domingo, 20 de diciembre de 2020

Rememorando: escapada a París

Improvisadores,

Hoy traigo un fin de semana de escapada increíble… de hace un año. Sí, se que es una barbaridad. Pero hace un año tenía el blog aparcado por falta de tiempo y por falta de ganas, ideas, creatividad… llamadlo como queráis. Pero Instagram me recordó que justo hace un año estaba en Paris el 14 de diciembre de 2019 y he pensado, ¿Por qué no contárselo? Así no os martirizo una semana más con el repaso de las entradas antiguas en el blog.

Antes que nada, contexto. La idea origina era irme con mi hermana y unos amigos a Disney de jueves a domingo. Emocionadísima que estaba yo, que no voy a Disney desde hace a saber cuantos siglos. Total, que nos íbamos el 12 de diciembre. Cual es mi sorpresa cuando un mes antes me adjudican una sustitución en un instituto hasta el 19 de diciembre. Obviamente tengo que aceptarla, así que… adiós, Disney. Y aquí, no se qué pasó, pero se alinearon los planetas y me volví loca yo, pero también mi madre. Que un día de broma le digo: nada, cambio el billete, compramos dos mas y de fin de semana en París. Y mi madre dijo que sí. Y allá que nos fuimos.

Viernes 13 a las 8 de la mañana yo llegando a trabajar y mis padres llegando a París en avión. Mi hermana en Disney desde el jueves, por si alguien se lo pregunta. Total, mientras mis padres se pegaban un viernes de lujo de pasear por Paris y comiendo de vicio, yo estaba en el instituto dando las clases que me tocaban. Ya veis porque a mi madre le gustó el plan. A las 14h acabé y salí volando al coche. Porque a todo esto yo estaba trabajando a 40min de mi casa (si no hay tráfico). Total, llego a mi casa, cojo la maleta y volando al metro. Comí en el aeropuerto porque no me fiaba de mi misma… si como en casa pierdo el vuelo seguro. Pero esperad, que encima el vuelo de mis padres había sido directo, pero el mío hacia escala en Barcelona. Llegaba yo a París a las 22h. Un frío. Una lluvia. Pero es París, no puedo quejarme. Mis padres me esperaban en el aeropuerto porque, al parecer, ellos habían vivido su propia odisea por la mañana porque con la huelga de los chalecos amarillos el metro tenia algunas paradas cerradas. Así que pensaron venir a por mi y en taxi al hotel. Estábamos en el hotel Le Clement que así visto no parece gran cosa, pero yo volvería a ir. Limpio, atentos, buena localización… Cenamos en la habitación quiche que habían comprado mis padres y yo… morí. Porque menudo día más completo.

Pero ojo, para día completo el sábado. ¿Qué quieres hacer? Me da igual, si París ya lo conozco… pues de momento a desayunar. Habría seguramente cafeterías muchísimo mejores, pero acabamos desayunando en La Croissanterie que creo que es una cadena. Pero mirad, a mi me encantó. Si por algo los croissants son franceses, qué buenos estaban. Acabado el desayuno decidí que quería ir a Montmartre, uno de mis sitios favoritos. Pero andando. Porque París es pequeñita para andarla entera, lo sé. Pero con el lio del metro mis padres no se fiaban. Así que… París arriba. Pasamos por el Louvre, jardín de las Tullerias… todo Paris lleno de mercados de Navidad, con puestos de comida típica, recuerdos, más Navidad… Precioso, la verdad. Pero qué lejos esta Montmartre. Llegando al Moulin Rouge tuve que entrar a una farmacia a por tiritas porque yo no venía preparada para caminarme Paris entero. Pero ah, ¿cómo se dicen tiritas en francés? Porque eso no os lo he contado, mis padres se pasaron el viernes entero en Paris sin problemas, fue aterrizar yo y ya era todo “Habla tú que hablas francés”.


Nos faltaba la cuesta final cuando paramos a tomar un chocolate caliente porque no se si os he dicho ya que hacía mucho frío. Qué bueno el chocolate aquel. No se si yo estaba decida a que me gustase todo esas 24h y poco que iba a estar en París o qué, pero lo disfruté todo. Por fin llegamos arriba. A la plaza de los artistas y entonces… empieza a llover. Como os lo cuento. Todos recogiendo, tapándolo todo. Que suerte tenemos eh. Pero no pasa nada, como con tanto paseo y pararse a hacer fotos y ver cosas fuimos lentos, era la hora de comer. Así que dijimos de comer por allí. Y encontramos un restaurante con un menú a 17€ creo que era, bastante barato comparando con la competencia. Y estaba lleno de gente y no eran turistas, así que decidimos probar. No había sitio en el restaurante así que nos metieron en el salón atrás donde había una comida de un viaje del IMSERSO francés, como quiera llamarse. Pero oye, ¿qué podría pasar? Nada, ¿verdad? Conseguí con el camarero y pedir asegurándonos de qué platos llevaban champiñones y qué platos no (por no matar a mi padre) y de verdad que estaba todo increíblemente bueno. ¿Volvería a comer allí? Volvería a París solo para comer allí.

Pero… ¿a que no os he dicho el nombre del restaurante? Bien, es porque os hubiese chafado lo mejor de la historia. No nos dimos cuenta de que ponía “Chez Ma cousine” (Casa de mi prima). Yo estoy un poco atontada en la vida y sé que lo que yo leí no tenía ningún sentido, pero lo se ahora, porque en mi cabeza leí “Chez Ma Cuisine” (Casa de mi cocina). Además, doble delito porque en valenciano prima se dice cosina, que es prácticamente igual. Pero además ponía “Chez Ma Cousine” y en pequeño debajo “Restaurant – cabaret”. Sí, tal cual. Como lo leéis. Ya decía yo que el salón con un escenario pequeño y cortinas rojas de terciopelo era raro, pero yo que se, es Francia. Y así es como acabamos mis padres y yo viendo un espectáculo en un restaurante cabaret rodeados de la tercera edad francesa. Pero no fue un cabaret al uso, esta vez era un showman – musico – monologuista que entretenía a la juventud con chistes verdes y cada cual más verde que el anterior. Y allí estaba yo… traduciéndoselo a mis padres para que no se quedasen excluidos.

Después de esta experiencia surrealista, pusimos rumbo hacia Notre-Dame porque habíamos reservado un free tour nocturno de leyendas y misterios, porque París ya la conocíamos. De camino hacia el tour pasamos por la Rue Montorgueil. Os prometo que es la mejor calle de París. Está llena de cafés, pero también de tiendas y además la gente que esta comprando no son turistas. De hecho, nosotros la encontramos de casualidad. Me la he guardado en Google maps como “La mejor calle de París” para poder volver. Aquí compramos quesos, patés y foie que no hace falta que os explique lo estupendos que estaban. Por fin llegamos a la zona de Notre-Dame. La verdad es que habiendo estado allí antes de que se quemase y verlo ahora, se te parte un poco el corazón. Esta rodeada de vallas y no puedes acercarte, lo que sí han puesto es una explicación en las vallas de como se esta haciendo la restauración. Pero viéndola así, de noche ya, da mucha lástima. Esta apagada y con ella todos los restaurantes y creperías de la zona que solían estar llenísimos. Entramos en la Crêperie du Cloître a merendar y estábamos solos. Cuando yo recuerdo aquella zona a reventar. Por cierto… la crepe increíble. Si no hay decepción en ningún restaurante de París.

Por fin nos reunimos y empezó el freetour de leyendas y misterios. Os lo recomiendo porque es un tour increíble y las guías no pueden hacerlo mejor. Empieza en la Sorbona y acaba en el ayuntamiento de Paris. Además, por aquellas fechas estaba toda la plaza decorada de Navidad y estaba preciosa. El tour te cuenta historias que te cambian la visión del mercado de las flores o de Luis XVI (si es que tenéis una visión de Luis XVI). Acabamos el tour en la plaza del ayuntamiento y mi madre quería subirse al tiovivo, así que allá que fuimos. 

Al lado del ayuntamiento esta la placa que puso el ayuntamiento a los republicanos españoles de “La Nueve”, héroes de la liberación de París. Y no, no tienen monumento en España hoy en día que yo sepa.

"Jardines de los Combatientes de la Nueve. 
A los Republicanos antifascistas españoles que continuaron su lucha participando en la2ª DB. Héroes de la Liberación de París."
 

Llevábamos todo el día queriendo probar la Tartifflete que habíamos visto en el mercado de Navidad, pero estaba lejísimos de donde estábamos y en dirección contraria al hotel. Así que nos fuimos hacia el hotel. Y nos perdimos. Nos perdimos pero bien. Acabamos cenando en L'Annexe de la Petite Périgourdine. Yo me pedí una hamburguesa que estaba buena, mi madre no me dejó explicarle lo que le estaba diciendo el camarero y se comió un bocadillo de jamón y queso con mantequilla. Ella quería un sándwich mixto, pero no me dejó pedirlo y… bocadillo de jamón y queso. Mi padre creo que un steak tartar, que le tenia ganas. La verdad es que cenamos muy bien, pero estábamos tan cansados que ni lo apreciamos. Que no estaba lejos del ayuntamiento, unos 15 minutos andando si sabes donde vas, pero si estas perdido como nosotros… más. Y de aquí al hotel otros 15. Pero de verdad que no podíamos más con la vida. Llevábamos todo el día París arriba París abajo. Hicimos 25.000 pasos y no os miento.

Domingo por la mañana de… de nada porque toca volver a casa. Si os he dicho que fue un viaje exprés. Recogemos todo, pedimos un taxi y desayunamos en el hotel. La verdad que el desayuno es un buffet pequeñito y simple, pero estaba muy bueno. Hasta tenían para hacer huevos cocidos. Llegó el taxi y nos fuimos hacia el aeropuerto. Tengo que decir que este taxista bastante más simpático que el del viernes. Estuvo hablándonos de todo lo que podáis imaginaros. Chalecos amarillos, edades de jubilación, pensiones, enfermeros, bomberos, policías, que él era profesor de francés en Túnez… de todo. Y por fin llegamos al aeropuerto. Los que me seguís de hace tiempo sabéis que a mi siempre me pasa algo en los aeropuertos. Entre eso y que odio volar…

Estamos esperando a mi padre con las maletas y empiezan a llamar por megafonía al propietario de una bolsa negra, que acuda a tal sitio. Y lo llaman otra vez. Y una tercera vez. Y entonces me doy cuenta de que la bolsa está a 2 metros de nosotras. A su vez, a 3 metros de la bolsa un empleado de seguridad que no le quita el ojo de encima. Cogí a mi madre y nos fuimos hacia seguridad y mi padre nos alcanzó ya de camino. No tenia porque ser nada, pero a mi me pasa de todo siempre y no me la voy a jugar. Pero por evitar un lío, otro. Llegamos a seguridad, pasa mi maleta sin problemas y cuando voy a pasar… paran a mi madre. El de seguridad super borde diciéndome que venga, que pasase por el arco. Y le digo que si me deja quedarme con mi madre que no habla francés y la han parado. Que mal le sentó. ¿Por qué han parado a mi madre? Por el queso, el paté y el foie. Os prometo que había un señor de seguridad buscando queso. La señora de delante llevaba como 3kg de queso y el de seguridad olio todos los paquetes. Sí, los olisqueó como si fuese él el perro. Le dan el visto bueno a mi madre y pasamos las dos sin problemas. Recojo mi maleta y paran la de mi madre. Resulta que hay poca comunicación en el control de seguridad. Y lo llevábamos envuelto en papel albal y resultó sospechoso. Y voy a explicarle al señor otra vez lo que es y mi madre por lo bajini “si me lo van a quitar me lo como todo aquí eh”. Di que sí. Le expliqué al señor lo que era, abrí los paquetes, que hasta le dije el tipo de paté por si había dudas. Me veía yo ya sentadas en seguridad pegándonos una panzada de patés y quesos. Pero no, conseguimos llegar a casa sanos y salvos y con las compras intactas.

La verdad que escribir esto en diciembre de 2020 se me hace raro. Como si fuese otra vida completamente diferente y hace solo un año. Fue el último viaje al extranjero que he hecho y me alegro de que fuera con mis padres. Mi madre durante el confinamiento lo ha recordado mucho. Para los que no lo sabéis, mis padres y mi hermana son los tres enfermeros, así que tener un recuerdo bonito reciente ayuda mucho. Para su cumpleaños incluso le hice una quiche y mi padre y yo hicimos una tarta tatin que no sé si se parecía mucho a la que se comió en aquel viaje a París, pero la intención es lo que cuenta. Espero que pronto podamos volver a viajar, a visitar a la familia. Este 2020 tampoco hemos podido reunirnos con la familia de Francia, ni con la de aquí. Espero que pronto podamos empezar las entradas con “vengo a contaros mi último viaje” y no tener que tirar de archivo.

Pero para todo esto, de momento cabeza y paciencia. Cuidaos.

¡Sed felices!

domingo, 13 de diciembre de 2020

Turismo gastronómico: Birbar Espai Gastronòmic

Improvisadores, hoy os traigo una entrada diferente. Yo no soy crítica gastronómica ni mucho menos, pero esta experiencia quería compartirla con vosotros.

La otra noche como visteis en Instagram fui de cena al Birbar Espai Gastronomic (Vila – Real, Castellón). ¿Por qué? Pues porque hacían un “Sopar al revés” (una Cena al revés). ¿Cómo lo descubrí? Por una compañera de trabajo. Pero no os penséis que poder contaros esta experiencia fue fácil. Hay lista de espera. Sí, sí, como leéis. Lista de espera para ir a cenar porque solo lo hacen durante tres viernes. Y de hecho yo estaba en la lista de espera y me avisaron el mismo martes de esa semana.

Pero estaréis preguntándoos en que consiste esto. Pues es una cena al revés, es decir… empiezas por el final. Por motivos obvio y para que os pique la curiosidad y vayáis vosotros mismos (si podéis) no os voy a decir qué es cada cosa, porque la gracia esta en ir descubriéndolo. Aunque cada vez que hacen un sopar al revés cambian el menú.



No os voy a compartir fotos aquí (las guardamos para Instagram mejor), os voy a decir el menú (o lo que se supone que es). Solo pensad que visualmente vamos de dulce a salado, pero en realidad cenamos de salado a dulce como en cualquier cena normal.

--> Empezamos con la cuenta (sí, se come) y un chupito de hierbas.

--> Seguimos con una copa, un café y un puro (no es que yo acabe todas mis cenas con puros… pero si es de estos que traigan los que quieran).

--> Evidentemente venia la hora del dulce. Para mi… el mejor plato de los que probamos. Aunque es difícil elegir. Aquí un surtido de pastas para no quedarnos con ganas de probar ninguna.

--> Después una horchata para refrescar, poca gente conozco a la que no le guste una horchata…. Incluso la de verdad.

--> Como plato principal un Frankfurt con cebolla frita que oye, de vez en cuando apetece ¿no?

--> Un platito de entrantes variados con queso, embutido y tortilla de patatas.

--> Y para acabar el sopar al revés, una sopa caliente que entona el cuerpo siempre (ya sabéis que las sopas y yo tenemos una relación amor – amor).

Todo esto con bebida incluida y cuando acabas, un café o infusión de verdad. Os prometo que valió cada uno de los 35€ que cuesta el menú. Ya preguntamos cuando organizarán otro, porque no queremos volver a la lista de espera.

Imaginaos que nada es lo que parece. Que lo que parece dulce es salado y viceversa. Os prometo que nos pasamos la cena intentando averiguar qué era cada cosa. Pero además Ximo e Inés, bueno y todo el personal en general, son un amor y te explican todo al detalle. No se como he podido vivir tanto tiempo sin conocer este sitio. No solo por el menú del sopar al revés, por el menú de medio día y por el trato magnifico que tienen todos con los clientes. Uno de esos sitios que, de no ser por el toque de queda, te quedarías allí rato largo. Os iré compartiendo en Instagram fotos y desvelando qué es cada cosa… si me apetece. Porque en realidad, la emoción es en adivinar qué puede ser cada cosa, si te lo dicen… ¿Qué gracia tiene? Conforme vaya subiendo las fotos os dejaré los enlaces en este post, para los que lleguen tarde a leerlo. 

No puedo decir nada malo del menú, el local, la atención… ¿se nota que estoy enamorada? Si vivís cerca pasaos porque vale la pena. Y decir que vale la pena se queda corto. Yo hice 60km de ida y 60km de vuelta solo por ir a cenar. Por si os hacéis una idea de lo increíble que es.

Se que esta entrada no es de viajes ni de visitas como suelo hacer, pero me apetecía compartir esta locura de cena. Os prometo que nunca he tenido tantas expresiones en mi cara de “¿esto que es?” “No me esperaba esto” “¿Podré vivir a base de esta plato el resto de mi vida?”. Aunque se salga de lo normal, espero que os haya gustado esta entrada.

¡Sed Felices!