domingo, 28 de noviembre de 2021

Curiosidades de Pompeya

Improvisadores, vengo a contaros algunas curiosidades extras de Pompeya. Tenéis la visita general en la entrada del viaje de primas parte 2.

Imaginaos como debía ser Pompeya. Una ciudad que, según el guía, tenía 150 hectáreas (solo han excavado una parte, 66 si no recuerdo mal). Los datos sobre la ciudad son un poco variados si miráis por ahí, así que voy tirando de memoria del guía. Vivian 22.000 personas en el momento de la erupción solo en la ciudad de Pompeya. Destino vacacional de los romanos ricos. Ciudad que nació pagana y murió pagana pues no llegó a vivir la conversión del Imperio al cristianismo y, gracias a eso, podemos ver en las casas los altares y la devoción a los dioses romanos.

Aunque la ciudad es la más famosa por quedar sepultada por las cenizas del volcán, la erupción del Vesubio no fue tan grande comparada con otras en la historia. Pero si fue la primera erupción descrita por testigos de primera mano. Hablo de Plinio el Joven quien a sus 17 años vivía en Miseno. Plinio sobrevivió a la erupción y llegaría a ser consejero de Trajano. Gracias a él y a los restos se sabe que no llegaron a Pompeya ni lava ni fuego, fueron las cenizas las que sepultaron la ciudad. Y la nube de gases volcánicos la que produjo la muerte de 2.000 personas de las 22.000 que vivían en aquel momento en la ciudad. Por eso los cuerpos encontrados están muchos en posiciones fetales o retorcidas, al parecer (no soy ninguna experta) la intoxicación por estos gases produce contracciones musculares. El Vesubio avisó, como todos los volcanes antes de la erupción. ¿Por qué no se fueron? Porque los terremotos no eran tan raros. En el año 62 había habido ya uno fuerte. De hecho, el Vesubio sigue activo y la última erupción fue en 1944.

Otro dato curioso, si Pompeya recibió las cenizas ¿Dónde fue la lava? A Herculano. Mientras esta ciudad si sufrió el paso de la lava, Pompeya quedó enterrada bajo 6-7 metros de ceniza volcánica. Gracias a esto se conservaron en tan buenas condiciones los restos de la ciudad (según nuestro guía).

Pompeya está dividida en 9 regiones, por facilitar los planos y la localización. Estas regiones se dividen en ínsulas (manzanas). La casa de la que vengo a hablaros está en la Regio VI, Ínsula 12, casas 1-8. Ella solita es una manzana completa. Hoy en día está en la Vía della Fortuna, que en su momento fue una de las calles principales de Pompeya al conectar el foro con la Puerta Nola.

Os hablo de la famosa Casa del Fauno del siglo II a.C. Era una casa de Pompeya, pero lo más impresionante es que tenía 2970 metros cuadrados. Que se dice rápido. ¿La conocíais? La casa fue ampliada y reconstruida tras el terremoto del año 62. Enterrada por las cenizas en el año 79. Descubierta en 1830. Bombardeada en 1943. Y hoy en día es visitada por 2.5 millones de turistas al año. La casa recibe el nombre por una estatua que, posteriormente, se dijo que era un sátiro. Pero cámbiale tu ahora el nombre a la casa. La estatuilla es considerada la de mayor calidad y mejor conservación de toda Pompeya. No hay nada que esta super Domus romana no tenga. Debió ser famosa en la época en que la habitaron y sigue siéndolo hoy en día.

Y por supuesto... el mosaico de Issos. Que lo ha visto en clase millones de veces. Os dejaré foto en Instagram, como siempre. Este mosaico representa la Batalla de Issos del 333 a.C entre Alejandro Magno y Darío III de Persia. ¿Por qué esta este mosaico en una domus romana? Según deducen, algún antepasado del propietario debía ser de origen macedonio. Esta hecho de teselas de menos de 4mm. Y tiene mérito porque el mosaico mide 5.50x3.20 metros. Calculan que se utilizaron un millón y medio de teselas. Y me quejaba yo de las clases de plástica cuando tocaba hacer puntillismo.

Aquí os dejo, así por encima, un poco sobre Pompeya, porqué tenia tantas ganas de ir y un poquito sobre la Casa del Fauno que tanto llama la atención. ¡Espero que os haya gustado!

¡Sed Felices! 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: Costa Amalfitana y vuelta a casa (P.3 y última)

Improvisadores, llegamos al último día en Italia. 27 de octubre.

Habíamos decidido visitar la costa amalfitana. Por si no la conocéis, los pueblos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997 y la República Amalfitana fue una de las muchas que dominó el Mediterráneo allá por el siglo XII. 

Así que no podíamos perdérnosla. Y como teníamos coche… para qué ir en autobús. Así que allá que nos fuimos. Nos lanzamos por una carretera de costa con todas sus curvas y todos sus conductores italianos y autobuses. Pero qué preciosa es. Os dejaré fotos por Instagram.

Teníamos 1h o así desde Salerno a Positano. No íbamos a parar en todos los pueblos porque uno de los problemas es el espacio para aparcar. El plan original era ir hasta Positano que estaba más lejos e ir volviendo hasta Vietri sul Mare, comer allí y ya a Salerno. ¿Problema? Somos muy lentas y entre que nos levantamos y salíamos de casa… llegamos a Positano sobre la 1 del medio día. Acabamos aparcando en zona azul que nos costó 6€. Ir en autobús hubiesen sido 10€ cada una, por si necesitáis la referencia.

Aparcamos y… bueno, ¿conocéis Positano? Por si no la conocéis…. No tiene ni una calle plana. Está más inclinada que la torre de Pisa. Así que bajamos los 2 millones de escaleras hasta llegar al Duomo. No pudimos entrar porque estaba cerrado. Así que dimos una vuelta (más escaleras), vimos las vistas (más escaleras). Y decidimos volver hacia el coche (más escaleras). Una vez arriba ya habíamos decidido que no parábamos en más pueblos inclinados. Que visto un pueblo mediterráneo vistos todos. Y sobra decir que decidimos eso con el hígado en la boca.

Paramos en el primer restaurante que vimos que no parecía que fuese a costarnos un riñón, no podíamos perder más órganos. Comimos en “Mediterraneo”. El dueño muy simpático, un poco engatusador como todos por allí. No sabemos porque se sorprendían de que condujésemos nosotras. “¿Pero vais solas? No hombre, vamos las 4 juntas. Que bonito, un viaje de 4 hermanas”. Pero la comida buenísima. Y eso que yo me había dejado mis pastillas de la lactosa en el coche y mi gnocchi iban sin mozzarella. Pedimos solos los 4 principales y mucha agua. Por las malditas escaleras. Y salimos si no recuerdo mal a 21€ por persona.

Cuando recuperamos la fuerza en las piernas volvimos al coche. Esta vez le tocaba a Nuria encararse con los autobuses, amos y señores de las curvas estrechas. Y llegamos a Amalfi. Así si se hace. Una ciudad plana. Que pueda llegar al duomo sin morirme. Aunque había escaleras para subir al duomo. No entramos, porque realmente lo bonito de estas iglesias son los colores de fuera. La playa, preciosa. Hicimos fotos, porque era bonito y como prueba de vida de que estábamos vivas. Y volvimos a Salerno. Tocaba hacer las maletas.

Llegamos a Salerno sobre las 5 o así. Y quiero que quede constancia de que le dijimos al del aparcamiento: hoy sobre las 21h vendremos a por el coche que nos tenemos que ir. Aquel aparcamiento donde dijeron el primer día que cerraban a las 22h. Ellas 3 se fueron a por crepes para merendar porque habíamos subido muchas escaleras y nos los merecíamos. Yo me fui al piso de mi prima a conectarme a una charla online. Hay que ser responsable. Sobre las 20h nos fuimos a cenar a Il Duca. Pedimos unos entrantes típicos de allí, pulpo en salsa y habas con sepia o algo así (no me gustan ninguna de las dos cosas y estaba bueno) y pizzas. Yo quería probar la pizza frita, por irme de allí con el ciclo completo. Sin más. Hasta un poco salada. Pero las otras pizzas espectaculares. Además, el dueño nos las sirvió ya cortadas y repartidas en platos para compartir entre las cuatro.

Aquí empieza la aventura. Estamos cenando, de charla, la ultima noche las cuatro juntas. Y se me ocurre preguntar qué hora era. Las 21.10h. Estupendo todo. Pagamos corriendo. A por las maletas y corriendo a por el coche. Que nos sentó la cena mal a todas de las prisas. Llegamos al aparcamiento a las 21.30h. Imaginaos nuestra cara cuando llegamos y está cerrado. La puerta, la verja, todo. Cerrado. El coche dentro. Nosotras fuera. El aeropuerto en Roma. Llama mi prima a un número de teléfono que hay en la puerta. Mi prima lleva un mes allí y habla más inglés que italiano. El señor del aparcamiento solo habla italiano. Y el hombre: tenéis pagado hasta el 28. Y yo: que da igual, que te lo regalo. Y buscando en el traductor como se decía “necesitamos el coche con urgencia, nos han cambiado el vuelo”. Y mi prima que solo decía: “urgente, aeroporto, aeroporto di Roma”. Mi otra prima buscando cómo se decía “nos dijisteis que cerrabais a las 22h”. Y mi hermana riéndose. Porque ella es así. El hombre se cansa de nosotras y dice que llamemos al otro número. Misma conversación. “Le ragazze del cinquecento?” si hombre, las del Fiat 500, si sabes quienes somos. Y ¿Por qué lo sabes? Porque te hemos dicho que vendríamos.

El hombre debía vivir cerca, porque mientras intentábamos volver a explicarle todo, la verja se abrió sola. Y bajamos todas corriendo. El hombre explicándonos en italiano dónde tenia las llaves de nuestro coche guardadas. Y mi prima diciéndole “vale, pero uscita, ¡uscita!” porque si, estábamos dentro, pero si no abría también la barrera no salíamos. Y la barrera se abrió sola. Y nosotras mirando hacia los edificios gritando “¡grazie mille!”. Y mi prima con el teléfono en la mano diciendo que el señor se estaba riendo.

A las 22h salíamos del aparcamiento riéndonos nosotras. Nos reíamos porque teníamos el coche, porque hubo 30 min de drama. Teníamos el sistema de vuelta mejor organizado que el de ida. 1h y media de conducción cada una, aproximadamente. La que conduce luego pasa a copiloto y la copiloto a descansar detrás y la de detrás a conducir. Empecé conduciendo yo. 2h, porque era pronto, no tenia sueño. Y porque tampoco os creáis que encontramos donde parar. Porque igual lo de parar en mitad de la nada de madrugada fue un error que cometimos a la ida que no hacia falta volver a cometer. A las 3 de la mañana aparcábamos en el aeropuerto de Roma. Y nos dormimos 1h dentro del coche. Os prometo que fue la hora que más descansamos. Porque realmente en la parte de detrás de un coche en marcha tampoco descansas. Hay baches, paradas, luces, música.

A las 4 nos fuimos hacia el aeropuerto, no había que facturar, pero con el COVID dijeron que había que estar antes. Llegamos y había una señora comprobando el green pass…. Con los ojos. No conocía a nadie que fuera capaz de escanear códigos QR con los ojos, pero oye, nunca te volverás a casa sin descubrir una cosa más. Pasamos el control más laxo de la historia de mis vuelos. Teníamos líquidos en la maleta, la Tablet... nada, no sacamos nada. Nos fuimos a la puerta de embarque y nos sentamos a esperar. A las 7 despegábamos y a las 9 de la mañana de 28 de octubre ya estábamos en Valencia. Nos recogió el novio de la prima y para casa. A desayunar al horno unas tostadas con tomate como toca.

Os diría que me acosté y dormí hasta el día siguiente, pero estaría mintiendo. Me cambié de ropa y me fui con mi abuela al cementerio. Porque la semana de todos los santos toca ruta. Y al día siguiente nos fuimos a otro. Y por la tarde del viernes 29 me volví a ir a Fira de Onda. Quien diga que no se puede salir de fiesta, sobrevivir a base de siestas mal echadas, viajar y volver a salir… se equivoca.

Como siempre, espero que os hayan gustado nuestras aventurillas. Os he ido dejando en Instagram reels de cada día e iré compartiendo fotos.

¡Sed Felices!

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: Pompeya y pizza (P.2).

Improvisadores, seguimos con el viaje por Italia.

El segundo día estábamos un poco más recuperadas que en el primero… no es difícil tampoco. Suena la alarma a las 8h. Toca prepararse y preparar bocadillos, que nos vamos de excursión. Nos vamos a Pompeya, pero tenemos la visita guiada a las 13.45h.

Para hacer tiempo nos fuimos a ver los Jardines de Minerva. Son bonitos, pero también son para echar un rato leyendo la información. La única epga que le veo es que los carteles están en italiano todos. Son unos jardines dedicados a las plantas y su aplicación a la medicina desde tiempos inmemoriales. La verdad que también son un mirador precioso y, si no me equivoco, la entrada de adulto son 3€. 

Una vez acabamos nos fuimos a por el coche para poner rumbo a Pompeya. ¿Os he dicho que los italianos están locos al volante? Como diría Obélix, están locos estos romanos. Así que nos lanzamos a la carretera y una hora después llegamos a Pompeya sanas y salvas. Aparcamos en un sitio que nos indicó quien creíamos que era un gorrilla, pero desapareció antes de darle nada y no aparcó ningún coche más. Pero bueno, en la mismísima puerta eh. Comimos (pronto, la verdad, no era ni la una). El bocadillo era tortilla francesa con jamón, pero el jamón italiano no está como el jamón serrano. Tiene un no sé qué que qué se yo que… no es igual.

Luego nos fuimos a comprar chorraditas de recuerdo y mi prima se hizo amiga de un vendedor a base de regatearle. Todos flipaban con lo de 4 hermanas (como si en Italia no hubiese familias con muchos hijos). Mirad si se acordaban de que al salir de Pompeya pasamos por allí y aun dijo una a su compañero que éramos le ragazze spagnole. Sí señora, no se equivoca usted.

Pero hablemos de Pompeya. También para entrar es necesario el Green Pass. Sí, aunque sea al aire libre. El yacimiento es inmenso. No sé si el guía dijo que 66 hectáreas. 660.000 metros cuadrados. Lo primero que nos dijo es que para verla entera hacían falta varios días. Así que ya con tranquilidad. Caminamos 2h sin parar y no vimos casi nada. Pero estábamos avisadas. Mi hermana es la segunda vez que va y dice que ha visto cosas que no vio la otra vez. Así que si vais a Pompeya no digáis que no os he avisado.

Me gustó mucho Pompeya y tenía muchas ganas de ir, no os voy a mentir. Pero me pareció mucho más bonito y disfrutable Paestum. El problema de Pompeya no es que sea más turístico, que también. Ni que esté lleno de gente, que también. El problema es que es tan inmenso que me resultó imposible hacerme una imagen mental de cómo era. Era caminar por calles entre edificios sin poder hacerme esa idea. Y a mi eso es lo que me gusta de estas visitas. Pensar cómo era, como vivirían. Bueno, en el caso de Pompeya como morirían. Nos dijo el guía que murieron 2.000 personas de las 22.000 que vivían allí. Aun así, volvería a ir y me parece una visita muy muy recomendable. Gracias a la ceniza y a que no fue quemada es una muestra única de ciudad greco – romana. Y con un detalle que repitió mucho el guía. A diferencia de otras ciudades romanas, Pompeya desaparece en el año 79, nació pagana y murió pagana. Así que todo lo que se encuentra en ella en el ámbito religioso esta puramente original sin mezclas con el cristianismo.

Salimos de Pompeya y como no habíamos tenido bastante y aun sentíamos un poco las piernas, volvimos a Paestum, pero esta vez a ver el museo. Aquí esta la tumba del nadador encontrada en 1968 que parece ser de las pocas o la única pintura de la época con una representación humana que ha sobrevivido íntegra.

De aquí nos volvimos a Salerno y esta vez tocaba pizza. Así que nos fuimos a la pizzería Spicchio. No he encontrado su Instagram, pero os la recomiendo muchísimo. Las pizzas estaban increíbles, el dueño majísimo y el precio fenomenal. Os dejaré fotos.

La verdad es que fue un día intenso. Pompeya fue abrumadora, la pizza estaba de locura. Y además nos echamos unas risas las primas juntas intentando no morir al volante. He intentado resumirlo todo en un reels, pero no ha sido fácil.

¿Seguimos en la siguiente entrada? ¡Nos vemos!

¡Sed felices!

domingo, 7 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: llegando a Salerno y Paestum. (P.1)

Improvisadores, ¡hemos vuelto a viajar!

Parecía que el COVID nos había dejado sin viajes, pero poco a poco van volviendo. Eso sí, con nueva normalidad y nuevos códigos QR que llevar encima. ¿Os cuento? aunque ya sabéis que, como siempre, en mi Instagram os voy subiendo fotos y más cosas os dejaré los enlaces por aquí. 

Primero un poco de contexto. Mi prima esta de erasmus en Salerno, y el 23 de octubre cumplía un añito nuestra sobrina. La hija de su hermano. ¿Cómo se lo iba a perder? Así que entre las 4 primas organizamos la sorpresa, la trajimos de Valencia de vuelta y el viernes 22 por la tarde la llevamos a su casa. La cara de mis tíos al verla… indescriptible. Y os preguntareis que todo esto a qué viene, ¿no? Pues que aprovechando que yo tenia vacaciones en el instituto y mi hermana y mi prima podían pedirse los días… pensamos que era muy irresponsable traerla hasta aquí y no asegurarnos de que volviese a casa sana y salva. Así que nos fuimos las 3 con ella hasta Salerno.

Pero esperad que no nos vamos aún… volvamos un poco atrás. Sábado 23 de octubre. Nos vamos en 24h, pero ¿Quién se resiste a una fiesta de pueblo? Nadie. Y yo menos (los que me conocéis ya lo sabéis). Así que allí estábamos mi hermana y yo de cubateo, kebab y casales hasta las 7 de la mañana del domingo. ¿Me arrepiento? No. Fue como volver a ser yo después de 2 años. No se si dice poco de mí, pero esa noche volvía a ser yo 100%. Y, además, una charla de sofá a las 5 de la mañana con gente que no conoces era ya la vuelta absoluta a la normalidad.

Nos acostamos a las 7 de la mañana y nos levantamos a las 9 de la mañana. Empezando el viaje con energías. A las 10.30 estábamos llegando a Valencia ya. Ducha, siesta, comer, acabar la maleta… y a las 19h estábamos de camino al aeropuerto. Allí nos encontramos con nuestras 2 primas. Facturar maletas. Pasar el control. Volver a pasar el control porque si para a alguien ya sabéis que siempre es a mí. Aunque tengo que decir que he visto los dos controles (ida y vuelta) bastante desganados. No me han hecho quitarme las zapatillas, ni sacar los líquidos de la maleta ni nada.

El avión salía a las 22.25, así que jugamos a las cartas, cenamos tranquilamente y por fin a las 21.45 embarcábamos. Los que me conocéis sabéis que odio volar. Pero no hay nada como no dormir por estar de fiesta y un Valium para sufrir muy muy poco. Eso sí, no dormí en el avión y llevaba una sensación de jetlag encima… que parecía que había volado a Cancún en lugar de a Italia.

Aterrizamos a las 00.05 en Roma, pero hasta la 1 no salieron las maletas. Y aun tuvimos suerte porque parecía que allí había gente esperando sus maletas desde hacia 3h. Tenían una montada con la policía que mira… lástima que el italiano a velocidad de enfado no lo entiendo. Recogiendo las maletas nos llama la chica de la compañía de alquiler de coches, que donde estamos, que nos espera como mucho hasta las 2. Disculpe señora si la puerta del aeropuerto que comunica directamente con el aparcamiento la cierran por la noche y tenemos que dar una vuelta que ni volviendo a casa andando.

Habíamos contratado con Edreams el coche, pero Italia Renting Car nos dio problemas. El primero, Edreams decía que había sobrecargo de 90€ por horario nocturno y allí nos cobraron 130€. El segundo que mi tarjeta de crédito tenia un limite de 500€ no se porque y no aceptaron que mi hermana pagara con la suya porque estaba en el móvil. Así que nos cobró el seguro a todo riesgo para poder darnos el coche. Total, que 235€ más aparte de los ya pagados para alquilar el coche. Sali de allí con tan mala leche que se me había pasado hasta el sueño.

Eran ya las 2 de la mañana cuando pusimos rumbo a Salerno. No fuimos ni por peaje porque ya me sentía bastante robada por Italia y solo llevaba allí 1h. así que nos turnamos entre mi hermana y mi prima y a las 7 de la mañana llegábamos a Salerno.

Siguiente sorpresa. Todo Salerno es zona azul. TODO. O eres residente o pagas. Me empezaban a tener un poco cansada los italianos y llevaba 6h en el país. Miramos y un día entero de zona azul eran 50€. No va a pasar. Así que busqué en Google y encontré un aparcamiento que por 54€ podíamos dejar el coche todos los días, lo aparcan ellos y además podemos sacarlo y dejarlo tantas veces como queramos. Decidido.

Llegamos al piso de mi prima sobre las 8 de la mañana, por fin. Y nos acostamos. Bueno, se acostaron. Porque yo a las 8.30 estaba al teléfono con mi gerente del banco para solucionar lo del limite de la tarjeta de crédito. Y cuando digo al teléfono digo que mi señora madre fue al banco y le pasó al hombre su propio móvil. No le puede decir que no a una madre.

Me acosté después de solucionarlo y a las 12 nos levantamos. ¿Se puede vivir a base de siestas cortas? Claramente demostrado que sí. Mis respetos a todas las madres y padres que viven años a base de siestas cortas. Nos medio recompusimos y nos fuimos a comer pasta. Ya os daré envidia en Instagram, pero fuimos al restaurante Al Dente y estaba buenísimo. Pedimos dos entrantes y cuatro principales. Y agua. Salimos a 15€ por cabeza que oye, increíble. Eso sí, en Italia en ese momento para comer en interior en los restaurantes nos pidieron el Green pass o certificado de vacunación del COVID.

De aquí nos fuimos a Paestum. Un yacimiento cerca de Salerno. Desde luego 100% recomendable. Hay poca gente, un paseo agradable y además la entrada te sirve para 3 días. También piden el Green Pass para entrar. Nosotras nos compramos el bono familia que eran 20€ entre todas, aunque un poco por ratas y por marear a la chica que no estaba muy convencida. Sin el bono son 10€ cada adulto y 2€ para los jóvenes hasta 25 años. Le dijimos que éramos primas, pero entre que nos hicimos las locas y que en italiano no se dice así… mi prima le dijo que éramos hermanas. Y como ellos miran el último apellido y en nuestro caso las 4 tenemos el mismo… pues 4 hermanas.

Una vez dentro podéis visitar el museo o el yacimiento en sí. Nosotras visitamos el yacimiento y nos descargamos la aplicación que sirve de audioguía. Es un paseo entretenido y un sitio precioso. Si no hicimos 1000 fotos no hicimos ninguna. También la lié, porque soy así. Cogiendo el bolso se enganchó en una piedra de un murete y se me cayó la piedra en el pie. No me puse a llorar por vergüenza. Solo dije dos cosas "¡Mi pie!" y "Joder, he roto el monumento". Recoloqué la piedra y espero que si vais no dejéis los bolsos cerca de los muros. 

Volvimos a Salerno a cenar pronto porque, sinceramente, no podíamos con nuestras vidas. A las 20.30 estábamos en Ingordo cenando, una hamburguesería típica de Salerno con hamburguesas enormes. Cenamos estupendamente, vuelta a casa, ducha y a dejarse morir en la cama. Bueno, el sofá en mi caso y el de mi hermana.

Dejamos los siguientes días… para otro día, ¿no? Que ya solo la llegada a Salerno ha sido intensa. No quiero aburriros mucho. Además, así os da tiempo a que se os pase la envidia. Os dejo por aquí un resumen del primer día

¡Sed felices!