jueves, 15 de agosto de 2013

Te echaré de menos Nur!

Improvisadores, hace unos días podíais leer como me despedía de una amiga que se ha ido a Paraguay. Hoy podréis leer como me despido de otra amiga, de una amiga que sé que a pesar de discutir mil veces siempre estará ahí. Mi hermana Nur se va a Noruega.
¿Qué si la echaré de menos? Mucho. De pequeñas nos peleábamos mucho, menos los días del cumpleaños que estaba prohibido pegar a la cumpleañera. Ahora discutimos a veces, pero cuanto más mayores nos hacemos, menos discutimos.
Como ya he dicho, no es solo mi hermana. Es mi amiga. Sé que nos cubrimos las espaldas la una a la otra, nos prestamos ropa (más ella a mí que yo a ella) y compartimos casi los mismos gustos y aficiones.
Por mucho que a veces me queje de ella, sé que la echaré de menos y espero que ella me eche un poquito de menos a mí. Solo un poquito. Desde siempre ella fue la más lanzada de las dos, la que quería ver mundo y vivir por ahí. Bueno, se veía venir lo del Erasmus.
En realidad no tengo mucho que decir, ella ya sabe lo mucho que la echaré de menos. Seguramente también lloraré cuando vaya a despedirla al aeropuerto. Seguramente lloraré yo más que ella, yo soy la llorica. Espero que se lo pase muy bien, que disfrute todo lo que pueda, que se traiga un gran recuerdo y que me prepare un sitio para ir a visitarla. Que se acuerde de las mil cosas que hemos hecho juntas: el viaje a Madrid y el concierto de 1D, como cuando me arrastró a ver Mama en el cine y casi me da un ataque, como cuando veíamos Polseres Vermelles  en su teléfono de lo enganchadas que estábamos, como cuando le quitaba la ropa y desesperaba. Que se acuerde que ella es la primera que ha leído mi libro, la que me enseña libros geniales, la que cocina cuando yo estoy vaga. Pero que se acuerde de que yo soy la que hace el huevo frito cuando tiene miedo del aceite caliente, que yo desesperaba cuando llegábamos tarde a clase, que yo fui la primera en llamarla Nur consiguiendo encontrar un diminutivo para un nombre corto. Que por mucho que peleemos o discutamos, los momentos que hemos pasado juntas son siempre buenos recuerdos. Repetiría todos y cada uno de ellos, pero eso no dejaría tiempo para tener recuerdos nuevos.
Iba a ponerte una canción, como ya te dije. Pero no sé cuál elegir de todas las que he escuchado contigo, de todas las que hemos bailado en la habitación como locas, de todas las que hemos visto el videoclip juntas por primera vez ni de todas las que me traen recuerdos geniales. Tendría que ponerte la discografía entera de mucha gente. Así que pondré el video de la última que escuchamos juntas por primera vez, que sé que casi te lo sabes de memoria.

Nur, pásalo genial, abrígate y haz muchas fotos. Iré a verte en cuanto pueda y acuérdate de que el frio es psicológico. Te quiero.
¡Sed Felices!

miércoles, 14 de agosto de 2013

Segunda parada: Ibiza

Improvisadores, como os prometí, en esta entrada toca hablar del siguiente viaje que he hecho este verano: Ibiza. Vosotros diréis: ¡Qué guay! ¡Ibiza! Fiesta a tope. Yo os digo: no. ¡Que guay! ¡Ibiza! Sol y barco. Eso sí es un viaje diferente.
El miércoles 31, después de toda la mañana intentando pagar las tasas del titulo y a la fresca en casa, a las 14 hice la bolsa corriendo y a las 14:45 salí a por el autobús. Delante de mis narices el 89 giraba por la calle y ante mis narices se largaba. Por un momento pensé que llegaría tarde a la estación de autobuses donde me esperaba mi compañera de viaje: Gem. Ella ya estaba allí, compró los billetes y me esperó en la cafetería. La vez que quedamos bajo el reloj de la estación de Renfe fue mucho más glamuroso, pero la cafetería también está bien. Llegué allí, nos sentamos las dos y a las 16 subimos al autobús que nos llevaría a Denia. Llegamos a las 18 y muertas de calor y cargadas llegamos al puerto. Allí estaban Thais y Alejo esperándonos desde hacía por lo menos una hora. Una vez nos reunimos todos, nos fuimos al pantalán (o el patatal como dice Alejo) para saludar a los padres de Gem y entrar en un primer contacto con el barco. Llegamos allí y dejamos los trastos. Fuimos de excursión a los servicios y cenamos coca que había hecho Puri (también conocida como la madre de Thais) y nos repartimos las camas. Bueno, ya estaban repartidas, digamos que pusimos las sabanas como última señal del reparto. A las 5 de la mañana del jueves 1 nos despertábamos todos. En un principio no pensábamos levantarnos, pero Juanjo (alias el padre de Gemma) dijo que tendríamos curiosidad y nos levantaríamos. Y tenía razón. Salimos todos a cubierta a las 5 y Juanjo puso rumbo a Ibiza convertidos todos en la tripulación del Alphecca. Allí estuvimos todos despiertos aguantándonos el sueño para ver amanecer. Después, volvimos a nuestras camas hasta por la mañana. La verdad es que 10 horas de navegación se pueden hacer muy largas. Pero por suerte no nos mareamos (hicimos trampa el primer día con la viodramina, pero ya está). Además, el día estaba muy claro y el agua parecía una balsa de aceite, así que fueron 10 horas de mirar al horizonte. Delante, Ibiza; detrás, Denia. Ves los dos sitios pero no llegas nunca. Además, vimos dos grupos de delfines a la ida.
Llegamos a Ibiza pasada la hora de comer y fondeamos el velero detrás de Conejera. Allí nos bañamos, comimos e hicimos la siesta. No sé si habéis dormido alguna vez en un barco, pero se duerme de lujo. Es como una cuna gigante. Ya os dije que las rotondas me dan sueño, pues imaginaos el movimiento continuo del barco con el balanceo. Solo os diré que los 6, sin excepción, nos hemos echado buenas siestas durante la semana. A las 19h Juanjo llamó al puerto de San Antonio para probar suerte. Y tuvimos mucha suerte: pudimos pasar la noche en el puerto y no fondeados. Esto es bueno porque puedes bajar a los servicios y a la ducha, puedes rellenar los depósitos de agua y puedes tener vecinos repipis. Bueno, lo último no es una ventaja.
Llegamos a puerto y Alejo, Gemma, Thais y yo, los 4 uniformados con nuestra camiseta de la tripulación causamos sensación. Nos miraban como si no hubiesen visto nunca una camiseta color boli bic. El caso es que los padres de Gem se fueron a hacer los papeles (supongo que lo que sería el check in) y nosotros 4 nos sentamos en cubierta. Y cuando volvieron los padres de Gem, el vecino repipi les dijo que menuda tripulación, que nos hemos relajado mucho. Chivato. El caso es que después nos tocó a los 4 limpiar el barco y justo cuando Juanjo cogió la manguera, volvió el vecino y soltó otra de sus críticas a la tripulación. ¡Cállese, por favor! En fin, siguiendo la rutina del camping, nos fuimos a la cama pronto. ¿Por qué? Pues porque, como dice Mª Carmen (alias la madre de Gem), el mar cansa más de lo que parece.
El viernes 2 salimos tarde de puerto porque nos esperamos a ver si teníamos suerte y podíamos quedarnos esa noche también. Entonces como a las 12 deben abandonar los amarres los barcos fondeados que no tienen el amarre reservado, nos esperamos. Y volvimos a tener suerte. Estando allí apareció un hombre diciendo que ese era su amarre y Thais y yo nos miramos con cara de  “A mi no me mires”. Y Gem se empezó a reír. Resulta que es un amigo de sus padres. Así que al final fuimos con los amigos de los padres de Gem y fondeamos en la misma cala. Allí estuvimos bañándonos mientras Gem y su padre probaban la bombona de oxígeno y luego Gem, Thais y yo probamos el ala manta. Si os cuento lo que es no os parecerá tan guay. Pero básicamente vas enganchado a una pieza de madera mientras te arrastra la lancha y puedes hundirte más o menos. El problema es que Thais y yo no estamos muy acostumbradas a respirar con el tubo y casi morimos, pero por lo demás es genial. Además, lo raro es que yo quisiera probarlo, por eso de que soy una cagueta y tal. Después de la siesta, los padres de Gem se fueron con la lancha al barco de sus amigos y nos dejaron a los 4 en cubierta con la música y el sol. Y las barcas que pasaban llenas de turistas nos miraban raro. Tanto que al final Thais les gritó “¡Sí, somos ricos! ¿Qué pasa?”. Y nos entró la risa. Pero luego nos enteramos de que la madre de Gem sí oía lo que decían de nosotros porque el viento les llevaba la conversación. Y eran cosas como “Pero mira, si tienen 20 años, lo tienen todo”. Es lo que mi padre llama envidia. Los padres de Gem volvieron al barco y a las 19 nos tomamos unos gin-tonics y unos ron con Coca-Cola, pero en copa por si aparecen más turistas mirones. Luego pusimos rumbo a San Antonio para situarnos para ver la puesta de sol. De camino allí hacia tanto viento que el barco escoró tanto que yo pensaba que salíamos volando de cabeza contra el otro lado. ¿Sabéis que es lo mejor de la puesta de sol en Ibiza? Que se juntan todos para verla ahí en la playa y en los cafés y cuando se pone el sol… ¡le aplauden!
Volvimos a puerto, amarramos y ya os digo yo que no se aprecia tanto una ducha de verdad como cuando no la tienes. Y allí estábamos Thais, Gemma y yo cada una en su ducha pero hablando por encima del ruido del agua y cantando. Menos mal que no entró mucha gente. No sé si habéis ido a Ibiza alguna vez, pero es cuanto menos fascinante la fauna que se junta. Es como entrar de cabeza en Geordie Shore. Si no lo habéis visto nunca, buscad una foto. Pelos de colores, tíos cachas sin camiseta y llenos de tatuajes, chicas en bragas vaqueras, maquillaje a más no poder y borrachos. Nos lo pasamos genial comentando cada modelo que pasaba por delante, tendríamos que haber hecho un concurso. No pasa nada, otra vez será.
El sábado 3 no nos fuimos a navegar. A las 10 fuimos a la oficina de información para que nos dieran la guía de autobuses. Empezaba la aventura. Nos fuimos a la estación y subimos al autobús San Antonio – Ibiza. Llegamos a Ibiza en menos de media hora y empezamos a subir. La parte vieja de Ibiza, la turística, está arriba. No podían hacerla abajo, hubiese sido muy fácil. Casi nos morimos subiendo escaleras al sol hasta que bajando por el otro lado vimos un bar con cojines en una escalinata de la calle y nos asentamos allí. De hecho, se llama S'escalinata. Y digo asentarnos porque hubo tiempo para dos rondas de cervezas y un aperitivo con humus que nos estuvieron de vicio, os lo digo. Hasta tuvimos tiempo de entablar conversación con la camarera, de Alacuás por cierto. Bajamos de allí y nos fuimos a la zona del puerto de Ibiza. Vimos tiendas, vimos turistas y vimos una mesa en el restaurante "Café Mariano" que estaba justo en el punto donde soplaba el viento, y allí nos sentamos. La verdad es que comimos de tapas, pero estaba bueno. Aunque este día nos gastamos más dinero en autobús y bebidas que en comida. Solo ese día me bebí 3 coca colas, un café, un granizado y un té helado. Después de comer queríamos hacer tiempo, porque hacía mucho calor, así que Gem y yo nos pedimos un café. Del tiempo. Bueno, con hielo para los no valencianos. Un rato más tarde cruzamos la calle y nos sentamos a la sombra con un yogurt helado en la mano. Al final volvimos a la estación de autobuses que estaba donde Cristo perdió el gorro. Allí cogimos un autobús Ibiza – Santa Eulalia. En Santa Eulalia hicimos transbordo a Santa Eulalia – San Carlos. Pero no llegamos a San Carlos, nos bajamos en el mercadito hippy de Las Dalias. Estuvimos dando una vuelta por allí, viendo los puestecitos, poniendo cara de espanto ante les precios (¿60€ un chaleco? ¿Está usted loca?), nos encontramos con el primo de Gem y me encontré con un compañero del instituto. El mundo es un pañuelo. El problema era que llegamos al mercadito a las 17 y algo, y hasta las 19 no pasaba el autobús de vuelta, así que muertos de calor nos fuimos a por el té frío al bar. A las 19 volvimos a subirnos al autobús San Carlos – Santa Eulalia. A las 19:30 estábamos en Santa Eulalia esperando el siguiente autobús. A las 20 subimos al autobús Santa Eulalia – San Antonio y a las 20:30 llegamos a San Antonio. Fue un día cansado, muy cansado.
El domingo 4 nos fuimos a fondear y se vinieron con nosotros el primo de Gem y su novia. Era un día de esos en los que el sitio más divertido en la proa donde saltan las olas. Llegamos a la cala, echamos el ancla y se echan al agua. Nosotros estrenamos la cámara subacuática que compramos en Ibiza y mientras yo me voy quitando los zapatos. Justo cuando voy a bajar al escalón para meterme en el agua el primo de Gem dice algo tipo “Pues sí, me ha picado”. Si me pica a mí una medusa os enteráis aunque estéis en China. Así que se salieron todos corriendo y nos pasamos el resto del día maldiciendo a las medusas y disparando huesos de aceituna con un tirachinas. Tiro a la medusa. Esa tarde, al llegar a puerto, dijimos de salir a cenar, así que nos duchamos y nos pusimos nuestras mejores galas para ir a…la pizzería. Pero comparando con la del camping, madre mía, sí que es caro Ibiza. Después de cenar nos volvimos al barco y caímos redondos. Que no sé cómo podíamos estar tan cansados. Hacíamos siesta todos los días, pero no había manera. He llegado a la conclusión de que si vas a Ibiza en hotel puedes salir de fiesta, si vas en barco estas más cansado.
El lunes 5 nos fuimos a fondear cerca del puerto con la idea de volver a comer allí. Nos fuimos a una cala, pero había demasiadas medusas, en otra había demasiados barcos. Pero al final fondeamos, nos bañamos y volvimos a comer al puerto. Después de la siesta (que es sagrada) nos tocó limpiar el barco otra vez. Después fuimos a ducharnos y ya vestidos como personas nos fuimos a dar una última vuelta por las tiendas. Digo vestidos como personas porque nos hemos pasado el día en bikini y con la camiseta de la tripulación, y con eso nos íbamos al baño, al súper y a donde sea. Esa noche los padres de Gem se fueron a cenar con unos amigos, así que cenamos solos y luego nos quedamos viendo la tele. No se veían bien muchos canales porque hacía mucho viento, así que acabamos viendo Vergüenza Ajena en MTV, que era la única que se veía medianamente bien. Cuando llegaron los padres de Gem ya habíamos apagado la tele y estábamos en el proceso de coger el sueño. Somos unas juventud fiestera donde las haya. 
A las 5 de la mañana salimos de San Antonio rumbo a Denia, esta vez no nos despertamos. Ya no teníamos tanta curiosidad después de una semana en el barco. Éramos tan expertos que Alejo había pasado de grumete a contramaestre. Así que nos despertamos ya sobre las 9 o las 10. Esta vez el mar estaba más agitado, no era una balsa de aceite y el barco iba dando saltos. Tardamos más que a la ida porque el viento venia de Denia. A las cuatro de la tarde ya estábamos en el puerto de Denia, y en los minutos que tardamos en amarrar y que ya no estábamos a la sombra, Thais y yo nos quemamos los brazos, después de una semana sin quemarnos.
A las 17:15 salía el autobús en dirección a Valencia y a las 16:55 salía del barco con Thais, Alejo y los padres de Thais que me acercaban con el coche. Llegamos a la parada justo cuando llegaba el autobús. Lo cogí, por poco, pero lo cogí. Llegué a la estación de autobuses de Valencia y allí me recogió mi padre y oye por lo menos me ahorro el viaje extra hasta casa.
Estaba tan cansada que casi me duermo en la bañera, aunque ahogarme no me iba a ahogar. Al salir del baño me tiré en el sofá y me quedé enganchada a un documental sobre Hitler y Eva. Creo que es el primer documental que veo de historia. Os vais a reír, pero desde que empecé la carrera dejé de leer revistas y ver documentales de historia, ya tenía bastante historia en clase. Después de cenar me fui porque había quedado con Elena, Paula y Anna para tomar algo y ponernos al día. Y al llegar a casa ya no tenía sueño. Soy así de rara y acabé viendo Gandía Shore hasta que me entró el sueño y el aburrimiento.
Así que ahora ya estoy de vuelta en casa. Sin internet.  

Actualización 29 noviembre 2020: gracias por volver a leer este post! La verdad que ahora de nostalgia todos los viajes que hemos hecho y ahora no podemos. Pero podremos! Una vez más, el estilo de diario de viaje no es el habitual a los post de instagram, pero espero que os guste! 

¡Sed Felices! 

martes, 13 de agosto de 2013

Primera parada: Camping!

Improvisadores, vamos a entrar al tema interesante: las vacaciones. ¿No os parece interesante? Yo creo que es lo mejor del verano. O ¿quizás es el verano lo mejor de las vacaciones? No lo sé, el caso es que ahora voy a contaros mi primer viaje.
El lunes 22 era el día de organizar la maleta a corre prisas. A las 9 me desperté por culpa (o gracias al) grupo del whatsapp del camping, que ya estaban en marcha. Me puse a recoger mis cosas hasta que aparecieron mi madre y mi hermana diciendo que si íbamos al centro a ver vestidos para la graduación. Vale, vámonos. Yo no sé qué pensaba mi madre, pero me llevó al centro a tiendas donde tienen hasta café. Y donde no voy a gastarme tal cantidad de dinero en un vestido. ¿Estamos tontos o qué? 970€, mis dos riñones, tres ojos de la cara, un pacto con el diablo… además, en Divinity las dependientas son mucho más simpáticas. “A estas alturas, para septiembre no encuentras nada”. Pesimista de las narices, ya veremos si encuentro o no.
Después de comer acabé la maleta. Luego me fui a merendar con Lau y por la tarde, al llegar a casa, Gem me dijo que su cargador podía servir para mi cámara de fotos. ¡Yuju! Después, de repente en mi casa había que preinscribirse para el master, así que lo hice y en cuanto lo conseguí, mi padre me llevó a casa de Thais. Bajaron Thais y Alejo para ayudarme a subir trastos. Cuando llegó Gem nos fuimos a mercadona a comprar el desayuno y el almuerzo del viaje. Volvimos a apalancarnos en el sofá hasta la hora de cenar [Maria, deja de meterte con Gemma mientras escribes esto en el camping] y nos fuimos hacia el restaurante. Queríamos cenar en uno ambientado en La Vida de Brian, pero estaba cerrado y acabamos cenando en un libanés (Beirut King) con un menú degustación que según Gem sabía todo a morcilla. Pero a mi me encantó. 
Casi a punto del empacho y muerte, volvimos a casa de Thais. Hacía tanto calor que moriríamos por empacho y deshidratación. Gem y yo preferimos acostarnos en los sofás con el ventilador. Pero no conseguí dormir del tirón y a las 4:30 se despertó Gem y asaltamos la nevera en busca de agua. Después de esperar a que se descongelase una botellita pequeña, de darnos cuenta de que podíamos beber de una garrafa de la nevera y de cambiar los sofás, conseguí dormir del tirón hasta las 6:30.
El despertador sonó el martes 23 a las 7 de la mañana. Mientras Gem remoloneaba, Thais y Alejo se ducharon y yo…remoloneé. Desayunamos sandia, recogimos los trastos y nos fuimos hacia el coche. Después de la partida de tetris más difícil de la historia, conseguimos meternos todos en el coche. Solo diré que Gem y yo no tocamos el suelo del coche en ningún momento.
Después de parar a almorzar (previsoramente habíamos hecho bocadillos. Madres y abuelas, podéis estar orgullosas), seguimos la ruta y llegamos al camping (La Ballena Alegre) a las 13:30. El camino estuvo amenizado por canciones de nuestra recolección, pero también por la radio. Llegamos al camping y hacemos el check in. Y luego nos dicen que nos busquemos una parcela. Reserva ni reservo, allí que vamos nosotros en medio del caos a buscarnos una parcela. Nuestro vecino de la derecha nos ocupaba un trozo de parcela, pero bueno, no nos molestaba. El vecino de atrás será ahora conocido como El Patriarca, la mujer del Patriarca y su hija la Barbie Choni. Por fin encontramos una y después de 1h conseguimos montar la tienda (bueno, Thais y Alejo montaron la tienda). Es un tiempo nada malo si tenemos en cuenta que no la habíamos montado nunca, y si tenemos en cuenta también que no se nos cayó encima en ningún momento durante todo el viaje. Pero claro, imaginad el calor que pasamos montando la tienda al sol a esas horas del mediodía. Nada más acabar nos fuimos al bar a comer algo, pero como tenían horario guiri, nos tuvimos que conformar con unos bocadillos y unas cervezas. Suficiente.
Nos quedamos allí apalancados muriendo de calor. Nos reímos de Alejo, que dijo que su teléfono vaticinaba lluvia, nos reímos de mi madre que también nos había avisado. Nos dejamos de reír cuando acabamos con todos los trastos dentro de la tienda porque llovía. Mientras nosotros recogíamos las cosas dentro de la tienda, llego el vecino de la izquierda, un señor austriaco que desde hoy conoceremos como Vettel. Iba con sus 3 hijos (el de gafas, la niña y Philip) y se puso a montar la tienda mientras llovía, después de que yo intentase explicarle que la parcela acababa en una piedra. No lo entendió, porque nos ocupó media parcela. Como es lógico, noche de lluvia, noche de cartas. Cenamos los 4 dentro de la tienda, jugamos a las cartas y a las 12 estábamos todos en la cama. Porque teníamos sueño y porque somos muy respetuosos con las normas que dicen que de 12 a 7 hay que mantener el silencio absoluto.
El miércoles 24 decidimos quedarnos en el camping, lo que no sabíamos era que a las 8 de la mañana nos despertaría el calor insoportable que hacía en la tienda. Nos levantamos con calma, desayunamos con calma y sobre las 11 nos fuimos a la  playa, también con calma. A las 13:30 y ya muertos de calor nos fuimos al chiringuito a por unas cervezas. Pensábamos seguir nuestro camino hacia el supermercado, pero tenían pollo asado y patatas y decidimos aplazar la cocina para la noche. ¡Viva la procrastinación!
Después de comer nos quedamos allí porque corría el aire y se estaba mejor que en ningún sitio. Pero os aseguro que el tiempo pasa muy despacio cuando no haces nada. Al final volvimos a la parcela y fuimos moviendo las sillas según el sol. Después de conseguir levantarnos, caminamos el largo trecho que había de nuestra parcela al súper y por la noche cocinamos con el camping gas. Es más difícil darle la vuelta a la tortilla francesa si con un mal gesto puede acabar en el césped. Allí estábamos, Thais y yo cada una en una silla alrededor del camping gas, Thais aguantando la luz y yo con la sartén y la paleta en la mano. Después de cenar estuvimos con las cartas y de sobremesa, tanto que Thais y Alejo se apalancaron. Pero Gem y yo queríamos salir a ver que se cocía por ahí. El chiringuito cierra a las 12 y en la discoteca estaban todos los críos y el pub es pub de sentarte y tomarte una cerveza. Así que 30 minutos después de salir, Gem y yo volvíamos a la tienda con la sensación de ser nosotras las guiris. Debía ser así, porque allí eran todos holandeses.
El jueves 25 sonó el despertador a las 8, desayunamos, molestamos a la Barbie Choni que seguía durmiendo, también molestamos a nuestros vecinos de atrás que seguían durmiendo (conocidos desde hoy como Justin y su hermano el Moreno), recogimos y nos fuimos a Figueres. Aparcamos cerca de información (gracias GPS) y nos fuimos a hacer cola al museo de Dalí. Creo que de todos, la más fan de Dalí es Thais. A mí es que el surrealismo no me va, no lo entiendo mucho y parece que Dalí estaba como una cabra. Con todos mis respetos hacia los admiradores de Dalí. Después de ver el enorme, gigantesco e interminable museo, nos fuimos a comer.
Acabamos en el restaurante más lento de Figueres y preguntándonos si se pueden enviar sugerencias anónimas a Chicote. Después de horas para comer, volvimos al coche. El parking nos costó 10€ y a Alejo casi le da algo cuando vio que por ese precio ni le habían lavado el coche ni nada. Nos pusimos rumbo a Sant Pere de Rodes. Por el camino eché alguna cabezada hasta que topamos con un badén gigante que hizo que se me desencajaran las vértebras y me despertase. Es que íbamos por un camino de rotondas y no puedo soportarlo, me entra sueño. Pero luego el camino de curvas subiendo hacia Sant Pere ya no me dormí, esos sí me gustan. Llegamos arriba y…menudas vistas. Sí que sabían elegir bien los monjes las localizaciones. El monasterio sí que me gustó, más que el museo de Dalí diría yo.
Al acabar la visita, de vuelta al coche, pasamos por Cadaques de camino a Port Lligat a ver la casa de Dalí, pero no entramos porque eran 11€ y aun teníamos que volver al camping. Después de 1h de coche llegamos al camping a las 20:15h y decidimos que no queríamos cocinar, así que nos fuimos a la ducha y Alejo que acabó antes, se fue a por dos pizzas.
La verdad es que las pizzas estaban más buenas de lo que creía. Volvimos a jugar a las cartas y una vez la Barbie Choni acabó la fiesta que tenía con sus amigos en la caravana, nos fuimos a la cama. Total, si ya se van no tengo nada que cotillear, no vale la pena.
El viernes 26 volvimos a quedarnos en modo reposo en el camping, con nuestro calor a las 8 de la mañana, nuestra playa a las 11 y nuestra cerveza a las 13:30. Como veis, vivimos muy mal, muy estresados. Volvimos a comer en el chiringuito y después nos fuimos a la sombra de la piscina a hacer la siesta. A las 15 nos despertamos y Gem y yo nos fuimos a la ducha muertas de calor y luego a la parcela a sentarnos a la sombra. Al rato vinieron Thais y Alejo y tras horas aburridas de calor, nos pusimos a jugar al Jungle Speed (nosotros lo llamamos el Tótem, pero da lo mismo), el juego de cartas del viaje por excelencia. Nos entusiasma tanto que acabó siendo un espectáculo para los padres de Justin y el Moreno.
A las 20 nos fuimos a comprar la cena. Ya teníamos la cebolla en la sartén cuando encendimos el camping gas y empezó a arder por la clavija y lo tuvimos que apagar con una botella de agua. Lo dejamos enfriar y lo volvemos a intentar. Parecía que a la segunda iba bien, pero volvió a arder. Yo propuse pedir una cocina, pero ninguno quiso. Entonces el Patriarca vino a decirnos que ellos nos hacían la cena en su cocina. Gracias a esta buena gente pudimos comernos las hamburguesas.
Después de cenar volvimos a sacar las cartas en la partida más larga de la historia. Thais soltó un chillido a las 12:05 que hizo que por poco se nos saliera el corazón y nos echasen del camping (bueno, puede que esté exagerando). Cuando por fin acabamos la partida infinita, nos fuimos a dormir.
El sábado 27 fue el día que más tarde nos levantamos, a las 9 de la mañana. Diciendo esto no parece que estemos de vacaciones. Estábamos muy vagos y tardamos en desayunar y en cambiarnos. Llegamos a la playa a las 12 y yo diría que, definitivamente, fue el día más vago de la semana. Para variar, no cocinamos al medio día. Y por la noche nos fuimos a cenar a la pizzería. Nos pusimos nuestras mejores galas y nos fuimos al restaurante. Entramos muy decididos hasta que nos preguntó si teníamos reserva. Pues…no. Así que teníamos a 6 personas delante de nosotros. Pues una caña mientras esperamos, ¿no?
Justo cuando acabábamos llegó la camarera a buscarnos. Como somos unos animales, pedimos una pizza para cada uno y una ensalada. Digo que somos unos animales porque el miércoles habíamos cenado los 4 con 2 pizzas. Las pizzas y la ensalada no nos las acabamos, pero el lambrusco sí. Durante todo el camping nos comportamos y fuimos muy calladitos en contra del tópico, hasta este momento. Fuimos los más escandalosos del restaurante mientras hacíamos monólogos históricos partiéndonos de risa de todo evento histórico estudiado en la carrera. No sabemos si haremos un libro o un espectáculo teatral, ya os voy avisando. Al acabar de cenar bajamos a la fiesta del mojito. Nosotros íbamos a bailar, pero como había una pareja bailando muy bien, no quisimos dejarlos mal. Es decir, no bailamos porque no quisimos, no porque bailasen genial. Pero como el camping tiene horario guiri, a las 12 se acabó la fiesta y a las 12:30 estábamos en la cama.
El domingo 28 nos levantamos a las 8 – 8:30 para ir a Empúries. Llegamos allí y resulta que el último domingo de cada mes, la entrada al yacimiento es gratis. Entramos y nos sentamos a beber agua congelada mientras esperamos a la visita guiada de las 11. Allí en la cafetería nos pusimos a comentar datos históricos y esas cosas, sin darnos cuenta de que en la mesa de al lado, la guía de la visita de las 11 nos miraba de reojo. Primer enemigo de la mañana. Nos fuimos al punto de reunión y resulta que la entrada al yacimiento es gratis, pero la visita guiada no, son 3€. Y le decimos que compramos las entradas ahora y hacemos la visita y nos mira y nos dice que mejor en catalán a la de las 11:30. Está claro, nos escuchó hablar y le dio miedo que le preguntásemos, es que Thais es muy lista y controla el tema, ojo.
El caso es que compramos las entradas y nos esperamos a la visita de las 11:30. Esta visita era en inglés y en catalán. Y menos mal que nos esperamos a esta, porque el guía era más simpático que la otra. El tal Alex hizo una visita de 2h pero muy entretenida, nos reímos mucho, disfrutamos como niños en un campamento, todos sentados alrededor de él a la sombra mientras nos contaba batallitas de Escipión y las guerras púnicas. Así sí suena todo bonito.
Volvimos a comer al camping, que estaba a 10 minutos y después de reposar un rato viendo la F1, nos fuimos a Girona. Menos mal que vencimos nuestra pereza, porque es preciosa. Muy bonita, de verdad. Vale la pena ir. Además, la parte vieja no tardas tanto en verla. 

Al volver de Girona pasamos a comprar algo para cenar, sin cocina, por supuesto. Nos hemos pasado el camping comiendo macedonia y cosas frías.
El lunes 29 nos levantamos pronto porque teníamos planes más lejanos. Pusimos el GPS y tranquilamente llegamos a Besalú. Mi madre me dijo que Besalú era muy bonito, y no mentía. También me dijo que hay un libro ambientado en el puente de Besalú, y me lo creo, pero no me lo he leído. Ya os compartiré alguna foto en instagram. Fuimos a la oficina de visitas guiadas y elegimos la que daba toda la vuelta al pueblo. Nur dice que íbamos de pijos, de VIP, pero mi padre dice que íbamos potenciando el trabajo de guía turístico por si algún día nos toca trabajar ahí. El caso es que resultó que nosotros 4 éramos los únicos en la visita. Así que disfrutamos realmente de una visita privada, con una guía muy simpática con un acento catalán muy acogedor. Como íbamos los 4 dijo que podía hacerlo en castellano o en catalán, pero como nos daba igual y ya nos había oído hablar en valenciano, nos hizo la visita en catalán. Igual es una sensación mía, pero el acento de Girona es mucho más agradable que por Barcelona, sin ofender. Será una sensación. Después de la visita nos fuimos a ver el puente de cerca, compramos unas madalenas gigantes rellenas de mil cosas y pusimos rumbo a Camprodón.
¿Por qué Camprodón? Porque mis padres nos dijeron que hacen un embutido de primera. Y no mentían. Llegamos justo a la hora de comer y comimos muy bien en un restaurante de la plaza (Nuria). Mi hermana dice que fui ahí porque no puedo vivir sin ella, yo digo que era el que más nos gustó. Además, la señora era muy simpática y nos hizo reír primero tomándonos nota y después con el postre. Estaba toda la comida buenísima y no nos salió excesivamente caro si no recuerdo mal.
Después de comer fuimos a la oficina de turismo, pero la oficina de información de Camprodón cierra los lunes y martes, que lo sepáis si vais. Así que nos fuimos a ver el puente, subimos y justo al bajar, como dijeron mis padres, la tienda de embutidos. Entramos allí y no sabíamos qué llevarnos, todo olía tan bien. Al final salimos de allí con cosas para casa pero también con un fuet para cenar. No se deciros exactamente el nombre, pero no tiene perdida porque el escaparate es alucinante. 
Al llegar al camping empezamos a recoger todo más o menos, porque por la mañana teníamos que irnos. Se nos pasó muy rápido la semana.
El martes 30 nos levantamos a las 7:30, desmontamos la tienda, nos duchamos y una vez cargado el coche, nos fuimos a hacer el check out y a desayunar al bar. Conseguimos subirnos en el coche otra vez con los trastos (y nuevos trastos como una caja con botellas de vino) y pusimos rumbo a Valencia. Tuvimos que parar una vez por el bien de la circulación de mis piernas, se me había dormido ya una. Y estuvimos parados un buen rato en el peaje, pero al final, llegamos a Valencia sobre las 15. Llegué a casa muy cansada, solo quería dormir, pero tenía que deshacer y hacer la maleta otra vez, al día siguiente por la tarde tenía que estar en Denia. Lo que sí hice esa noche fue seguir el ritmo del camping y a las 12 ya estaba en la cama.
El siguiente viaje, a la próxima.
Actualización 22 noviembre 2020: esta entrada estilo diario no estaba muy pensada como recomendación de viajes o sitios, solo como memorias de un gran viaje. ¡Espero que os guste igualmente!  

¡Sed Felices!