domingo, 20 de diciembre de 2020

Rememorando: escapada a París

Improvisadores,

Hoy traigo un fin de semana de escapada increíble… de hace un año. Sí, se que es una barbaridad. Pero hace un año tenía el blog aparcado por falta de tiempo y por falta de ganas, ideas, creatividad… llamadlo como queráis. Pero Instagram me recordó que justo hace un año estaba en Paris el 14 de diciembre de 2019 y he pensado, ¿Por qué no contárselo? Así no os martirizo una semana más con el repaso de las entradas antiguas en el blog.

Antes que nada, contexto. La idea origina era irme con mi hermana y unos amigos a Disney de jueves a domingo. Emocionadísima que estaba yo, que no voy a Disney desde hace a saber cuantos siglos. Total, que nos íbamos el 12 de diciembre. Cual es mi sorpresa cuando un mes antes me adjudican una sustitución en un instituto hasta el 19 de diciembre. Obviamente tengo que aceptarla, así que… adiós, Disney. Y aquí, no se qué pasó, pero se alinearon los planetas y me volví loca yo, pero también mi madre. Que un día de broma le digo: nada, cambio el billete, compramos dos mas y de fin de semana en París. Y mi madre dijo que sí. Y allá que nos fuimos.

Viernes 13 a las 8 de la mañana yo llegando a trabajar y mis padres llegando a París en avión. Mi hermana en Disney desde el jueves, por si alguien se lo pregunta. Total, mientras mis padres se pegaban un viernes de lujo de pasear por Paris y comiendo de vicio, yo estaba en el instituto dando las clases que me tocaban. Ya veis porque a mi madre le gustó el plan. A las 14h acabé y salí volando al coche. Porque a todo esto yo estaba trabajando a 40min de mi casa (si no hay tráfico). Total, llego a mi casa, cojo la maleta y volando al metro. Comí en el aeropuerto porque no me fiaba de mi misma… si como en casa pierdo el vuelo seguro. Pero esperad, que encima el vuelo de mis padres había sido directo, pero el mío hacia escala en Barcelona. Llegaba yo a París a las 22h. Un frío. Una lluvia. Pero es París, no puedo quejarme. Mis padres me esperaban en el aeropuerto porque, al parecer, ellos habían vivido su propia odisea por la mañana porque con la huelga de los chalecos amarillos el metro tenia algunas paradas cerradas. Así que pensaron venir a por mi y en taxi al hotel. Estábamos en el hotel Le Clement que así visto no parece gran cosa, pero yo volvería a ir. Limpio, atentos, buena localización… Cenamos en la habitación quiche que habían comprado mis padres y yo… morí. Porque menudo día más completo.

Pero ojo, para día completo el sábado. ¿Qué quieres hacer? Me da igual, si París ya lo conozco… pues de momento a desayunar. Habría seguramente cafeterías muchísimo mejores, pero acabamos desayunando en La Croissanterie que creo que es una cadena. Pero mirad, a mi me encantó. Si por algo los croissants son franceses, qué buenos estaban. Acabado el desayuno decidí que quería ir a Montmartre, uno de mis sitios favoritos. Pero andando. Porque París es pequeñita para andarla entera, lo sé. Pero con el lio del metro mis padres no se fiaban. Así que… París arriba. Pasamos por el Louvre, jardín de las Tullerias… todo Paris lleno de mercados de Navidad, con puestos de comida típica, recuerdos, más Navidad… Precioso, la verdad. Pero qué lejos esta Montmartre. Llegando al Moulin Rouge tuve que entrar a una farmacia a por tiritas porque yo no venía preparada para caminarme Paris entero. Pero ah, ¿cómo se dicen tiritas en francés? Porque eso no os lo he contado, mis padres se pasaron el viernes entero en Paris sin problemas, fue aterrizar yo y ya era todo “Habla tú que hablas francés”.


Nos faltaba la cuesta final cuando paramos a tomar un chocolate caliente porque no se si os he dicho ya que hacía mucho frío. Qué bueno el chocolate aquel. No se si yo estaba decida a que me gustase todo esas 24h y poco que iba a estar en París o qué, pero lo disfruté todo. Por fin llegamos arriba. A la plaza de los artistas y entonces… empieza a llover. Como os lo cuento. Todos recogiendo, tapándolo todo. Que suerte tenemos eh. Pero no pasa nada, como con tanto paseo y pararse a hacer fotos y ver cosas fuimos lentos, era la hora de comer. Así que dijimos de comer por allí. Y encontramos un restaurante con un menú a 17€ creo que era, bastante barato comparando con la competencia. Y estaba lleno de gente y no eran turistas, así que decidimos probar. No había sitio en el restaurante así que nos metieron en el salón atrás donde había una comida de un viaje del IMSERSO francés, como quiera llamarse. Pero oye, ¿qué podría pasar? Nada, ¿verdad? Conseguí con el camarero y pedir asegurándonos de qué platos llevaban champiñones y qué platos no (por no matar a mi padre) y de verdad que estaba todo increíblemente bueno. ¿Volvería a comer allí? Volvería a París solo para comer allí.

Pero… ¿a que no os he dicho el nombre del restaurante? Bien, es porque os hubiese chafado lo mejor de la historia. No nos dimos cuenta de que ponía “Chez Ma cousine” (Casa de mi prima). Yo estoy un poco atontada en la vida y sé que lo que yo leí no tenía ningún sentido, pero lo se ahora, porque en mi cabeza leí “Chez Ma Cuisine” (Casa de mi cocina). Además, doble delito porque en valenciano prima se dice cosina, que es prácticamente igual. Pero además ponía “Chez Ma Cousine” y en pequeño debajo “Restaurant – cabaret”. Sí, tal cual. Como lo leéis. Ya decía yo que el salón con un escenario pequeño y cortinas rojas de terciopelo era raro, pero yo que se, es Francia. Y así es como acabamos mis padres y yo viendo un espectáculo en un restaurante cabaret rodeados de la tercera edad francesa. Pero no fue un cabaret al uso, esta vez era un showman – musico – monologuista que entretenía a la juventud con chistes verdes y cada cual más verde que el anterior. Y allí estaba yo… traduciéndoselo a mis padres para que no se quedasen excluidos.

Después de esta experiencia surrealista, pusimos rumbo hacia Notre-Dame porque habíamos reservado un free tour nocturno de leyendas y misterios, porque París ya la conocíamos. De camino hacia el tour pasamos por la Rue Montorgueil. Os prometo que es la mejor calle de París. Está llena de cafés, pero también de tiendas y además la gente que esta comprando no son turistas. De hecho, nosotros la encontramos de casualidad. Me la he guardado en Google maps como “La mejor calle de París” para poder volver. Aquí compramos quesos, patés y foie que no hace falta que os explique lo estupendos que estaban. Por fin llegamos a la zona de Notre-Dame. La verdad es que habiendo estado allí antes de que se quemase y verlo ahora, se te parte un poco el corazón. Esta rodeada de vallas y no puedes acercarte, lo que sí han puesto es una explicación en las vallas de como se esta haciendo la restauración. Pero viéndola así, de noche ya, da mucha lástima. Esta apagada y con ella todos los restaurantes y creperías de la zona que solían estar llenísimos. Entramos en la Crêperie du Cloître a merendar y estábamos solos. Cuando yo recuerdo aquella zona a reventar. Por cierto… la crepe increíble. Si no hay decepción en ningún restaurante de París.

Por fin nos reunimos y empezó el freetour de leyendas y misterios. Os lo recomiendo porque es un tour increíble y las guías no pueden hacerlo mejor. Empieza en la Sorbona y acaba en el ayuntamiento de Paris. Además, por aquellas fechas estaba toda la plaza decorada de Navidad y estaba preciosa. El tour te cuenta historias que te cambian la visión del mercado de las flores o de Luis XVI (si es que tenéis una visión de Luis XVI). Acabamos el tour en la plaza del ayuntamiento y mi madre quería subirse al tiovivo, así que allá que fuimos. 

Al lado del ayuntamiento esta la placa que puso el ayuntamiento a los republicanos españoles de “La Nueve”, héroes de la liberación de París. Y no, no tienen monumento en España hoy en día que yo sepa.

"Jardines de los Combatientes de la Nueve. 
A los Republicanos antifascistas españoles que continuaron su lucha participando en la2ª DB. Héroes de la Liberación de París."
 

Llevábamos todo el día queriendo probar la Tartifflete que habíamos visto en el mercado de Navidad, pero estaba lejísimos de donde estábamos y en dirección contraria al hotel. Así que nos fuimos hacia el hotel. Y nos perdimos. Nos perdimos pero bien. Acabamos cenando en L'Annexe de la Petite Périgourdine. Yo me pedí una hamburguesa que estaba buena, mi madre no me dejó explicarle lo que le estaba diciendo el camarero y se comió un bocadillo de jamón y queso con mantequilla. Ella quería un sándwich mixto, pero no me dejó pedirlo y… bocadillo de jamón y queso. Mi padre creo que un steak tartar, que le tenia ganas. La verdad es que cenamos muy bien, pero estábamos tan cansados que ni lo apreciamos. Que no estaba lejos del ayuntamiento, unos 15 minutos andando si sabes donde vas, pero si estas perdido como nosotros… más. Y de aquí al hotel otros 15. Pero de verdad que no podíamos más con la vida. Llevábamos todo el día París arriba París abajo. Hicimos 25.000 pasos y no os miento.

Domingo por la mañana de… de nada porque toca volver a casa. Si os he dicho que fue un viaje exprés. Recogemos todo, pedimos un taxi y desayunamos en el hotel. La verdad que el desayuno es un buffet pequeñito y simple, pero estaba muy bueno. Hasta tenían para hacer huevos cocidos. Llegó el taxi y nos fuimos hacia el aeropuerto. Tengo que decir que este taxista bastante más simpático que el del viernes. Estuvo hablándonos de todo lo que podáis imaginaros. Chalecos amarillos, edades de jubilación, pensiones, enfermeros, bomberos, policías, que él era profesor de francés en Túnez… de todo. Y por fin llegamos al aeropuerto. Los que me seguís de hace tiempo sabéis que a mi siempre me pasa algo en los aeropuertos. Entre eso y que odio volar…

Estamos esperando a mi padre con las maletas y empiezan a llamar por megafonía al propietario de una bolsa negra, que acuda a tal sitio. Y lo llaman otra vez. Y una tercera vez. Y entonces me doy cuenta de que la bolsa está a 2 metros de nosotras. A su vez, a 3 metros de la bolsa un empleado de seguridad que no le quita el ojo de encima. Cogí a mi madre y nos fuimos hacia seguridad y mi padre nos alcanzó ya de camino. No tenia porque ser nada, pero a mi me pasa de todo siempre y no me la voy a jugar. Pero por evitar un lío, otro. Llegamos a seguridad, pasa mi maleta sin problemas y cuando voy a pasar… paran a mi madre. El de seguridad super borde diciéndome que venga, que pasase por el arco. Y le digo que si me deja quedarme con mi madre que no habla francés y la han parado. Que mal le sentó. ¿Por qué han parado a mi madre? Por el queso, el paté y el foie. Os prometo que había un señor de seguridad buscando queso. La señora de delante llevaba como 3kg de queso y el de seguridad olio todos los paquetes. Sí, los olisqueó como si fuese él el perro. Le dan el visto bueno a mi madre y pasamos las dos sin problemas. Recojo mi maleta y paran la de mi madre. Resulta que hay poca comunicación en el control de seguridad. Y lo llevábamos envuelto en papel albal y resultó sospechoso. Y voy a explicarle al señor otra vez lo que es y mi madre por lo bajini “si me lo van a quitar me lo como todo aquí eh”. Di que sí. Le expliqué al señor lo que era, abrí los paquetes, que hasta le dije el tipo de paté por si había dudas. Me veía yo ya sentadas en seguridad pegándonos una panzada de patés y quesos. Pero no, conseguimos llegar a casa sanos y salvos y con las compras intactas.

La verdad que escribir esto en diciembre de 2020 se me hace raro. Como si fuese otra vida completamente diferente y hace solo un año. Fue el último viaje al extranjero que he hecho y me alegro de que fuera con mis padres. Mi madre durante el confinamiento lo ha recordado mucho. Para los que no lo sabéis, mis padres y mi hermana son los tres enfermeros, así que tener un recuerdo bonito reciente ayuda mucho. Para su cumpleaños incluso le hice una quiche y mi padre y yo hicimos una tarta tatin que no sé si se parecía mucho a la que se comió en aquel viaje a París, pero la intención es lo que cuenta. Espero que pronto podamos volver a viajar, a visitar a la familia. Este 2020 tampoco hemos podido reunirnos con la familia de Francia, ni con la de aquí. Espero que pronto podamos empezar las entradas con “vengo a contaros mi último viaje” y no tener que tirar de archivo.

Pero para todo esto, de momento cabeza y paciencia. Cuidaos.

¡Sed felices!

domingo, 13 de diciembre de 2020

Turismo gastronómico: Birbar Espai Gastronòmic

Improvisadores, hoy os traigo una entrada diferente. Yo no soy crítica gastronómica ni mucho menos, pero esta experiencia quería compartirla con vosotros.

La otra noche como visteis en Instagram fui de cena al Birbar Espai Gastronomic (Vila – Real, Castellón). ¿Por qué? Pues porque hacían un “Sopar al revés” (una Cena al revés). ¿Cómo lo descubrí? Por una compañera de trabajo. Pero no os penséis que poder contaros esta experiencia fue fácil. Hay lista de espera. Sí, sí, como leéis. Lista de espera para ir a cenar porque solo lo hacen durante tres viernes. Y de hecho yo estaba en la lista de espera y me avisaron el mismo martes de esa semana.

Pero estaréis preguntándoos en que consiste esto. Pues es una cena al revés, es decir… empiezas por el final. Por motivos obvio y para que os pique la curiosidad y vayáis vosotros mismos (si podéis) no os voy a decir qué es cada cosa, porque la gracia esta en ir descubriéndolo. Aunque cada vez que hacen un sopar al revés cambian el menú.



No os voy a compartir fotos aquí (las guardamos para Instagram mejor), os voy a decir el menú (o lo que se supone que es). Solo pensad que visualmente vamos de dulce a salado, pero en realidad cenamos de salado a dulce como en cualquier cena normal.

--> Empezamos con la cuenta (sí, se come) y un chupito de hierbas.

--> Seguimos con una copa, un café y un puro (no es que yo acabe todas mis cenas con puros… pero si es de estos que traigan los que quieran).

--> Evidentemente venia la hora del dulce. Para mi… el mejor plato de los que probamos. Aunque es difícil elegir. Aquí un surtido de pastas para no quedarnos con ganas de probar ninguna.

--> Después una horchata para refrescar, poca gente conozco a la que no le guste una horchata…. Incluso la de verdad.

--> Como plato principal un Frankfurt con cebolla frita que oye, de vez en cuando apetece ¿no?

--> Un platito de entrantes variados con queso, embutido y tortilla de patatas.

--> Y para acabar el sopar al revés, una sopa caliente que entona el cuerpo siempre (ya sabéis que las sopas y yo tenemos una relación amor – amor).

Todo esto con bebida incluida y cuando acabas, un café o infusión de verdad. Os prometo que valió cada uno de los 35€ que cuesta el menú. Ya preguntamos cuando organizarán otro, porque no queremos volver a la lista de espera.

Imaginaos que nada es lo que parece. Que lo que parece dulce es salado y viceversa. Os prometo que nos pasamos la cena intentando averiguar qué era cada cosa. Pero además Ximo e Inés, bueno y todo el personal en general, son un amor y te explican todo al detalle. No se como he podido vivir tanto tiempo sin conocer este sitio. No solo por el menú del sopar al revés, por el menú de medio día y por el trato magnifico que tienen todos con los clientes. Uno de esos sitios que, de no ser por el toque de queda, te quedarías allí rato largo. Os iré compartiendo en Instagram fotos y desvelando qué es cada cosa… si me apetece. Porque en realidad, la emoción es en adivinar qué puede ser cada cosa, si te lo dicen… ¿Qué gracia tiene? Conforme vaya subiendo las fotos os dejaré los enlaces en este post, para los que lleguen tarde a leerlo. 

No puedo decir nada malo del menú, el local, la atención… ¿se nota que estoy enamorada? Si vivís cerca pasaos porque vale la pena. Y decir que vale la pena se queda corto. Yo hice 60km de ida y 60km de vuelta solo por ir a cenar. Por si os hacéis una idea de lo increíble que es.

Se que esta entrada no es de viajes ni de visitas como suelo hacer, pero me apetecía compartir esta locura de cena. Os prometo que nunca he tenido tantas expresiones en mi cara de “¿esto que es?” “No me esperaba esto” “¿Podré vivir a base de esta plato el resto de mi vida?”. Aunque se salga de lo normal, espero que os haya gustado esta entrada.

¡Sed Felices! 

domingo, 15 de noviembre de 2020

Puente Castellano: Alcolea del Pinar, Molina de Aragón y Formiche (p.4 y última)

Improvisadores, ¿Cómo estamos? Hoy llegamos al último día de puente castellano. Tengo un problema, no se que os contaré la semana que viene… pero ese es un problema para el futuro. De momento, volvemos al 12 de octubre. Último día de puente y momento de volver a casa. Eso sí, con paradas de por medio. 

Primero hay que prepararse, así que fuimos a desayunar churros con chocolate a “Gustos de Antes”. Que mira, eso es el paraíso del goloso. No he visto panadería pastelería con más cosas. Gustos de antes y de ahora, porque madre mía… con deciros que todos los días que pasamos por delante tenían cola ya os hacéis una idea.

De aquí nos íbamos hacia Valencia, pero de sorpresa paramos en Alcolea del Pinar. ¿Qué hay aquí? Pues el día de antes había leído que estaba la Casa de Piedra. No pudimos visitarla porque con el tema del covid no se puede, más que nada porque son los familiares del creador y propietario Lino Bueno los que la enseñan. Es una casa tallada completamente en la roca que empezó a hacerla en 1907 y acabó en 1927. Tiene dos plantas (creo) que construyó por las noches ya que durante el día trabajaba en el campo. Todo está tallado en la roca, incluso el mobiliario como alacenas, mesas, etc. La peña era del ayuntamiento que la cedió a Lino para que construyese una casa para su familia, en mi opinión creyendo un poco que no iba a ser capaz, pero estuvo habitada hasta 1990 (si no me equivoco). Todo esto es lo que leí de la casa, porque como os digo no pudimos hacer la visita. Por lo visto es una localización bastante conocida pues tanto Alfonso XIII con Primo de Rivera como Juan Carlos y Sofía la han visitado en algún momento. Durante la guerra civil fue refugio y polvorín, pero Lino no lo vio pues murió en 1935 a los ochenta y muchos años dejando (aun) una habitación sin terminar en un tercer piso que no llegó a hacerse.

Os dejo aquí dos enlaces con un poco más de información de Lino y su Casa Cueva, por si os interesa.

Imposible sacar la casa entera en una foto...

De aquí nos fuimos rumbo a Molina de Aragón, pero antes queríamos parar en un yacimiento que hay en Herrería, El Ceremeño. Era un castro celtibero y hoy yacimiento arqueológico. Lamentablemente solo pudimos verlos desde la valla pues, otra vez, por el covid y sin reserva previa no se pude visitar. Es un castro curioso pues está bastante comunicado con otros castros, no está aislado. Y esta muy cerca de la actual N211, antigua calzada romana. Esta declarado como BIC (Bien de Interés Cultural) y pensamos que por intentar visitarlo no perdíamos nada. Esta estratégicamente colocado sobre un cerro en la zona del rio Saúco, bien posicionado tanto para defensa como para agricultura. Tiene una muralla de 2-2.5 metros de ancho y 2m de altura que rodea el perímetro de nada mas y nada menos que 2.000 m2; pero actualmente se conservan 85 metros de muralla. 

Visto lo poco que podíamos ver de El Ceremeño, nos fuimos hacia Molina de Aragón. Aquí nos avisaron de que el Castillo (una vez más) no se podía visitar. Así que decidimos dar una vuelta e ir subiendo hacia allí. Si llegábamos bien y si no también. Molina de Aragón pasó, en época medieval, de mano en mano. Igual por eso encontramos la zona de la judería y la morería aun con sus calles estrechas como barrios propios. Aunque fue conquistada por Alfonso I de Aragón, la cedió a Castilla; pero luego la conquistaron los almorávides volviendo así a manos musulmanas. En el siglo XII fue conquistada, de nuevo, por un noble castellano que lo convirtió en señorío independiente. En la guerra entre Castilla y Aragón, Molina se amotinó contra Enrique II de Castilla y se puso bajo soberanía de Aragón y, de aquí, el nombre de Molina de Aragón (antes, Molina de los Caballeros). En 1375 volvió definitivamente a Castilla como parte de la dote de la infanta Leonor de Aragón. Es curioso que en la plazuela de Tres Palacios hay un poema (de 1983) que conmemora las hazañas de los vecinos de Molina que resistieron contra las tropas napoleónicas en 1808. Os lo dejo aquí.



Como os digo, no visitamos nada en Molina, excepto Molina en si misma. La verdad es que es una ciudad (pues según internet tiene el título de ciudad) preciosa. Os iré enseñando fotos en Instagram. De hecho, la foto de la puerta que hay en mi Instagram es de Molina de Aragón y cómo gustó. Cuando ya nos íbamos a Molina, llegamos de casualidad al rio que estaba precioso en octubre con los colores otoñales que, en Valencia, aun tardaron un poco en llegar. Y en algunas zonas no ha llegado aún. Me llena de orgullo y satisfacción informaros que, al final, de calle en calle sí llegamos al castillo. También os digo que es casi imposible sacarlo en una foto sin que salga una carretera o un cable de teléfono. Pero yo hice lo mejor que pude.

Ya ahora si que si nos fuimos hacia Valencia y ya sobre las 15h paramos a comer. Y ya, por seguir con la ruta gastronómica, nos desviamos hasta Formiche Alto pues, al parecer, es de allí la empresa que fabrica la morcilla de arroz que compramos aquí. Y dijimos, ya que estamos… Es un pueblo de 151 habitantes, pero tranquilos porque bares tiene. Nosotros comimos en el Bar 4 esquinas. No os puedo dejar enlace ni nada porque no hay nada en internet. Pero os lo apuntáis en una nota. Menú casero 100%, buenísimo, super bien de precio. El típico de menú de primeros y segundos con platos combinados de lo que tu quieras. Postres caseros impresionante. Yo me pedí un consomé (obviamente) y el plato combinado de morcilla (no vamos a ir hasta allí para nada). Un bar típico, muy amplio, limpio y de atención extremadamente agradable. No os imagináis como estaban esas natillas.

El viaje acabaría con nosotros llegando a casa sin encontrar atasco al entrar a Valencia, que ya de por si es un éxito, y preparándonos para la vuelta a la realidad de golpe para el día siguiente. Pero eso… eso ya no es tan interesante.

Se que esta entrada ha sido un poco más cultural y menos de anécdotas, pero es lo que hay cuando tampoco puedes visitar muchas cosas. Y yo soy un poquito friki de la historia, ya lo sabéis. Espero que, a pesar de todo, os haya gustado. Yo iré pensando qué contaros el domingo que viene.

¡Sed Felices!

domingo, 8 de noviembre de 2020

Puente Castellano: Campillo, Valverde, Jadraque y Torija (p.3)

Improvisadores, espero que estéis bien. A mi personalmente se me está haciendo cuesta arriba este año, pero qué le vamos a hacer, ¿no? Por eso vengo a contaros la tercera parte del puente castellano, para distraernos.

Estamos ya en domingo 11 de octubre, no nos queda nada para volver a casa. Así que hay que aprovechar el día. Nos fuimos a visitar los Pueblos Negros. Hay muchas rutas que hacer y mucho que ver, así que nosotros seleccionamos dos pueblos a los que ir. Desayunamos en Los Soportales y nos fuimos hacia Campillo de Ranas. Es un pueblo pequeño, 148 habitantes según wiki, y de hecho no se puede entrar con el coche. Así que aparcamos a la entrada del pueblo que hay un aparcamiento y ya caminando al pueblo. La verdad que es un pueblo muy bonito y un paseo agradable. Nosotros aprovechamos y compramos miel y mermelada caseras que ya os enseñaré en Instagram. Y lo que más me gustó fue que no había nadie. De verdad que nos cruzamos todo el rato con la misma familia. No sabéis la paz que había allí.


Os podéis imaginar que la visita a Campillo dura lo que vosotros queráis, porque es pequeñito. Pero es precioso y estuve haciendo bastantes fotos. Ya las iré compartiendo. Pero antes de irnos al siguiente pueblo hicimos una parada técnica, y menos mal ya veréis por qué. Era sobre las 13h y no habíamos almorzado. Así que nos tomamos algo (yo un agua, obvio) y pidieron un pincho de tortilla. Os prometo que la mejor tortilla de patatas que existe es la de mi madre, y eso es indiscutible, pero esta tortilla… con deciros que le hice una foto porque tenía una pinta, un color precioso, un… ¿se nota que me flipa la tortilla de patatas? Catadora de croquetas, patatas bravas y tortilla de patatas.

De allí nos fuimos hacia Valverde de los Arroyos que, por lo visto, es el pueblo negro más conocido. Y tanto. Estaba a reventar de gente. De hecho, nuestra idea era hacer una ruta que sale de allí después de comer. Todos los restaurantes completos, gente comiendo en la calle… así que estuvimos 5 minutos dando una vuelta y nos fuimos porque aquello era agobiante. Y pensamos “vamos bajando y en el siguiente pueblo comemos”. JA. Una hora después encontramos un sitio donde comer. En Jadraque, en el restaurante El Castillo. Que además llegamos tardísimo que yo pensaba que no nos darían de comer. Pero comimos, vaya si comimos. Yo me pedí una sopa (empieza a ser repetitivo) pero, qué sopa. Tenia de todo. Con deciros que comí eso y ya. Bueno, y postre. Y ya que estábamos allí subimos a ver el castillo de Jadraque. No se podía visitar por dentro, pero la camarera del restaurante nos dijo que lo bonito era por fuera y no mentía. Vale la pena subir. Además, se puede subir prácticamente hasta la puerta con el coche. De hecho, había un grupo de motoristas que subieron hasta la puerta. Eso sí, hace mucho aire arriba, preparaos. Pero las vistas son increíbles. El resto del pueblo no pudimos visitar nada, ya sabéis… Fase 2. Y es una lástima porque en Jadraque tienen, hasta donde yo sé, una obra de Zurbarán y una talla de Pedro de Mena. Además, esta la casona de las Ursulinas que refugió en 1808 a Jovellanos y a Goya.


De aquí nos fuimos a Torija, porque ¿qué son 30 min después de conducir 1h para comer? En Torija realmente no vimos mucho. Nos tomamos el café (yo no) a los pies del castillo y nos fuimos hacia Sigüenza. La verdad que me llamó la atención que el castillo de Torija no estuviese en alto como el resto de los castillos que llevábamos vistos. Lo curioso es que este castillo ha vivido de todo. Durante la guerra de independencia contra Napoleón fue refugio de Juan Martín “El Empecinado”, responsable de que los muros fuesen destruidos para que los franceses no lo utilizasen; en 1937 fue cuartel de Líster y Kahle, jefes de las brigadas republicanas en la Batalla de Guadalajara. Por razones más que obvias el castillo fue reconstruido años después y ahora es un centro de interpretación de la provincia y en la torre del homenaje hay un museo dedicado única y exclusivamente al libro “Viaje a la Alcarria” de Camilo José Cela.

Y ya de aquí nos volvimos a Sigüenza porque se hacía de noche y, sinceramente, hacia un frío increíble. Si os digo que nos despertábamos con 0º… Volvimos a cenar en El Mesón porque no os mentí cuando dije que estaba increíble. Y sí, antes de que preguntéis, me pedí una sopa. Podéis reíros de mí, pero qué feliz soy así.

Y hasta aquí el penúltimo día de viaje. La semana que viene el cuarto y último. Luego tendré que pensar qué os cuento porque, como todos, los de los viajes este año esta complicado. Disfrutad de la semana con cabeza.

¡Sed Felices!

domingo, 1 de noviembre de 2020

Puente Castellano: Pelegrina y Medinaceli (p.2)

Improvisadores, ¿Cómo lleváis la primera semana de toque de queda? Yo como me levanto a las 6.15 para ir a trabajar… ya me entendéis. Así que vamos a rememorar cosas más agradables y seguimos con el puente castellano, ¿si?

El sábado 10 nos habían avisado que habría más gente, pero pensamos que exageraban. Así que prontito nos fuimos al barranco del Río Dulce a hacer una ruta circular facilísima pero muy bonita y agradable. Os compartiré fotos. Facilísima nivel que yo iba en vaqueros, que es apta para niños. Pone que apta para carritos de niños, pero eso ya no lo tengo tan claro. La verdad es que estaba precioso con los colores de otoño. Y si os digo que es donde Félix Rodríguez de la Fuente rodaba muchos de sus programas ya os imagináis la de animales y sitios preciosos que hay. Nosotros tardamos como 3h pero porque íbamos parándonos, haciendo fotos y tal. Y no subimos a la cascada porque un grupo que bajaba nos dijo que estaba seca.

La única pega que voy a poner es que cuando estábamos acabando se llenó de gente. Que en un momento nos apartamos del camino porque entró un grupo de unas 50 personas y no exagero. Se que exagero siempre, pero esta vez no. Y os recuerdo que Castilla La Mancha estaba en fase 2 y no podía haber grupos tan grandes. Por muy al aire libre que fuera. Y menos mal que nos íbamos ya, porque imaginaos como fue que al día siguiente salió en el periódico la avalancha de gente que hubo en el pueblo. Además el pueblo donde dejas el coche es minusculo, Pelegrina, que tiene según wiki 15 habitantes. Al acabar, nos paramos en el restaurante “El mirador del dulce” que no tiene perdida porque es el que esta al lado del parking a tomar algo. Yo mayoritariamente agua. Pero la tortilla de patatas y los torreznos.. impresionantes. Pero el agua me estuvo increíble. Teniendo en cuenta que yo el día que menos bebo será como 2L.. pues 3h de ruta sin agua, mal pensado. Hice muchas fotos, algunas absurdas y haciendo el tonto que no veréis, y otras que os compartiré en Instagram.

De aquí nos fuimos a Medinaceli. Tengo que admitir que yo pensaba que Medinaceli era muy grande, porque nos habían dicho que había mucho que ver. Y estaba yo nerviosa por si nos entreteníamos mucho en Pelegrina y no nos daba tiempo a ver Medinaceli. Obviamente me equivocaba. Medinaceli está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España y, sinceramente, es bonito. Llegamos cerca de la hora de comer y como Castilla y León también tenia muchas restricciones, no había mucho que ver. Así que dimos una vuelta por el pueblo mientras buscábamos donde comer. Hay muchas opciones y la verdad es que es difícil elegir. Nosotros al final comimos en El Rincón de la Vila. Es un sitio de comida típica castellana con su menú establecido y bastante espacio en la zona de comedor para estar bien separados y amplios. Tengo que decir que si tenemos que quedarnos con algo del covid para siempre, que sea con la separación de mesas. Gracias. Aquí las migas estaban impresionantes también, pero no tengo foto. El ansia, ya sabéis. Las croquetas… increíbles. Si pudiese, seria catadora de croquetas. Pero no creo que de para vivir. Para ser feliz sí, pero no para vivir. Aquí probamos un hojaldre hecho con mantequilla de Soria que si vais a Medinaceli y no lo probáis… deberíais ir a prisión. De hecho, quisimos comprar en una tienda y nos dijeron que no tenían y nos mandaron a este restaurante a comprarlo. Ahi lo dejo.



De aquí nos fuimos a ver el mosaico romano, que sí estaba abierto. Es una exposición muy interesante y os va contando no solo sobre el mosaico sino sobre toda Medinaceli. Yo la recomiendo. Después dimos una vuelta por el pueblo y no había casi nadie, fue un paseo muy agradable. Acabamos en el arco romano que esta al lado del parking. Bueno, el parking al lado del arco, que el arco estaba antes. Y de allí ya nos fuimos.

De aquí nos volvimos a Sigüenza, por lo de descansar, ducharse y esas cosas varias antes de ir a cenar. Esta vez cenamos en La Catedral. El restaurante eh, no el edificio religioso. La verdad que cenamos muy bien, yo sopa, para variar. Tengo que decir que no aprovechamos al máximo el restaurante, porque no teníamos hambre aun después de Medinaceli. Así que yo una sopa castellana y una tosta de pan con tomate que mira, yo feliz. Os parecerá una tontería, pero yo soy así de simple.

Vamos a dejar aquí esta parte, que la siguiente tiene mucho que contar y tampoco hay que saturarse.

Disfrutad de la semana (con cabeza) y cuidaos.

¡Sed Felices!

domingo, 25 de octubre de 2020

Puente Castellano: Sigüenza, Atienza y lo que queda (P.1)

 Improvisadores, ¿Cómo va la semana? La verdad que yo hasta arriba de trabajo preparando clases y con evaluaciones online y corrigiendo. La manía que tienen en 2 de bachiller de hacer exámenes. ¡Qué ganas de que sea verano ya! Aunque escribiendo esto en octubre igual es mucho pedir.

Además, con toda la situación del covid cada día está más difícil poder hacer algo que despeje la cabeza, ¿no? Bueno, igual es solo mi sensación. Así que he pensado que rememoraré el último viaje que hice que fue este puente de Octubre pasado. Nos fuimos 4 días a Guadalajara y claro, cuatro días dan para visitar muchos sitios y probar muchos platos. Tengo que confesar que yo soy fan del plato de cuchara y en cuanto hace un poco de frío me lanzo como una loca a comer sopa. Así que igual puedo haceros un ranking de las mejores sopas castellanas de la zona.

El viernes 9 de octubre era fiesta en la Comunidad Valenciana y, aprovechando, nos fuimos hacia Sigüenza en cuanto acabamos de trabajar. Llegamos sobre las 21h justos para ir a cenar. Si vais, cuando se pueda, la Hospedería Puerta Coeli es en la que estuvimos. La verdad que habitaciones super bien, el servicio fantástico. Nosotros avisamos de que llegaríamos tarde y estuvieron super atentos llamándonos por teléfono. También nos hizo unas recomendaciones geniales de donde ir o qué ver. Además, la Hospedería está al lado del Parador Nacional, en el centro histórico de Sigüenza. Por el tema del covid han hecho un circuito de entrada y salida y no dan servicio de desayuno ni tiene la terraza o las zonas comunes habilitadas, pero sin duda un sitio donde volver en condiciones ya normales.

En cuanto dejamos las cosas en la habitación nos fuimos a cenar a uno de los sitios que nos habían recomendado. El Mesón, que es también hostal por lo visto, y cenamos de lujo. Teníamos hambre, pero cenamos de lujo. Yo, obviamente, una sopa castellana. Os tengo que decir que la mejor de las que comí por la zona, ya os la enseñaré un día. De aquí hicimos poco más, dar una vuelta aprovechando que aun no hacia mucho frío, porque avisaban de que el fin de semana seria frio.

Una cuestión que no tuvimos en cuenta es que en Castilla – La Mancha estaban en fase 2, eso quiere decir que estaba todo cerrado. Todo lo que podría visitarse estaba cerrado, incluso la catedral. Así que el viernes por la mañana queríamos aprovechar que aún no había mucha gente para visitar Sigüenza. Nos habían dicho desde la Hospedería que el fin de semana del puente se llenaría de gente, así que quisimos aprovechar la soledad. Bajamos a desayunar a la plaza al Mesón Los Soportales. Solo desayunamos, pero me quedé con ganas de cenar o comer allí. Porque de verdad que tenía todo una pintaza. Ojo, el desayuno de chocolate con churros tremendo. Nunca diré nada malo de un chocolate con churros.

¿Cómo va a ir mal el día si empieza así?
¿Cómo va a ir mal el día si empieza así?

De aquí nos fuimos a dar una vuelta por Sigüenza porque no había mucho más que hacer. Ya os iré compartiendo fotos en Instagram a ver si así se nos hace más llevadero el no poder viajar. La verdad es que es un pueblo (¿ciudad? ¿pueblo? bueno, me perdonáis si me equivoco) precioso solo para pasear. Mientras desayunábamos a los pies de la catedral me quedé mirándola y digo uy que desperfectos más de impacto de bala tiene, ¿no? Así soy yo, una friki de la historia. Y efectivamente, soy tonta y estoy tan apagada o fuera de cobertura últimamente que ni me acordé de la batalla de Sigüenza. Si cuando digo que estoy completamente agotada ya…

Os recomiendo dar un paseo por la Alameda si hace un buen día. La verdad que en un rato lo ves entero si no puedes entrar a los sitios, pero vale la pena. Reservamos para comer en la Taberna Seguntina, justo en la calle subiendo al Parador Nacional. Os prometo que aquí comimos las mejores migas que he probado (después de las que hace mi padre, obviamente). Ya os las enseñaré. Queríamos ir esa tarde al cañón del rio dulce, pero después de comer como que nos dio pereza, ¿me entendéis? Así que querían hacer la siesta. Yo no me dormí, porque bastante me cuesta dormir por las noches últimamente como para ir haciendo siestas.

Pero tranquilo, que por la tarde no nos quedamos haciendo el vago. Nos fuimos a ver Atienza. De camino paramos en unas salinas que no nos quedó muy claro si siguen en funcionamiento o no, pero es un buen sitio para hacer algunas fotos. En el coche fui leyendo sobre la historia de la zona en el siglo XX y tengo que decir que hay mucho que leer sobre los movimientos sociales y las condiciones de vida y de trabajo en las salinas. Lo digo por si tenéis curiosidad histórica.



Ya os iré compartiendo fotos en instagram, no vamos a quitarle la función básica que tiene, ¿no? Además, así tenéis que venir a visitar mi perfil. El plan perfecto. 

En Atienza pasaba lo mismo, todo cerrado, pero para dar una vuelta y subir al castillo esta bien. Además, son listos allí. Tu ves el castillo y dices “ahí no subo”, pero vas paseando y dices uy voy a ver esa iglesia. Y un poco más arriba ves un trozo de muralla “vamos hasta ahí y ya”. Y cuando te quieres dar cuenta estas a los pies del castillo. La verdad que tiene unas vistas impresionantes y el pueblo en si es pequeñito pero muy bonito. La verdad que el no poder visitar sitios hace que acabes “rápido” de ver los pueblos, pero ¿a quien no le gusta dar un paseo por pueblos así de bonitos?

De Atienza ya nos volvimos a Sigüenza a ducharnos y cenar, que al día siguiente sí teníamos planes más lejos y había que madrugar. Cenamos en un restaurante que nos habían dicho que no era el típico de comida castellana, La Tascona de la Cárcel, porque están en la Plazuela de la Cárcel que no cunda el pánico. La verdad es que cenamos muy bien, pero las raciones son generosas, así que id con cabeza. No he encontrado página web ni Instagram que dejaros, por lo visto han abierto este año.

Vamos a dejarlo aquí que imagino que tendréis cosas que hacer y la semana pasada ya quedó una entrada un poco larga. Ya el próximo día os cuento el senderismo, Medinaceli y más platos de sopa castellana.

Disfrutad de lo que se pueda, cuidaos mucho.

¡Sed Felices!

domingo, 18 de octubre de 2020

Finde por Barcelona y Girona

Improvisadores, ¿Cómo estamos? Yo hasta arriba de faena, pero lo prometido es deuda. Así que hoy vengo a contaros la escapada a Barcelona y Girona del finde del 2 de octubre. Tarde, lo sé. Lo siento. Pero más vale tarde que nunca, ¿no?

Como ya sabéis (y sino, os lo digo ahora) dos amigas viven en Barcelona, así que Elena y yo solemos ir mínimo un fin de semana al año. Pero claro, este 2020 esta siendo tan raro que… en fin. Íbamos a ir en agosto y lo cancelamos, lo hemos ido atrasando. Hasta que ya el primer finde de octubre parecía la cosa estable como para poder irnos. Pero no queríamos ir en tren, por lo de la distancia social. Eso y que teníamos que llevar un colchón. No sé, imaginaos el panorama entrando en el tren con un colchón.

Total, que el viernes salí de trabajar y llegué a casa justo para comer, hacer la maleta (sí, super previsora, lo sé) y a por Elena que había salido de trabajar también. Aun no habíamos salido del barrio que nos cayó el segundo diluvio universal. Que dijimos… bien empieza el viaje. Pero todo en orden y una vez pusimos gasolina nos fuimos hacia Barcelona GPS en mano. Pasado el Ebro paramos para merendar y hacer cambio de conductora. Que Elena lo de dirigir con el GPS en Barcelona decía que no, y yo con la tontería llevaba ya 2h de coche más los 120km que me hago todos los días para ir y volver de trabajar. Nos pedimos el café y el té para llevar y en el coche con bien de distancia social del resto del mundo merendamos tranquilamente. Bueno, Elena no se acabó el café porque le pusieron como litro y medio y yo el té me lo estuve bebiendo desde allí hasta casi ya en Barcelona.

Y que rápido nos hemos acostumbrado a lo bueno, porque en la Comunitat Valenciana han quitado los peajes y cuando llegamos al primero fue “¿pero aquí se paga o aquí hay ticket? ¿Qué carril es el nuestro?”. Además, que nos equivocamos de salida y llegamos a Barcelona por el interior y no por la costa, aunque creo que así pagamos menos peaje (comparando con la vuelta). Total, que llegamos a Barcelona y eso quiere decir que aun teníamos como 30 min hasta llegar a casa de Laura, porque claro… Barcelona. Que no es que vivamos en un pueblo de 300 habitantes, pero… ya me entendéis. Total, que antes de llegar al aparcamiento ya nos habían gritado. Que dices “pues nada, bienvenidas a Barcelona”. Que Barcelona me encanta, si además hemos ido montones de veces, pero a mí me agobia un poco. Mucha gente que tiene mucha prisa todo el tiempo.

Por fin llegamos al aparcamiento, aparcamos y oh sorpresa no hay ascensor. Así que bolsas y colchón por las escaleras desde el 2º piso. Pero bueno, suena más dramático de lo que fue. Llegamos a casa de Laura y yo estaba ya KO. Quiero que quede constancia de que me levanto a las 6.15 todos los días y conduzco 40min para llegar al trabajo y otros tantos de vuelta. Es la única defensa que se me ocurre. Habían reservado para cenar en La Montiel 37, un restaurante cerca que esta bastante bueno, la verdad. Ninguna habíamos ido antes, pero Paula quería probar. La verdad es que cenamos muy bien, no tengo foto porque de verdad que estaba yo muerta del todo y mi cerebro no funcionaba, pero os dejo el Instagram por aquí.

Si cuando digo que estaba muerta no es broma, llegamos a casa de Laura y me dormí en el sofá antes de abrirlo. Pero al final lo abrieron y yo caí dormida. Hasta que a las 4 de la mañana me dio una rampa en el gemelo y me levanté de un salto que no se como Elena no se dio cuenta. Pero tampoco creáis que me sorprendió, últimamente me despierto mucho por la noche y no duermo más de 4 o 5h del tirón. Lo de la rampa sí me sorprendió. Aunque creo que fue de tanto acelerador el día anterior. Lo malo de esto no es el momento, es que durante lo que queda de día va a molestar.

Pero no hay mal que cien años dure y menos si se desayunan churros. Yo no sabia que en Barcelona había churrerías, y oye, tan feliz. Un chocolate con churros y ya puedes empezar el día (y no comer, porque vamos… yo que no suelo desayunar mucho). Por si estáis en Barcelona y os entra un antojo terrible de churros, era en el Forn d’En Pau. No he encontrado ni pagina web ni instagram, pero os dejo una foto por si os sirve. 



De aquí nos fuimos al coche, música, tarjeta para el peaje y rumbo a Peratallada (Girona). Yo no había estado nunca, pero me habían dicho que es un pueblo medieval precioso y tengo que decir que… no me mintieron. La llegada es un poco complicada si, como nosotras, vas a la tuya y te pasas el camino. Pero una vez estas en él, es muy agradable. Fuera del pueblo hay un aparcamiento gratuito (por lo menos cuando fuimos nosotras) y ya entras al pueblo a pasear y disfrutarlo. No es muy grande, así que no vais a necesitar muchas horas. Nuestra idea era comer allí, así que nos paseamos el pueblo mirando los menús de los restaurantes y haciendo muchas fotos. Algunas las tenéis en mi Instagram o en mis historias destacadas.

Al final acabamos en el Hotel RestauranteEl Pati, que quizá no es el más barato del pueblo, pero el jardín es increíble y se come de lujo. Os voy a dejar por aquí algunas fotos para dar un poquito de envidia. En instagram teneis fotos de la comida, que ya poneros eso me parece pasarme. 




De Peratallada nos fuimos a la playa de Begur a tomar el café, pero antes dimos un paseo por el paseo de Ronda. Vale la pena, aunque igual justo después de comer no fue la mejor elección. Nos cruzamos con gente, pero al ser octubre tampoco estaba lleno de gente. La playa en si muy muy tranquila, igual el local que elegimos para tomar el café no tanto, pero no voy a decir el nombre que aquí solo estamos para lo bueno.

La vuelta a Barcelona ya fue un poco más tensa. Entre el cansancio del día, el sol en la cara, no saber qué música poner y el tráfico. El maldito tráfico. En serio os lo digo eh. Que dirán que aquí vamos locos con el coche y será porque no han ido a Barcelona. ¿Pero qué locura es esa? Pero si solo para coger la salida que toca haces más km que otra cosa. Y coches y más coches y no voy a hablar de las motos porque ya ¿para qué? Pero bueno, por fin llegamos a casa sanas y salvas. Duchas después de un día completito, pedimos cena y les dio por hacer sesión de belleza. Que yo solo quería dormir porque, os recuerdo, que me había despertado bien prontito y últimamente duermo poco. Total, que ahí estábamos las 4 con la cara verde (no hay foto, bueno sí hay, pero no os la voy a enseñar) y nos lo quitamos justo a tiempo para que el repartidor no se llevase un infarto. Y luego Paula y Laura empezaron a hablar y yo… pues mirad, yo me dormí. Y Elena también. Yo lo siento, si yo de verdad que suelo ser habladora y no estoy tan cansada, pero últimamente pues mirad, no tengo el día (ni el mes y ya casi ni el año).

¿Y pensáis que aquí acaba todo? ¡Error! El domingo se despertaron sin prisa. Yo, para variar, me había despertado como a las 6 y volví a medio dormirme, pero a las 8 ya no había manera. Por fin nos ponemos en marcha y nos vamos a hacer un brunch. O desayuno tarde o comida pronto. Llamadlo como queráis. A un restaurante que, al parecer es especialista en esto, que se llama Casa do Açaí Brunch & Coffee. Por el nombre es fácil adivinar que son expertos, ¿no? Tengo que decir que me estuvo buenísimo. Además, nos vino fenomenal para salir de vuelta a casa ya comidas y no pillar nada de tráfico. Aunque creo que es mejor que reservéis si vais a ir. Yo el açaí no lo probé, pero Paula sí y dice que estaba bueno. Lo digo por si sois más valientes que yo. Como veis en la foto, fui a lo seguro con un wrap de salmón. ¿Qué puedo decir?



Sobre las 14h salíamos Elena y yo de vuelta a casa, coche cargado con el colchón otra vez y con cosas de Paula para su madre. Íbamos solísimas por la carretera, la verdad. Las dos pensábamos que tardaríamos mucho o encontraríamos mucho trafico y para nada. Elena sacó el coche de Barcelona y ya en cuanto paramos a poner gasolina lo cogí yo hasta Valencia. Miento, hasta que paramos en el Ebro a merendar, pero luego seguí yo conduciendo.

La verdad es que así contado se que no suena a mucho, pero si de normal un fin de semana con amigos ya lo disfrutas imaginad este. Este 2020 cualquier escapada que puedas hacer sabe a gloria y a vacaciones de un mes. Además, lo disfrutas sin saber qué va a pasar y de hecho mientras escribo esto los bares y restaurantes de Cataluña están cerrados otra vez y solo han pasado 2 semanas desde que fuimos nosotras.

Os voy a dejar por aquí fotos y los enlaces a los sitios por si, cuando vuelvan a abrir, queréis probar. Y recordaros (sin intención de ser pesada) que también teneis fotos en el instagram del blog. Y más seguido que entradas en el blog. 

Cuidaos, tened cabeza y disfrutad de las pequeñas cosas que si podemos hacer. 

¡Sed Felices!

martes, 15 de septiembre de 2020

Breakfast at Tiffany's... digo, en Cuenca

Improvisadores,

Os va a sorprender, porque me sorprendí yo, pero resulta que la escapada a Calpe no fueron mis únicas vacaciones. Os explico. Además, aprovecho para publicar este recuerdo de Agosto en pleno septiembre, para los que estamos teniendo una vuelta al cole complicada.

Mis amigos Gemma y Martín tuvieron una hija hace dos meses, es muy cuqui, muy mona y muy… bebé. Así que están teniendo un verano diferente e intenso. El sábado (mientras estaba en Calpe) me escribió mi amiga y estaba un poco agobiada. Así que le escribí a su marido.

“Te escribo para preguntarte si es una locura que vaya esta semana a pasar un día. Me ha escrito y la noto un poco agobiada de la vida”. Y así empezó la mejor sorpresa del 2020. No lo sabéis, pero a él le cuesta mucho guardar un secreto, y tuvo que hacerlo desde el sábado hasta el martes. De hecho, le dijo que tenía una sorpresa, pero no podía decirle cual. Pero se lo perdonamos.

Desde el sábado nos fuimos organizando, y el martes a las 7.30h de la mañana salía yo de mi casa camino a su pueblo. No sabéis lo emocionada que estaba, se me hizo el camino cortísimo. Que, por cierto, ¿cómo es tan bonita Cuenca con tantos girasoles? Disfruté del paisaje un montón, porque han puesto el limite en 90km/h y no estoy yo para pagar multas. Sobre las 9.30h llegué al pueblo, aparqué el coche y me puse debajo de la ventana. Martín le gritó que se asomase a mirar una cosa. Y cuando Gemma se asomó se quedó mirándome como diciendo: ¿Qué está pasando? No entendía nada. Era muy gracioso para los demás, porque lo sabían todos menos ella. Y entonces ya por fin: ¡Estas aquí! ¿qué haces aquí? Y yo: pues, desayunar…

No se si se aprecia la cantidad de girasoles que había (aclaración: no conducía yo).

Luego me lié y me quedé dos noches, pero eso es otro tema. Esa mañana después de desayunar (que es a lo que iba) nos fuimos a pasar la mañana a Cuenca, que ya habíamos estado todos, pero por dar una vuelta. Tomamos algo, la niña se echó la siesta de su vida mientras la subían y bajaban por las cuestas… porque en Valencia no hay cuestas, y claro, nos pilla por sorpresa. Comimos en un restaurante que barato no fue, pero vale completamente la pena si vais, es el Romera. Además, os recomiendo ir con una madre que este dando el pecho, porque tenéis conductor designado seguro. Te queremos Gem. Se que así contado, el día no tiene nada interesante, pero pensad que fue lo más parecido a irme de vacaciones que he tenido este verano. Dos días en un pueblo pequeñito, a la fresca, sin nada más que hacer que leer, socializar, comer y beber.

Las casas colgantes de Cuenca, para quien no las haya visto

Justo al salir de comer empezó a llover, así que huimos hacia el pueblo de vuelta. La tormenta se fue acercando al pueblo y sobre las 20h empezó a llover y llover... y no paró hasta las 2 de la mañana. La verdad es que esa noche dormí a ratos, porque el agua caía con tanta fuerza que hubo un momento que parecía que era granizo. Pero qué fresquito se estaba. Había salido de Valencia a las 7.30h con 27ºC ya... y allí estábamos a 15ºC. ¿Hay algo mejor que oír llover? Sobre todo, si estas a cubierto, claro…

Al día siguiente desayunamos, y la idea era ir al rio, pero con la tormenta de la noche iba a estar imposible. Así que nos fuimos a dar una vuelta al mercado y a saludar a los tíos y primos de Martín. La verdad es que fue un día genial sin tener nada así del otro mundo. Paseo por el mercado, torrà (o barbacoa, como queráis llamarlo), siestorra, ganar a Martín a un juego de mesa… todo bien.

Y yo os prometo que mi idea era volver a cenar a Valencia. Pero Gem me dijo que si me quedaba. Y yo, que soy tan difícil de liar, dije bueno venga va. Lo mejor es que llamé a mi madre para decírselo y me dice: si yo no te esperaba hoy. Por lo visto yo era la única que pensaba volver a casa.

Esa noche venían a cenar los primos de Martín y tocaban pizzas caseras. Entre nosotros, yo creo que Gem me pidió que me quedase para que hiciera las pizzas. La verdad es que nos salieron tremendas, esta feo que yo lo diga. Y luego nos fuimos a ver la lluvia de estrellas. No he visto unas estrellas tan brillantes nunca (bueno, en El Bonillo). Nada como no estar en la ciudad. Ya os dije que desde la desescalada todo me parece más bonito, pero imaginaos ver la lluvia de estrellas lo que fue. Y eso que estuvimos poquito rato porque hacia fresquito y la peque tenia hambre.

Esa noche dormí de lujo. Y el despertarte a 15ºC y salir a la fresca… eso aquí no lo puedo hacer, porque a la misma hora ya hay 25ºC. Esta vez sí, después de desayunar me fui de camino a casa de mi tía a recoger a mi abuela. La vuelta preciosa, girasoles, a 90km/h, la guardia civil en un stop (pero tranquis, todo ok).. y entonces autovía, llegas a la Comunidad Valenciana... y obras. Un solo carril. Estupendo. Estoy feliz. Nada, me dije: no tienes prisa, tienes música y poquito a poquito. 2h y media después llegué a casa de mi tía. Justo para comer y echarme dos buenas horas de siesta. Que no se vosotros, pero yo me las había ganado. Estar de vacaciones es cansado, ¿vale?

Como veis fueron dos días que puede que no tengan nada apasionante, pero creo que este año las cosas más mínimas parecen mucho más. Disfrutando de las pequeñas cosas, rodeada de gente a la que quiero y que me quiere, probando el helado de mandarina, disfrutando de simplemente estar sin hacer mucho más. No hemos pasado una pandemia para no disfrutar de las pequeñas cosas.

Ánimo con la vuelta a la realidad,

¡Sed Felices!

 

martes, 18 de agosto de 2020

Primera escapada: Calpe (P. II)

Improvisadores,

He tenido algún problemita técnico y no pude subir la entrada anterior cuando quería, mil perdones. Hoy traigo la segunda parte.

Después de tardar unos mil años en ponernos de acuerdo sobre a qué hora quedar, a las 9 de la mañana nos juntamos y nos fuimos rumbo a Calpe. El cálculo era que se tarda 1h y media en llegar de Valencia a Calpe, pero querían hacer una parada en el horno de la Beata Inés. Los que seáis de la zona de Valencia lo conoceréis. El resto, os lo recomiendo, pero no desayunéis antes de ir. Todo está buenísimo y todo es tamaño gigante. Allí desayunamos y compramos merienda. Estaban en plan goloso, qué puedo decir.

De allí nos fuimos hacia Calpe, pero no sé si la lio el GPS o nosotros, pero tardamos llegamos a Calpe a las 11.30h. ¿Qué son 2h y para hacer un trayecto de hora y media? Esto me recordó a cuando intentando llegar a Benidorm acabamos en la Font de la Figuera...

Bueno, por fin llegamos al apartamento de nuestros amigos, nos pusimos bien de crema y bajamos a la playa. Para entonces había bastante gente y hay control de aforo en las playas este año. El controlador que estaba en la “puerta” nos dejó colocarnos en un hueco, pero oh sorpresa, el mismo hueco que le había dicho a otro grupo. Al final se arregló sin ninguna ayuda del controlador que vio el panorama y dio media vuelta y se fue. Gracias por nada. La verdad que el hueco en la arena daba un poco igual, la mitad estuvimos todo el rato en el agua. Tengo que decir que se mantenían bastante las distancias, excepto alguna colchoneta a la deriva. Y algunos que ocupaban media playa para pasarse una pelota. Así que todo lo que os conté en la primera parte… sin problemas.

Aquí, para que no digan que no lo cuento todo, voy a contaros como eché a dos chicos del agua. Pero no era mi intención. Y en mi defensa diré que fui muy simpática. Se de otra que no lo hubiese sido tanto…Estaban dos chicos jugando en el agua con una pelota de rugbi. Eso duele si te da. Y nosotras nos quitamos de en medio. Pero por una o por otra se movían y volvíamos a estar en medio. Vamos a ver chavales, no tendréis mar mediterráneo para jugar a pasaros la pelota. Total, que en una de estas cayó la pelota a mi lado y yo a modo broma le digo que me la voy a quedar. Y él dice que me la presta. Y yo no hombre no (¿para que leches la quiero?) y entonces le dice al otro “vámonos que las chicas nos pegan”. Pero vamos a ver, ¿he dicho yo que voy a pegarte? No. Y le digo: no hombre, pegarte no. Y entonces suelta mi amiga: bueno, igual sí. Los chicos se salieron del agua, pero por favor no me digáis que fui yo una borde antipática. Pues todo el día con el cachondeo.

La verdad que estábamos muy bien en el agua, excepto por algún infarto porque te roza un alga. Pero como nos sabia mal que la mitad no pudiesen bañarse por lo de controlar las cosa, nos fuimos a la piscina del apartamento. Yo la verdad, soy más de piscina. La playa tiene… arena. La piscina estaba de 10, y encima teníamos la comida ya medio hecha y estando de vacaciones… ¿Qué prisa hay? Y digo vacaciones porque este día fuera son las únicas vacaciones de este verano.

Tengo que hacer aquí una parada. Antes de bajar a la playa habíamos hecho los macarrones, pero no calculamos bien, nos vinimos arriba, somos tontos… la explicación que queráis. Básicamente tenemos 29/30 años, pero no sabemos medir las cantidades de comida. Hicimos 1kg de macarrones. Éramos 6 personas. Salieron macarrones para toda la finca. Yo sigo sin estar convencida de que el paquete fuese de 1kg. Claro, cuando subimos de la piscina y mientras se acababa la comida, el aperitivo. ¿Cómo íbamos a comernos 1kg de macarrones? Y de postre habían traído helado de leche merengada para tomarlo con café, pero como yo no tomo café porque me pone (más) nerviosa, me tomé una taza de helado que vamos… gloria. Y las cinco de la tarde nos tumbamos a descansar un rato. Sí, a las cinco. ¿No os he dicho que estábamos de vacaciones?

Que diréis, ¿Qué tiene de emocionante que os echéis a descansar un rato? Nada, efectivamente, pero ¿sabéis la típica escena de dibujos donde se pliega el sofá cama y aplasta a alguien? Pues casi nos pasó. Nos reímos mucho. Si llega a pasar… igual no hubiese sido tan gracioso, la verdad. Pasamos la tarde (o lo que quedaba) tumbados haciendo el tonto y enviándonos vídeos en el grupo, aunque estábamos en la misma habitación, la vagancia eh. Y ya a las siete de la tarde merendamos. Toma horario de vacaciones eh. Pero los cruasanes (¿curasán, cruasán, croissant?) del horno aquel, rellenos de chocolate… son una bomba. Así que dijimos, vamos a pasear un rato porque entre el aperitivo, los macarrones y esta bomba…

La verdad que el paseo de Calpe está bastante bien, yo no había estado nunca o no lo recordaba. Tienen tiendas y puestecitos que oye, es entretenido dar una vuelta. Además, las vistas son muy chulas. Y justo enfrente del peñón han puesto el nombre de Calpe con legras grandes que salen unas fotos muy chulas. Os dejo la foto (sin nosotros) en Instagram.  Después del paseo volvimos al apartamento un rato, pero no teníamos hambre (no entiendo porque, si solo habíamos estado comiendo non stop casi todo el día) y nos volvimos a Valencia.

La verdad que fue un día muy divertido, me reí muchísimo, no me quemé (¡éxito!) y la gente se comportaba bastante con las mascarillas y distancias, lo cual me alegra. Pero cuando tienes días así tan divertidos es cuando te das cuenta de que se te esta acabando el verano a marchas forzadas.

Pero no pasa nada, porque de un plan siempre sale otro y ya tenemos para septiembre pendiente una tarde entretenida de pri(mark) – pri(mor) y lo que surja.

Disfrutad de lo que queda de agosto todo lo que podáis (con cabeza).

¡Sed Felices!

lunes, 10 de agosto de 2020

Primera escapada (P.1)

 Improvisadores,

¿Cómo os va la vida? Se que prometí que estaría más por aquí. Que tendríais algo nuevo todas las semanas. Que os pasaseis por Instagram también. Pero, ya me conocéis. Y conociéndome, sabéis que eso no iba a pasar.

En realidad, hoy estoy escribiendo para mí, no para vosotros. ¿Pero qué sería de mi sin compartir mis tonterías?

Esta semana me voy un día a la playa. Un día. Esas son las vacaciones que tengo este 2020. Pero no me quejo, ya es más de lo que tiene mucha gente. Y yo, ya lo sabéis, me apunto a todo. Cuando sea, donde sea. Pero hoy me ha dado agobio pensar en la playa. En si hay mucha gente, si se respetaran las distancias y las medidas de seguridad. Y entonces me he dado cuenta. Sí, he salido a comer y a cenar, pero por mi barrio (sí, ni siquiera por mi ciudad). Este día en la playa es el primer día que salgo de mi ciudad desde el 13 de marzo.

Hemos visto o leído en muchos sitios el impacto psicológico que el covid tendrá en la gente, pero sinceramente yo pensaba que a mí no me había afectado mucho. Si, el confinamiento ha tenido sus momentos. Pero en el fondo pensaba “si salgo a cenar y a comer, no pasa nada” pero no había salido de mi zona geográfica. Y no va a pasar nada.

Pero llevo un mes de vacaciones, estudiando opos (para que veáis lo que me aburro) y con las noticias de fondo. Y no hacen mas que salir brotes y rebrotes por todas partes. Y entonces me acuerdo de principios de marzo, cuando iban subiendo los números. Y el 13 de marzo a casa. Y el 14 de marzo a discutir con una señora en la cola de la carnicería. Y todos los días preguntarle a mis padres y a mi hermana (para los que no lo sabéis, son todos enfermeros) qué tal el día. Y ahora, vuelven a casa y mi madre vuelve a suspirar cuando le preguntas qué tal ha ido. Eso improvisadores, eso me asusta más que las noticias.

Y veo a la gente en Instagram que se va a pasar el día aquí, allá, el fin de semana, una semana. Y yo me agobio por un día en la playa. Un día con los amigos con los que ya he quedado a comer y a cenar. Si hasta mi hermana se fue un fin de semana de vacaciones. Pero el agobio no tiene explicación.

Pero comentándolo con más gente, se que no soy la única. No es miedo a salir, porque ya digo, yo he salido. Pero es el ver que vuelven a subir los números y que hay gente que le da igual, esta disfrutando del verano como si nada. Y entonces me enfado, pero conmigo misma. ¿Por qué ellos disfrutan del verano y yo me agobio por un día en la playa? ¿Alguien que me lo explique?

Respiraré hondo e iré a la playa. Con mi libro, mi crema solar y mi mascarilla. Tranquilamente. Luego se que será un día genial, pero tengo que preocuparme por adelantado porque así soy yo. Os contaré que tal en otra entrada en el blog… un día de estos. Seguramente antes de 2021.

¡Sed Felices!

lunes, 1 de junio de 2020

Junio de reflexión

Improvisadores, 

¿que tal el día 80 desde que empezó el confinamiento? Se que ya estamos en desescalada, pero empecé a apuntar en el calendario los días y.. ¿cuando parar?

Podría venir a hablar de cómo el mundo se ha vuelto loco. De cómo el 2020 parece una película apocalíptica. O de cómo vamos a salir de esta situación un con marcas permanentes en la memoria colectiva. Pero creo que nos merecemos algo mejor. Vosotros y yo. Vengo a buscar la luz al final del túnel. Y os invito a que lo hagáis vosotros también. 

Con este parón en seco de nuestras vidas he aprendido muchas cosas, la mayoría sobre mi misma. Puedo estar sola en mi casa mucho más tiempo de lo que pensaba; se cocinar aunque siempre he dicho que no; me quejaba por cosas tontas; no daba tantos abrazos como debería; mi yaya y yo hemos vivido algo "por primera vez" juntas, porque como dice ella, esto no lo hemos vivido en la vida; hecho de menos madrugar y conducir para ir a trabajar; hecho de menos estar en clase con mis alumnos; no me he apuntado a ningún canal de deporte en youtube, y no pasa nada. 

Con esta desescalada, valoro mucho el tiempo que voy a pasar fuera de mi casa y con quién; es muy difícil no abrazar a alguien que llevas meses sin ver porque las videollamadas están bien, pero nada se compara a la realidad; hace tanto tiempo que no iba en coche, que ahora me que va a la velocidad de un avión. 

Pero sobre todo, creo que (aunque suene a tópico típico) ha cambiado mi forma de ver las cosas. Ayer se reían de mi porque decía que todo me parece más bonito. Las montañas, los arboles, las casas y paisajes que he visto mil veces haciendo ese trayecto en coche me parecen más bonitos. Los pájaros cantan, las nubes se levantan... ya sabéis, todo mucho más brillante. Soy mucho más consciente de que muchas veces me quejaba por tonterías. Cosas que realmente no eran el fin del mundo, aunque a mi me lo pareciesen en ese momento. Que quizá estaba enfocada a cosas que no eran realmente lo más importante y daba por sentadas cosas que no eran seguras. 

Durante el confinamiento muchas veces he pensado en esos días que había quedado y decía: que pereza me da salir, para qué digo que sí, pudiendo quedarme en casa... Y de golpe y porrazo quedarme en casa no es mi decisión, es mi responsabilidad. Y pasábamos horas en videollamadas en las que realmente no hablábamos de nada importante, pero nos reíamos, echábamos el tarot y desconectábamos de estar encerrados en casa. 

Valoro mucho la suerte que tengo, que no he pasado el confinamiento sola en mi casa sin poder ver a mi familia. Se que mucha gente no ha tenido esa suerte. Y curiosamente, no hemos discutido ni de lejos lo que podía pensar que discutiríamos. También es verdad que los tres son enfermeros y no estaban mucho en casa. 

En definitiva, creo que con esto he aprendido a apreciar más las pequeñas cosas de la vida. Yo ya sabéis que siempre he sido fan de una terracita con sus cervezas y sus bravas, pero ahora lo que más valoro es la compañía y el poder dedicar mi tiempo a estar con la gente que yo quiero estar. Hemos celebrado cumpleaños 2.0 enviando los regalos y viendo la reacción con vídeos. Ya no era el regalo, era la ilusión de alegrarle la rutina a alguien en su casa. Es decir, valoramos el detalle, el tiempo invertido y el acordarte de esa persona. Y eso es algo que no debe cambiar da igual el tiempo que pase. 

Obviamente hay días malos, y el final de curso se presenta estresante a más no poder, pero creo que para quejarme tengo muchísimos días más. No os penséis que os escribo esto hoy porque estoy en modo flower power, todo lo contrario. De hecho hoy es un día regulín con un humor mediocre y mucho estrés interno. Quizá por eso hoy me apetecía hacer una entrada de apreciación por las cosas buenas que tenemos y que igual antes no valorábamos tanto. 

Espero, que en unos meses no se nos haya olvidado cómo nos hemos sentido a lo largo de estos meses y esto sirva para mejorar, ya no como sociedad (que también), como personas. Personas que busquen hacer el bien por los demás, compartir las cosas buenas y acabar con las malas. 

¡Sed felices!