es pequeñito pero muy bonito. La verdad que el no poder visitar sitios hace que acabes “rápido” de ver los pueblos, pero ¿a quien no le gusta dar un paseo por pueblos así de bonitos?

De Atienza ya nos volvimos a Sigüenza a ducharnos y cenar, que al día siguiente sí teníamos planes más lejos y había que madrugar. Cenamos en un restaurante que nos habían dicho que no era el típico de comida castellana, La Tascona de la Cárcel, porque están en la Plazuela de la Cárcel que no cunda el pánico. La verdad es que cenamos muy bien, pero las raciones son generosas, así que id con cabeza. No he encontrado página web ni Instagram que dejaros, por lo visto han abierto este año.

Vamos a dejarlo aquí que imagino que tendréis cosas que hacer y la semana pasada ya quedó una entrada un poco larga. Ya el próximo día os cuento el senderismo, Medinaceli y más platos de sopa castellana.

Disfrutad de lo que se pueda, cuidaos mucho.

¡Sed Felices!

domingo, 18 de octubre de 2020

Finde por Barcelona y Girona

Improvisadores, ¿Cómo estamos? Yo hasta arriba de faena, pero lo prometido es deuda. Así que hoy vengo a contaros la escapada a Barcelona y Girona del finde del 2 de octubre. Tarde, lo sé. Lo siento. Pero más vale tarde que nunca, ¿no?

Como ya sabéis (y sino, os lo digo ahora) dos amigas viven en Barcelona, así que Elena y yo solemos ir mínimo un fin de semana al año. Pero claro, este 2020 esta siendo tan raro que… en fin. Íbamos a ir en agosto y lo cancelamos, lo hemos ido atrasando. Hasta que ya el primer finde de octubre parecía la cosa estable como para poder irnos. Pero no queríamos ir en tren, por lo de la distancia social. Eso y que teníamos que llevar un colchón. No sé, imaginaos el panorama entrando en el tren con un colchón.

Total, que el viernes salí de trabajar y llegué a casa justo para comer, hacer la maleta (sí, super previsora, lo sé) y a por Elena que había salido de trabajar también. Aun no habíamos salido del barrio que nos cayó el segundo diluvio universal. Que dijimos… bien empieza el viaje. Pero todo en orden y una vez pusimos gasolina nos fuimos hacia Barcelona GPS en mano. Pasado el Ebro paramos para merendar y hacer cambio de conductora. Que Elena lo de dirigir con el GPS en Barcelona decía que no, y yo con la tontería llevaba ya 2h de coche más los 120km que me hago todos los días para ir y volver de trabajar. Nos pedimos el café y el té para llevar y en el coche con bien de distancia social del resto del mundo merendamos tranquilamente. Bueno, Elena no se acabó el café porque le pusieron como litro y medio y yo el té me lo estuve bebiendo desde allí hasta casi ya en Barcelona.

Y que rápido nos hemos acostumbrado a lo bueno, porque en la Comunitat Valenciana han quitado los peajes y cuando llegamos al primero fue “¿pero aquí se paga o aquí hay ticket? ¿Qué carril es el nuestro?”. Además, que nos equivocamos de salida y llegamos a Barcelona por el interior y no por la costa, aunque creo que así pagamos menos peaje (comparando con la vuelta). Total, que llegamos a Barcelona y eso quiere decir que aun teníamos como 30 min hasta llegar a casa de Laura, porque claro… Barcelona. Que no es que vivamos en un pueblo de 300 habitantes, pero… ya me entendéis. Total, que antes de llegar al aparcamiento ya nos habían gritado. Que dices “pues nada, bienvenidas a Barcelona”. Que Barcelona me encanta, si además hemos ido montones de veces, pero a mí me agobia un poco. Mucha gente que tiene mucha prisa todo el tiempo.

Por fin llegamos al aparcamiento, aparcamos y oh sorpresa no hay ascensor. Así que bolsas y colchón por las escaleras desde el 2º piso. Pero bueno, suena más dramático de lo que fue. Llegamos a casa de Laura y yo estaba ya KO. Quiero que quede constancia de que me levanto a las 6.15 todos los días y conduzco 40min para llegar al trabajo y otros tantos de vuelta. Es la única defensa que se me ocurre. Habían reservado para cenar en La Montiel 37, un restaurante cerca que esta bastante bueno, la verdad. Ninguna habíamos ido antes, pero Paula quería probar. La verdad es que cenamos muy bien, no tengo foto porque de verdad que estaba yo muerta del todo y mi cerebro no funcionaba, pero os dejo el Instagram por aquí.

Si cuando digo que estaba muerta no es broma, llegamos a casa de Laura y me dormí en el sofá antes de abrirlo. Pero al final lo abrieron y yo caí dormida. Hasta que a las 4 de la mañana me dio una rampa en el gemelo y me levanté de un salto que no se como Elena no se dio cuenta. Pero tampoco creáis que me sorprendió, últimamente me despierto mucho por la noche y no duermo más de 4 o 5h del tirón. Lo de la rampa sí me sorprendió. Aunque creo que fue de tanto acelerador el día anterior. Lo malo de esto no es el momento, es que durante lo que queda de día va a molestar.

Pero no hay mal que cien años dure y menos si se desayunan churros. Yo no sabia que en Barcelona había churrerías, y oye, tan feliz. Un chocolate con churros y ya puedes empezar el día (y no comer, porque vamos… yo que no suelo desayunar mucho). Por si estáis en Barcelona y os entra un antojo terrible de churros, era en el Forn d’En Pau. No he encontrado ni pagina web ni instagram, pero os dejo una foto por si os sirve. 



De aquí nos fuimos al coche, música, tarjeta para el peaje y rumbo a Peratallada (Girona). Yo no había estado nunca, pero me habían dicho que es un pueblo medieval precioso y tengo que decir que… no me mintieron. La llegada es un poco complicada si, como nosotras, vas a la tuya y te pasas el camino. Pero una vez estas en él, es muy agradable. Fuera del pueblo hay un aparcamiento gratuito (por lo menos cuando fuimos nosotras) y ya entras al pueblo a pasear y disfrutarlo. No es muy grande, así que no vais a necesitar muchas horas. Nuestra idea era comer allí, así que nos paseamos el pueblo mirando los menús de los restaurantes y haciendo muchas fotos. Algunas las tenéis en mi Instagram o en mis historias destacadas.

Al final acabamos en el Hotel RestauranteEl Pati, que quizá no es el más barato del pueblo, pero el jardín es increíble y se come de lujo. Os voy a dejar por aquí algunas fotos para dar un poquito de envidia. En instagram teneis fotos de la comida, que ya poneros eso me parece pasarme. 




De Peratallada nos fuimos a la playa de Begur a tomar el café, pero antes dimos un paseo por el paseo de Ronda. Vale la pena, aunque igual justo después de comer no fue la mejor elección. Nos cruzamos con gente, pero al ser octubre tampoco estaba lleno de gente. La playa en si muy muy tranquila, igual el local que elegimos para tomar el café no tanto, pero no voy a decir el nombre que aquí solo estamos para lo bueno.

La vuelta a Barcelona ya fue un poco más tensa. Entre el cansancio del día, el sol en la cara, no saber qué música poner y el tráfico. El maldito tráfico. En serio os lo digo eh. Que dirán que aquí vamos locos con el coche y será porque no han ido a Barcelona. ¿Pero qué locura es esa? Pero si solo para coger la salida que toca haces más km que otra cosa. Y coches y más coches y no voy a hablar de las motos porque ya ¿para qué? Pero bueno, por fin llegamos a casa sanas y salvas. Duchas después de un día completito, pedimos cena y les dio por hacer sesión de belleza. Que yo solo quería dormir porque, os recuerdo, que me había despertado bien prontito y últimamente duermo poco. Total, que ahí estábamos las 4 con la cara verde (no hay foto, bueno sí hay, pero no os la voy a enseñar) y nos lo quitamos justo a tiempo para que el repartidor no se llevase un infarto. Y luego Paula y Laura empezaron a hablar y yo… pues mirad, yo me dormí. Y Elena también. Yo lo siento, si yo de verdad que suelo ser habladora y no estoy tan cansada, pero últimamente pues mirad, no tengo el día (ni el mes y ya casi ni el año).

¿Y pensáis que aquí acaba todo? ¡Error! El domingo se despertaron sin prisa. Yo, para variar, me había despertado como a las 6 y volví a medio dormirme, pero a las 8 ya no había manera. Por fin nos ponemos en marcha y nos vamos a hacer un brunch. O desayuno tarde o comida pronto. Llamadlo como queráis. A un restaurante que, al parecer es especialista en esto, que se llama Casa do Açaí Brunch & Coffee. Por el nombre es fácil adivinar que son expertos, ¿no? Tengo que decir que me estuvo buenísimo. Además, nos vino fenomenal para salir de vuelta a casa ya comidas y no pillar nada de tráfico. Aunque creo que es mejor que reservéis si vais a ir. Yo el açaí no lo probé, pero Paula sí y dice que estaba bueno. Lo digo por si sois más valientes que yo. Como veis en la foto, fui a lo seguro con un wrap de salmón. ¿Qué puedo decir?



Sobre las 14h salíamos Elena y yo de vuelta a casa, coche cargado con el colchón otra vez y con cosas de Paula para su madre. Íbamos solísimas por la carretera, la verdad. Las dos pensábamos que tardaríamos mucho o encontraríamos mucho trafico y para nada. Elena sacó el coche de Barcelona y ya en cuanto paramos a poner gasolina lo cogí yo hasta Valencia. Miento, hasta que paramos en el Ebro a merendar, pero luego seguí yo conduciendo.

La verdad es que así contado se que no suena a mucho, pero si de normal un fin de semana con amigos ya lo disfrutas imaginad este. Este 2020 cualquier escapada que puedas hacer sabe a gloria y a vacaciones de un mes. Además, lo disfrutas sin saber qué va a pasar y de hecho mientras escribo esto los bares y restaurantes de Cataluña están cerrados otra vez y solo han pasado 2 semanas desde que fuimos nosotras.

Os voy a dejar por aquí fotos y los enlaces a los sitios por si, cuando vuelvan a abrir, queréis probar. Y recordaros (sin intención de ser pesada) que también teneis fotos en el instagram del blog. Y más seguido que entradas en el blog. 

Cuidaos, tened cabeza y disfrutad de las pequeñas cosas que si podemos hacer. 

¡Sed Felices!