martes, 15 de noviembre de 2011

Frío, maquis y arte levantino

Improvisadores, tengo poco que contar, pero estoy aburrida y me apetece desconectar antes de que me tenga que pasar mañana todo el día en la facultad. Venga, os voy a contar que he hecho el fin de semana, que se que no os interesa para nada.

Como soy buena persona y tengo una vida rutinaria, pasare del viernes y del sábado para caer directamente en la mañana del domingo. Porque el domingo es ese día en el que te levantas tarde, remoloneas en la cama, desayunas con calma, te quedas en casa o sales a dar un paseo. Por todo eso yo me levanté a las 8 de la mañana, desayuné y me fui con mis padres y mi hermana de camino a Albarracín a pasar el día viendo las pinturas rupestres.

Bueno, digamos que el plan original era el de las pinturas, pero resulta que no se me puede sacar de casa. De camino a Albarracín se nos apareció una señal que decía “Vestigios de la Guerra Civil”. Y claro, no me puedo resistir a eso, lo siento. Para el que no lo sepa, la Guerra Civil española me gusta. No me gusta de que fuese genial, sino como tema, como concepto. El caso es que obligué a mi padre a conducir media hora hasta una masía perdida en la sierra de Albarracín, aparcar el coche y caminar 3km montaña arriba (después de perdernos y andar y desandar 1km en dirección contraria) hasta que llegamos a un antiguo campamento escuela maqui. Voy a admitirlo, he leído muchas cosas de la Guerra Civil, pero poco sobre los maquis. Reconozco mi error y prometo enmendarlo cuanto antes. Estuvimos dando una vuelta por aquel campamento del que no quedaban más que las construcciones en piedra. Resulta increíble lo bien que lo tenían organizado con una sola entrada pero muchas posibles salidas, como cocinaban disipando el humo. Lo tenían todo muy bien pensado, cosa lógica y necesaria si te va la vida en ello. De hecho, según explicaban los carteles, gracias a esa organización tan maravillosa consiguieron escapar todos menos uno el día que fueron a por ellos. Sinceramente, viendo donde está situado y lo bien escondido que esta, se merece una medalla el que decidió acampar allí, porque ¡madre de dios para encontrarlo!

Después de ver el campamento bajamos los 3km y nos fuimos hasta las pinturas rupestres. Pero claro, aquella gente tampoco iba a pintar a pie de camino, así que allí volvía a estar yo, subiendo y bajando de piedras cual cabra montesa. Lo malo es que como han puesto unas rejas delante de las pinturas no puedes verlas bien las que están un poco borradas. A parte de que tienes que tener una imaginación brutal para ver esas figuras semiborradas. Y otra duda que me asalta, ¿Qué leches hacia el que lo descubrió por allí arriba? ¿Buscar setas? ¿Escalar? Pues oye, que no se me ocurriría a mi subirme allí arriba si no me dice una señal que allí están las pinturas, porque en serio os digo que no están a simple vista, hay que fijarse muchísimo.

El caso es que después de comer allí donde las pinturas a eso de las 4 de la tarde, nos fuimos a Albarracín a tomarnos un café o un chocolate caliente, o un vaso de leche caliente o lo que fuese, porque si algo tenía yo era un frio de narices. Pero claro, Albarracín en noviembre y un domingo me pareció un tanto vacio, pero vamos, que para tomarme un vaso de leche con colacao caliente ¡no me hace falta nadie!

Ya de camino a Valencia a las 18h era ya de noche, pero encima no solo eso, sino que de camino pillamos niebla, lluvia y nos quedamos sin gasolina y es en esos momentos en los que no aparece ninguna gasolinera hasta que la encuentras y vuelves a respirar. Que no es por quedarme tirada en la carretera sin gasolina, es por quedarme tirada en la carretera sin gasolina, con niebla y con el segundo diluvio universal cayendo sobre mí.

En resumen, que me lo pasé como una enana. Como una niña en una tienda de chuches y juguetes, ¡o de juguetes hechos de chuches! Me lo pasé tan bien que ya he mirado más rutas y más sitios donde ir, porque la organización Amarga Memoria del Patrimonio de Aragón tiene una página web maravillosa con mil rutas, como me conoces jolín.

Si hago alguna excursión más lo sabréis, tranquilos.

¡Sed Felices!