martes, 16 de junio de 2015

Por los amigos de la infancia

Improvisadores, hoy vengo a divagar un poco. No sé si será por la lluvia (sí, en Valencia también llueve, y con ganas cuando se pone) o qué, pero estaba pensando esta mañana en mis Señoras.
El otro día leí en una de esas páginas chorras de “20 Cosas que debes saber sobre los unicornios” y demás algo sobre los amigos que me hizo acordarme de ellas. Más o menos diferenciaba varios tipos de amigos. Los primeros eran los hermanos (si estás peleado con tu hermano/a, sáltate este punto que total…y llámalo/a por teléfono anda). Más o menos venía a decir que los hermanos (obviamente) no los eliges, y que ya que te va a tocar aguantarlos sí o sí toda tu vida o la suya, qué menos que llevarse bien, ¿no?
Luego hablaba de los amigos de la infancia. Venía a decir que estos amigos tampoco es que se elijan, que te juntas en grupos por descarte y no por afinidad. Y luego estaban los amigos de la adolescencia que bueno, ya eran más por afinidad que por descarte y seguía siendo un vínculo fuerte pero no tanto como el de los amigos de la infancia. Por último hablaba de la gente que conoces cuando “eres mayor” (me niego a decir adulta, porque me suena a muy mayor) y que básicamente te juntan las circunstancias (no sé, véase el trabajo) pero que no siempre acaban cuajando y acaban siendo compañeros más que amigos y en algunos casos se pierde el contacto al acabar de trabajar. Pondría aquí la excepción de la carrera, pero porque las Grandes se lo merecen. Y Elia, otra excepción y de lo mejor que he sacado de la academia de inglés. 
El caso es que me quería centrar en esos amigos de la infancia que “tocan por descarte” porque las Señoras irían ahí. No sé si por descarte, pero por infancia seguro. Quizá por descarte también. Lo bonito que tienen los amigos de la infancia es que es muy fácil hacer amigos, no tienen que gustarte las mismas cosas, simplemente hay que jugar. Y luego se crece (porque es inevitable, incluso Peter Pan crece) y cada una tiene su personalidad, sus gustos, sus aficiones, etc. pero aun así sigues siendo amiga. ¿Por qué? Pues porque os conocéis de toda la vida. De hecho, a Paula la conozco desde hace más tiempo que a mi propia hermana.
Porque no hace falta tener gustos idénticos para ser amigas. Nos conocemos desde hace tanto tiempo que sabemos todo de las otras, lo bueno, lo malo y lo peor. Hemos pasado por todo y seguiremos pasándolo. Porque ¿qué es la vida sin esa amiga a la que puedes llamar simplemente para hablar porque te aburres?
Y os preguntareis ¿No estás un poco ñoña? Pues sí, lo estoy. Me conocéis más de lo que deberíais. El caso es que este año estamos todas un poco dispersas, y posiblemente el próximo, y el siguiente… os explico: Laura está aquí, pero estudiando el MIR, así que la pobre está más bien desaparecida; Anna está en Reino Unido de prácticas hasta agosto; Elena está trabajando también en el Reino Unido hasta… no lo sé, desde enero; y Paula está en Barcelona este curso y posiblemente unos cuantos más. Bien, ya os he puesto en antecedentes. La cuestión es que antes de esta escampada general, quedábamos todas las semanas tuviésemos algo que contarnos o no. Así que ahora se ha quedado ahí como un pequeño vacío existencial. Y yo pensaba: qué sola me he quedado aquí. Y es mentira, porque tengo más amigos que están aquí, pero faltaba esa piececita, esa cena de los viernes. Y entonces caí en una cosa: ¿es posible que no sea la única? Quiero decir, todas estamos separadas y sí, todas estamos con amigos, pero quizá algún día a una u a otra le entra la morriña de una cena de viernes.
Y tengo que decir que la tecnología es una bendición en estos casos, porque los audios de whatsapp me dan la vida cuando tengo que contar una de las mías, pero aun así… las cenas de 5 son especiales.
Este año es el primero que hemos empezado la ronda de cumpleaños (el mío, 24, gracias por las tarjetas de felicitación) sin estar todas juntas. Así que imaginaos si será genial la próxima cena de 5 – cumpleaños multitudinario. 
Ahora aquí quiero proponer un brindis por todos esos amigos de la infancia por los que no matarías, por los que morirías porque se lo han ganado, porque tendréis batallitas que contar hasta más allá de los tiempos y porque aun quedan muchas batallitas por llegar. 

¡Sed Felices! Y mis Señoras más allá en vuestras casas.