lunes, 7 de enero de 2013

Lo que bien empieza...¡Bien acaba!


Improvisadores, os hablo  desde mi encierro estudiantil. Tranquilos, de momento sigo con la cabeza en su sitio, aunque no sé durante cuánto tiempo. Como me he cansado un poco de leer apuntes apasionantes he decidido venir a contaros mi vida. Que sé que vosotros también os aburrís de estudiar.

Vamos a retomarlo donde lo dejamos la última vez que hablamos. Volvamos al 29 de diciembre por la mañana. Mientras mi hermana se iba a ayudar a mi abuela a acabar de comprar las últimas cosas que le faltaban yo me fui a buscar por las tiendas de chinos tarjetas de cartulina, de estas blancas, para hacer mis tonterías de estudiar. Y mi pregunta es ¿No se supone que en los chinos tienen de todo? Pues evidentemente no. Menos en el de toda la vida, en ese sí tenían. Volví a casa y las llamé para decirles que ahora bajaba las bolsas al coche, ponía gasolina (gracias mamá por dejarlo vacío) y pasaría a recogerlas. Cuál fue mi cara de sorpresa cuando me dicen que aun no han ido a comprar. ¿Hola? Pues no pasa nada, iré a poner gasolina más despacito.

Por fin las recojo en casa de la iaia y nos vamos a recoger a mis primas Belén y Laura. Y otra vez, igual que el año pasado, el coche tiene menos capacidad de la que somos capaces de recordar. Supongo que tiene algo que ver con que nosotros crecemos pero él no. Bueno, yo ya tampoco. Os aseguro que viendo el panorama en el asiento de atrás nunca me he alegrado tanto de ser la conductora. Nuria, Belén y Laura llevaban bolsas por todas partes. Diría que es lo nunca visto, pero en realidad no.

Llegamos a Liria a la hora de almorzar y luego no hicimos nada después de descargar el coche. Pusimos la música en la terraza y al solecito unas dormitaban y yo sola bailaba. Belén se reía de mi, pero si nadie más se anima, pues yo sola. Ya ves tú qué problema. Luego se animó la iaia y cuando en Los 40 pusieron el gangman style (o como narices se llame) se puso a bailarlo con nosotras. Un trocito, el trocito que nos medio sabemos todos. Esa misma mañana tuvimos a la primera accidentada (y única) cuando mi prima Laura se dejó medio dedo entre la pared y el trozo de leña que llevaba hasta la carretilla, menos mal que tenemos allí de todo menos tiritas y médicos. Teníamos gasas, esparadrapos, una estudiante de enfermería de 2º y una auxiliar de enfermería jubilada. Y os comunico que el dedo sigue felizmente en su sitio.

Esa tarde llegaron mis padres con mi primo Carlos. Poco a poco va llegando la gente. Bien, me gusta. El día 30 voy a pasarlo rápido, porque os da igual cómo estudiaba, lo sé. Así que el 31 ya llegó el resto de gente durante el día. Para comer hicimos 2kg de macarrones…y no recuerdo que sobrasen. El caso es que esa noche para la cena (cena que empezamos a preparar el 30 y el 31 nos pasamos la tarde haciendo montaditos) éramos 23. Después de la cena pusimos música y de repente les entraba la vergüenza. Cuando quise darme cuenta estaba de pie en medio del comedor cantando y bailando “Barbie Girl” mientras el resto estaba sentado por sillas y sofás. Otros estaban ya con el mueble bar. Y otros pelando uvas. Si hay entretenimiento para todos los gustos. A las 23:30h me puse a pelar y deshuesar mis uvas. Llamarme tramposa, pero no sería la primera vez que casi muero atragantada. Eso y que no soy una gran fan de las uvas. Podría contar con los dedos de una mano las veces que como uvas al año, normalmente no pasaría de una vez.

Después de las uvas, en mi casa es tradición que vienen los Reyes Magos de la carta que escribe mi abuela. Desde pequeña era porque los Reyes Magos pasan antes por Liria de camino a Valencia. Así que nada más acabar de tomarnos las uvas y brindar, mi primo de 6 años empezó a preguntar por los Reyes. Y tocaron los Reyes al timbre de casa para que supiésemos que habían llegado (guiño, guiño). El caso es que el niño nos hizo recorrernos toda la casa al grito de “¡Pero vamos!” y al final estaban en la habitación de la abuela y entró corriendo gritando “¡Qué bien escondidos!”. Después de recoger mi caja de bombones y mis estrenas, me retiré al sofá a ver el programa de año nuevo de la 1. Mi primo me traicionó y desapareció a ver una película. Después de ver a Rosa, a Melendi, a cómicos varios y demás artistas, me dijeron que si quería jugar al trivial, pero no me veía yo en condiciones de jugar al trivial junior…podría no ganar. Imaginaos que vergüenza, que es un trivial de 8 – 12 años.

Por la mañana me desperté y omití el desayuno por dos razones: la cena de noche vieja y la comida de año nuevo. Creo que son suficientes motivos. Porque en mi familia si hay cosas son tradiciones. Igual que en casa de una abuela en Noche Buena hay coctel de gambas y en Navidad hay potaje, en casa de la otra abuela en Año Nuevo hay cocido. No hay discusión posible. De hecho, si no hay cocido yo me voy a mi casa. Como consecuencia de mi amor por las comidas familiares y las tradiciones, si lo juntas tenemos un plato de cocido que no se lo salta un gitano y que casi muero en el intento de comer. Pero valió la pena.

Esa tarde la gente se fue y nos quedamos la abuela, Nuria, Laura mi tío Fran, mi tía Aurora, mi primo Carlos y yo. Ahora sí estaba calentita la casa después de 2 días con la chimenea. El día dos por la mañana mis tíos y mi primo se fueron, así que nos quedamos las 4 tan tranquilamente y después de la siesta cargamos el coche y pusimos rumbo a Valencia de nuevo. Como veis, no es que nos estresásemos especialmente.

Vamos a pasar al día 5, la noche de reyes siempre vamos a cenar a casa de Luisa, la otra abuela. Así que allá que fuimos, y como todas las noches de reyes había empanada. Otro requisito indispensable. Creo que la única diferencia notable entre antes y ahora es que ahora no vamos a la cabalgata. Aquí es donde llegan los primeros regalos de reyes. Cuando eres pequeño te regalan menos cosas, pero son cajas más grandes que impresionan más. Ahora te regalan más cosas y suelen ser cosas que vas a utilizar. Como el albornoz verde pistacho maravilloso, el collar extra largo o el bolso pequeño para salir. Son cosas útiles. Llegamos a casa por la noche y lo siento, pero la niña que llevo dentro se emocionó y dejé los zapatos en el árbol y les puse comida a los reyes. Sé que no hace falta, pero si no lo hago falta algo. El 6 por la mañana me desperté antes que el despertador (no podría pasar esto cuando tengo cosas que hacer y no soy capaz de levantarme…) y fui rauda al comedor a dejar los dos regalos que tenía en mi habitación y me volví a acostar. Al momento escucho a mi padre ir también. Luego viene a mi habitación y se sorprende de que esté despierta y no haya ido a despertarlos. No sé de que se sorprende...antes te tirabas encima y los despertabas, ahora haces eso y despiertas a los vecinos de abajo. Aunque si desperté a mi madre que casi me mata del susto que le di.

Estaba más emocionada por ver la cara que pondrían al ver mis regalos que por abrir los míos. Los míos son preciosos y me encantan, los utilizaré mucho, pero los abrí y los dejé a un lado para ver sus caras. Mis padres con el viaje no podían abrir más los ojos. Hasta mi madre, que suele ser de pocos regalos, se emocionó. Eso es un triunfo para Nuria y para mí. Y el mayor triunfo del año fue el regalo de mi hermana. Entradas para un concierto en Madrid, con hotel y todo. No se lo podía creer. Lo que no me puedo creer yo es que estuviese una hora y media para conseguir las malditas entradas que volaron en nada de tiempo. Pero valió la pena solo por ver la cara. Y por el fin de semana en Madrid, que yo también voy. Por acompañarla, y porque también me gusta. Tranquilos que no chillaré como una loca. Es el primer concierto al que voy (pagando) desde que puedo ir sola a los conciertos. Los últimos fueron de La Oreja de Van Gogh (aun con Amaia) y Chayanne. Imaginaos. Luego he ido a los de fallas o de promociones pero en esos no tenía que pagar. Los gratis han sido más variados…desde Melendi hasta Andy y Lucas. Pero eran gratis. Y mi gusto musical es muy variado y diverso. No os imagináis cuanto.

Espero que vuestros reyes hayan sido generosos aunque no hayáis sido buenos del todo. Ánimo con los exámenes a los que estáis estudiando y malditos seáis los que no tenéis que estudiar ahora.

¡Sed Felices!