miércoles, 8 de octubre de 2014

Barcelona mola, pero poner títulos no.

Improvisadores, vengo a contaros unos fantásticos 4 días. Por dar un poco de envidia. Que sé que muchos estáis ya con las clases y trabajos y demás. Pero tranquilos que yo empiezo la universidad el lunes.
Como últimas vacaciones (y porque tenía que solucionar cosas de la matrícula de la UB) decidí irme con Elena a Barcelona porque ella se iba a echar currículums. Y ¿qué mejor sitio para quedarse que en casa de Paula? Pues eso. Así que el viernes a las 7:40 estábamos ya sentadas en nuestros butacones del Euromed. Porque eso no son asientos de tren, son butacones reclinables. Aunque nos faltó una película. A las 10:30 llegamos a Barcelona después de un viaje acompañadas por un niño en el vagón, dos hombres que a las 10 de la mañana iban pasándose la petaca, un hombre que se pasó todo el viaje enviando emails y un chico que se reía él sólo viendo “Dos hombres y medio” en la Tablet.
En la estación nos recogió Paula (aunque le faltó el cartelito con nuestros nombres) y nos llevó hasta el ascensor del metro que está a hacer puñetas para estar en una estación de tren donde la gente suele ir con maletas. ¿Por qué llevaba una maleta grande? Porque la mitad de esa maleta estaba ocupada por cosas de Paula. Por no hablar de la bolsa frigorífica llena de botes de caldo. Os lo juro. Llegamos a casa de Paula que está a un tiro de piedra de la estación de metro y dejamos todos los trastos. Después de un pequeño tour por el piso nos dio las llaves y Elena y yo pusimos rumbo a la universidad.
Supongo que en general, todos habréis notado que tengo mala suerte en lo que a burocracia y papeleo se refiere. Así que imaginaos mi cara cuando a las 12:15 llego a la cola de secretaría y había 8 personas por delante de mí. No íbamos a acabar nunca y teníamos currículums que repartir. Y entonces pregunta la de secretaria: “¿sois todos para doctorado?” y le contesto desde la cola: “¡No!”. Y entonces me convertí en la primera en la cola para masters y en 5 minutos había acabado con el papeleo. Buena señal de que iba a ser un gran día. Y un gran fin de semana.
Al acabar con la universidad tocaban los curriculums. No voy a aburriros con lo que fueron viajes en metro, hospitales y curriculums varios. Pero sí voy a deciros que nos quedamos paradas dos veces en la línea 5 por problemas en una parada en la otra punta de la línea. Y que la de información del hospital Vall d’Hebron es la persona que peor se explica de la historia de los puestos de información.
Muertas de patear y con un bonometro acabado, nos fuimos a comprar, porque somos humanas y tenemos que comer. Fuimos a un supermercado a comprar con la idea de no gastarnos mucho, pero una señora se llevó la última barra de pan. Y entonces decidimos ir a una panadería y de paso comprar algo de dulce, por lo de que no acogen en su casa y eso. Pero la cara que se le quedó a Elena cuando le dijeron el precio… no os lo digo que me da vergüenza admitir que nos estafaron. Pero me entró un ataque de risa y me fui riendo lo menos los 2 minutos hasta que llegamos a casa, pero además las calles de Gracia son estrechas y retumba mucho, así que se debió enterar todo el barrio de que me estaba partiendo de risa. Cuando caí en la cuenta de que Elena y yo íbamos a medias en los gastos no me hizo tanta gracia.
Comimos las tres juntas en casa como personas civilizadas en un salón sin muebles y al acabar estábamos bastante derrotadas. Además, la noche del jueves al viernes habíamos dormido muy poco. Yo personalmente, 4 horas. Total, que después de comer me senté en el sofá y pensé “5 minutos”. Y estaba hablando con Paula y Elena que estaban luchando con los restos de pintura de las ventanas y cuando me quise dar cuenta me estaba despertando como una hora después. ¿Pero qué? Y lo peor es que me desperté más atontada de lo que estaba antes de dormirme. (Sí, es posible estar más atontada).
Habían dejado el piso impoluto y entonces llegó el casero con la lavadora nueva y los que venían a instalarla. Que no llevaban los zapatos precisamente limpios. Y colocan la lavadora en su sitio y se largan. Y a fregar otra vez el suelo. Y Paula decide poner una lavadora para ver cómo va y tal. Y mientras estábamos en el salón empieza a sonar un ruido rarísimo y era la lavadora que estaba bailando claqué. No sabéis como se movía esa lavadora. Y no visteis a Paula y Javi (el compañero de Paula, que se me ha olvidado cuándo llegó) sujetando la lavadora con todas sus fuerzas y no había manera. Total que apagan la lavadora y sacan la ropa, obviamente, sin aclarar. “Pues aclaradla en la ducha”. Pues no, listillos. Acababan de poner silicona en la ducha y no podía usarse en 24 horas. Así que aclaramos como buenamente pudimos las sábanas en la pila de la cocina y las tendimos en el patio. Pero claro, eso chorreaba por todas partes y cuando nos dimos cuenta nosotros mismos habíamos ensuciado otra vez el suelo al entrar del patio. Bien por nosotros.
Decidimos que era el momento de hacer la lista de la compra, la de comer y la de muebles. Y nos fuimos los 4 a Mercadona de excursión. Y nunca mejor dicho porque está a 20 minutos caminando y llevábamos bolsas de la compra hasta en la mochila. Después de comprar la cena nos fuimos a casa y pusimos la mesa y después llegaron Javi (que se había ido porque es una persona con otros compromisos, no como Paula que tiene que aguantarnos) y Joan (otro amigo de Paula. Joan – lectores, lectores – Joan). Después de cenar decidimos poner rumbo a… bueno, a donde nos llevasen. Y nos fuimos a la Rambla. Y allí cada dos pasos hay alguien poniéndote el cuño de una discoteca para que entres gratis hasta la una (o las dos depende de la discriminación positiva de la discoteca).
Entramos a la primera (Boulevard) pero estaba muy vacía, así que nos tomamos el chupito de manzana que nos regalaban y decidimos salir a ver si había otro sitio con más animación. Y acumulamos dos cuños más. En uno de los sitios entramos y era talmente como si la familia Adams hubiese decorado el local, así que entramos a que Joan comprase tabaco y salimos. Y al tercer sitio no entramos porque abrían a la 1. ¿Pero qué?
El caso es que al final decidimos volver a Boulevard, pero era la 1 menos cuarto y había mucha cola. Decidimos intentarlo. Llegamos a la puerta y Elena pasa sin problemas pero cuando va a entrar Paula, el portero le dice que no puede pasar y le dice al compañero que no nos cuente que ya hemos entrado antes con el cuño y que ahora hay que pagar. Y entonces Paula les dice que no va a pagar y cuando estamos saliendo por la puerta le dice a la cajera que nos deje pasar. Evidentemente porque íbamos a ser lo mejorcito que entrase esa noche en la discoteca. Y no va de broma.
Entramos y la sala estaba llena, pero de especímenes difíciles de clasificar. Desde los chavales que debían estar celebrando que se habían colado en la discoteca sin tener 18 hasta personas que podrían ser perfectamente los padres de estos chavales. Además de los grupitos de personas que te roban el espacio personal y bailan sin darse cuenta de que tu espacio vital en ese momento es sagrado. Y puedo decir orgullosa que gané la batalla por el sitio y se marcharon. Y luego a las 2 menos cuarto nos marchamos nosotros hartos de señores que podrían ser padres y de chavales. Y que el metro cerraba a las 2.
El sábado nos levantamos a las 10 y nos dio tiempo a ducharnos a los 4, porque somos así de veloces. Y a las 11 salíamos por la puerta de casa de camino a ikea. Supongo que la mayoría habréis ido ya, pero yo no había ido nunca. Y tienen cosas muy chulas, pero también hay mucha gente. Y debe ser el centro de operaciones de todas las embarazadas o en Barcelona hay un baby boom. El caso es que llegamos allí y Javi y Paula se fueron por su cuenta y riesgo mientras Elena y yo (que no íbamos a comprar nada) nos dimos una vuelta tranquilamente por toda la tienda. Nos encontramos con Javi y Paula en las cajas y después de que Javi se fuese (compromisos, os lo he dicho), nosotras nos fuimos a comer. No sabéis la cantidad de gente que había en el restaurante. No sé si tiene aforo máximo, pero estaban a un bebé de sobrepasar el límite. Después de comer dimos la segunda vuelta a la tienda, esta vez para elegir las cosas de Paula. No sabéis que lio nos montamos en la sección de trastos (¿o era complementos?) Para buscar una estantería de tela del color que queríamos con un cajón que nos gustase. Total para al final dejar el cajón. Pero creo que hicimos buena compra. Y con hicimos me refiero a Paula que es la que se gastó los cuartos.
Después de ikea nos fuimos a casa y cuando llegamos allí estaba el obrero/manitas/chapuzas como queráis llamarlo arreglando el desastre de la lavadora. Y resulta que no habían quitado los tornillos que sujetan el tambor en el transporte, pero que son tornillos que bien podrían ser igual de grandes que un lápiz. Un lápiz un poco usado. El caso es que ya que el muchacho estaba allí, Paula aprovechó para que le colgase las lámparas. Que digo yo, que entre que se suba él a la escalera y las ponga y nos subamos nosotras que no tenemos ni puñetera idea… la decisión era obvia. Y nos hicimos un lio porque se supone que Joan iba a casa de Paula y Javi a recibir los muebles de ikea, pero Joan no venía. Así que al final nos quedamos en casa hasta que llegaron los muebles. Bueno, unos señores trajeron los muebles. Y después vino Joan a por su silla. Creo que al final la cosa era que Javi avisaría a Joan cuando lo avisasen de ikea, pero como nosotras estamos un poco atontadas pues nos quedamos en casa esperando a los de ikea.
Una vez solucionado el tema muebles, decidimos ir a dar una vuelta por el barrio. Vuelta que acabó en una zapatería donde Elena se compró unas botas a las que les había echado el ojo. Y tiene buen ojo para estas cosas, no os creáis. Así que volvimos a casa a dejar el botín y volvimos a emprender el paseo. Y resulta que no sé porque había como un mercado o algo así en el barrio. Y cuando íbamos en busca de una plaza para tomar algo, nos llamó Joan diciendo que si íbamos hacia el hospital. No os preocupéis, está todo bien, es que detrás del hospital hay un mercado (de cuyo nombre no puedo acordarme) donde hacían el festival de la tapa. Así que pusimos rumbo al metro donde nos encontramos con Joan.
Llegamos al mercado y había grupos de música y mucha gente, así que sacamos nuestras carteras y nos compramos los tickets correspondientes. Al acabar la primera ronda de tapas llegó Javi y volvimos a sacar las carteras y otras dos rondas de tapas con su correspondiente bebida. Estábamos con la última ronda de tapas cuando de repente una de las patas de la mesa decidió plegarse sobre sí misma y tirar todo al suelo. Incluido el móvil de Elena y los tickets. Y nos entró el ataque de risa a nosotros y a los abuelos que estaban sentados en el banco al lado nuestro. Después de cenar de pie, fue la hora de que los abuelitos se retirasen y fuimos conquistando el banco, así que por lo menos el postre pudimos comerlo sentados como personas normales.
Aunque dejamos de ser personas normales cuando acabamos el postre y decidimos intentar tocar palmas al ritmo de la música. Qué descoordinación. Nos fuimos hacia el grupo de música cuando quedaban pocas canciones para acabar, una lástima. Entramos al mercado a por unos mojitos (y al baño, shh) pero fracasamos en la misión. ¿Pues no va el hombre y nos dice que él no sabe hacerlos? Bueno, disculpe señor, pero estoy segura de que la chica que está haciendo mojitos detrás de usted es capaz de hacer mojitos. Que no, que está cerrado. Pues menos dinero para ti, ea.
Así que compuestos y sin mojito pusimos rumbo al metro para ir a la Rambla y a un bar llamado  “La rosa del rabal”. Queríamos mojitos y mojitos íbamos a tener. Debimos estar allí como una hora o más hasta que después de dos rondas de mojitos nos echaron a las 2 porque cerraban. ¿Sabéis que pasa? Que es difícil calcular el tiempo cuando te lo estás pasando bien (y no llevas reloj). El caso es que estando allí nos mandó un whatsapp Ángel (el amigo de Reix, ¿os suena? Os tiene que sonar) que también está en Barcelona y como el mundo es un pañuelo, estuvo en clase con Paula, Javi y Joan. Así que lo esperamos a él y a sus amigos en la puerta para ir a otro sitio. No tenemos mucho criterio así que nos fuimos al primer sitio al que nos dijeron que nos invitaban a algo. Somos muy fáciles de contentar. Estuvimos allí un rato más después de que Ángel y sus amigos se fuesen a otro sitio. Después de que Paula rechazase muy poco correctamente a un inglés un tanto sobón decidieron cambiar de sitio. Pero digo yo, ¿no podían acabar a que acabase la canción de Ed Sheeran? Pusimos rumbo a la discoteca (de cuyo nombre ni me enteré ni lo pregunté) y allí estuvimos…. Pues otro rato, ¿qué más da cuanto rato? Podría decirse que aquí la cosa se dispersó y se desmadró un poco. Pero mantendremos el secreto de sumario porque quiero mantener la poca dignidad que pueda quedarnos. Solo diré que me encantan los baños mixtos porque por una vez todos hacemos cola igual. Aunque ese hombre quiso colarse. Pues no señor, ya se lo dije “Haces cola como todas”. Bienvenidos a las inmensas colas en las discotecas.
No sé quién decidió que era el momento de irnos, pero salimos de la discoteca y nos fuimos caminando a casa. Al llegar, hicimos una pizza (que tiene mucho mérito si tenemos en cuenta que el horno es de gas y nadie se chamuscó las cejas) y nos pusimos a ver videos en YouTube. Paula se fue a la cama a las 6:30, al poco, Elena se quedó frita en el colchón hinchable y creo que antes de las 7, apagamos la tele y nos fuimos a dormir.
El domingo nos despertamos a las 12, lógicamente. Elena y yo dormíamos en el comedor y ni con toda la luz del mundo nos despertamos. Elena porque llevaba antifaz y yo, pues porque nos habíamos acostado a las 7 supongo. Y entonces aparece a las 12 Javi con una voz de hombre de las cavernas saludando, imaginaos el panorama. Y aun así nos levantamos los 4 y montamos los muebles de ikea. Y con montamos me refiero a que comimos galletas príncipe mientras Javi montaba la mesita auxiliar y el mueble de la tele. Aunque ahí ya nos tocó ayudar un poco, pero no mucho. Y otra vez en tiempo record nos duchamos y nos preparamos porque habíamos quedado con Ángel (no el amigo de Reix, el amigo de Elena). Qué originales fueron los padres de nuestra generación con los nombres. El caso es que nos fuimos con el coche en busca de un parque que no llegamos a encontrar y acabamos comiendo en un bar de estos que lleva una pareja de chinos y que tiene pinta de tener parroquianos habituales. Lo mejor del bar fue el cartel que decía: Sólo se fía a mayores de 90 años acompañados de sus padres. Qué cachondos. Después de comer Ángel nos llevó a un centro comercial donde nos tomamos un café/helado y retomamos nuestro camino hacia una montaña que no sé cómo se llama pero desde la que se ve toda Barcelona. Hay fotos muy chulas por ahí (“por ahí” en el sentido de redes sociales, no por ahí de en el viento). Después de recoger un ramo de flores silvestres para casa, Ángel nos llevó de vuelta al piso donde aún quedaban por montar muebles. Así que acabamos el domingo como lo empezamos, montando muebles. Cerca de la hora de la cena nos dimos cuenta de que al habernos comido la pizza, quizá no habría suficiente cena. Y Paula y Elena necesitaban no sé qué para una manualidad. Así que bajamos medio en pijama a una tienda a comprar algo de cenar (imaginaos el precio un domingo a las 8 de la tarde) y a por palomitas. Después de cenar y de casi sacarme la piel a tiras con la bandeja ardiente del horno, hicimos palomitas y nos sentamos a ver una de las películas menos graciosas que he visto últimamente: Sex Tape. No sé por qué esperaba más. Después de la película Javi se fue a dormir porque el lunes trabaja como las personas normales y nosotras nos quedamos hablando un rato hasta que a Paula le entró el sueño y decidió irse de nuestra habitación/su salón.
El lunes por la mañana escuchamos irse a Javi, pero fue tan silencioso que habría que ponerle un cascabel. No como Paula que parecía un elefante en una tienda de tazas de porcelana. A las 10 nos levantamos Elena y yo y después de desayunar nos fuimos a buscar una copistería. Y nos perdimos. Pero fue el destino, porque de vuelta de la copistería vimos pasar un camión con palés. ¿Y qué? Os pongo en antecedentes. Javi y Paula querían un palé para ponerle unas ruedas y hacer una mesita de café (esas entre la tele y el sofá) y llevaban buscando uno desde antes de que se inventasen los palés. Bueno, al ver el camión pensamos que era de una obra y que no nos iban a dar palés, pero de repente se paró delante de un contenedor y le digo a Elena: ¡es de recogida de muebles! Y tras un microsegundo en el que nos miramos, salimos corriendo hacia el camión gritando para que no se subiesen al camión. Elena le pregunta que si puede recoger un palé y el hombre le dice que no, que el horario de recogida es de tal a tal y Elena le dice: no, si lo que quiero es llevármelo a casa. No quiero saber qué pensó el hombre, pero el caso es que nos dio el palé. Tampoco sabíamos lo que pesaba un palé, pero se nos hizo muy larga la vuelta a casa. Dejamos el palé en el salón y volvemos a irnos de tiendas: mañana de manualidades. Volvemos a casa y nos ponemos manos a la obra. No quiero daros envidia, pero Paula tiene una mesilla de noche que os morís. Y les pusimos las fotos del domingo de recuerdo. En realidad, nos metimos un poco en su vida y les añadimos cosas a la casa, como si fuese nuestra. Son las típicas cosas que guardaran en el fondo del armario y las sacaran cuando vayamos a ir, como si fuésemos su suegra.
Cuando llegó Paula, no la dejamos entrar y la guiamos con los ojos cerrados para ver todas las cosas que le habíamos hecho a su casa. Pero el mayor triunfo fue sin duda el palé. Antes de ponernos a hacer la comida acompañamos a Paula a correos, ¿vosotros sabéis la cantidad de gente que hay en correos a la una y media? Y cuando llevábamos un rato se me ocurre decirle a Paula que pregunte porque igual como su carta es sin sello no tiene que hacer cola. Efectivamente. No me lo tengáis en cuenta, a veces me cuesta tener grandes ideas. Comimos y después de acabar de hacer las maletas nos sentamos a ver la tele un poco y pusimos rumbo a la estación.
Subimos al tren a las 17:30 y nos tocó otro bebé en el vagón. Qué ilusión (nótese la ironía). Nos sentamos y colocamos las butacas en la posición que queríamos como quien se sienta en el sofá de su casa. Al poco el tren se pone en marcha y nosotras empezamos el viaje con una revista cada una. Cuando yo me acabo mi revista, Elena estaba durmiendo. No sabéis lo que me costó arrancarle su revista de las manos. Es como las madres que no te dan el mando de la tele aunque estén durmiendo. Pero conseguí la revista. Y después de una hora de siesta Elena se despertó. Lo malo de pasar 4 días juntas es que no tienes nada que contar y se nos habían acabado las revistas y aún faltaba media hora hasta llegar a Valencia.
Pero sobrevivimos al viaje y llegamos a casa sanas y salvas y con un viaje de vuelta  a Barcelona pendiente. Para ver el palé, no a Paula.
Espero haberos dado un poquito de envidia (de la buena) y sino, pues contadme qué habéis hecho que haya sido mejor. Pues eso, lo que yo decía…

¡Sed felices!

martes, 23 de septiembre de 2014

Mati y yo os pedimos ayuda

Queridos improvisadores, vengo a hacer un llamamiento. Por eso lo de “queridos”, es un poco de peloteo.
El caso es que como comenté hace unas semanas, estoy escribiendo un libro. Pero tengo un problema: cualquiera que me conozca sabe que en lo que a nombres se refiere soy bastante sosa. Y como he visitado tantas páginas de nombres que google chrome me va a enviar un ramo con una nota que ponga “felicidades por tu bebé”, creo que es el momento de pediros ayuda. Agradecería que me propusieseis nombres que os gusten, tanto de hombres como de mujeres, y así tener una reserva de nombres que vayan apareciendo. Y Mati os lo agradecería también.
Por no hablar de los apellidos, que he consultado apellidos comunes por continentes y países. Que en internet hay de todo. Así que lo mismo os digo: cualquier apellido que se os ocurra de aquí, de allí, de la tierra o de marte. Bienvenido sea.
Tranquilos, yo me encargaré de combinarlos a mi antojo. Pero por sentir que he hecho algo.
Os daría un premio en agradecimiento por colaborar, pero no tengo mucho que ofreceros. Una sonrisa y un gracias, ¿eso os vale? ¡A poner en marcha la máquina de pensar se ha dicho!
¡Sed Felices!


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Insomnio, escribir y yo.

Recuerdo que en la primera clase de la carrera la profesora nos preguntó “¿Qué es la historia para ti?”. No me acuerdo de qué contesté, pero ahora me pregunto ¿Qué es escribir para mí?
Escribir es vaciar tus pensamientos. Escribir es escucharte a ti mismo. Escribir es construir con palabras el mundo imaginario que tienes en la cabeza. Escribir es poder ver como página a página se va construyendo una historia, unas vidas y unas experiencias. Escribir es tener un momento de desconexión cuando más falta te hace. Escribir es exponer al mundo tus pensamientos, los más ocultos y los no tan ocultos. Escribir es como respirar: No piensas en hacerlo, pero lo haces. No pienso qué podría escribir, escribo. No pienso en qué orden, escribo y luego lo ordeno. No sé si es la forma correcta de escribir. Pero cuando las ideas me salen, no puedo pararlas. Salen y ya está. Después las reescribo o las dejo como están. Pero la primera siempre es la más pura, la más auténtica. La segunda leída de lo que acabo de crear es en la que se corrigen las faltas y en la tercera se cambian cosas. Porque no suenan bien, porque parecía que quedarían bien, o porque piensas que alguien podría sentirse ofendido. Por eso la primera leída es siempre la mejor. En el libro en el que trabajo evidentemente no puedo dejarlo “en estado puro”, porque lo puro no siempre es lo que busco. Pero sí puedo decir que por suerte o por desgracia, mi blog sí que es un reflejo de mí misma en estado puro.
No sé en qué momento decidí empezar a escribir. Desde pequeña me apasionaba leer y cada libro traía aventuras y recuerdos. Creo que no he tirado ni un solo libro y he ido acumulándolos desde pequeña. No es un síndrome de Diógenes porque no es basura, son libros. Viajes y aventuras sin moverme del sofá, mágico. Volviendo a mi decisión de escribir, no creo que hubiese un punto concreto. Recuerdo participar en el concurso de literatura con 16 años. En realidad no creo que haya un momento de inicio. Simplemente, cuando me aburría o estaba alterada, mi mano buscaba lápiz y papel. Después buscaba el ordenador y las teclas. Pero debo confesar que aun hoy prefiero escribir en una libreta cuando necesito despejar la mente y desahogarme. De hecho, siempre llevo una conmigo. No sé qué vino antes, si los intentos de poesía o la narración. Lo que sí sé es que después vinieron los intentos de escribir canciones, pero nunca supe componer. Ni escribir poesía.
La prosa y la narrativa se impusieron y sin darme cuenta empecé a narrar mi vida en el blog. En un principio era para mí, un método de escape de todo. Después empezaron a conocerlo mis amigos, mi familia y desconocidos. De repente el blog no era el soporte para desahogarme y contar mi vida. Mi vida era la base para nutrir el blog. Pero se me quedaba corto. Necesitaba más. Y por eso empecé a buscar trabajos relacionados con la escritura. Pero no es fácil, sobre todo si no tienes idea de cómo funciona ese mundo. Acabé rellenando unos datos para una revista inglesa sobre arte. Fue una de esas cosas que hago sin pensar en que vaya a suceder. Pero sucedió, me enviaron un email diciéndome que querían que colaborase con ellos. Envié un par de artículos y me dijeron que los publicarían, aunque no los he visto. Dejé de enviar y escribirles en inglés y volví a centrarme en acabar la carrera y mantener vivo mi blog.
Al conocerlo tanta gente necesitaba alguna cosa que solo fuese mía y apareció Mati. ¿Quién es Mati? Mati es la protagonista de mi libro. Mati tiene un poco de mí pero sobre todo tiene todo lo que yo no tengo y por eso nos complementamos. ¿De dónde salió? De una noche en la que dormí fatal y soñé y ese sueño se convirtió en Mati.
En un principio el libro iba a ser secreto, pero dejé que mi hermana lo leyera y le gustó. Lo leyó una amiga y le gustó. Y al final me pedían más y más capítulos y el libro se convirtió en mi gran obra maestra. De esas obras maestras que nunca verán la luz. O eso pensaba, porque entonces se me ocurrió la idea de enviarle el manuscrito a una editora. Y me contestó Yolanda con algunos comentarios como que “puede ser aterradora de verdad”, “una apuesta arriesgada” y aunque ella se disculpó en el email por si me molestaron las críticas, la verdad es que me motivó mucho más. Me hizo ver que quizá no era necesario mantenerlo tan en secreto. Y entonces Mati avanzó, la historia evolucionó y, como vaticinaba Yolanda, la sangre acabó llegando al río.
Mientras, mi madre miraba editoriales en internet. Así que mientras por un lado me insistía en masters y oposiciones, por otro lado es la que más se interesa en mi libro (y eso que no lo ha leído). La verdad es que ahora ya no me apetece dejarlo secreto. Ha estado escondido muchos años, pero ahora me emociona pensar que todos conociesen a Mati. De hecho, me apetecería hacer esto durante muchos años y no tener que hacer nada más.
Y esta es la historia de cómo la pasión por escribir se impuso sobre el resto de mi vida.
¡Sed Felices!

jueves, 28 de agosto de 2014

Del calor de Valencia al frío de Andorra y media vuelta

Improvisadores, hace unas semanas que volví de mi semana de vacaciones en Andorra. ¿Sabéis que? Que echo de menos el fresco andorrano. Pero bueno, ese no es el tema… más o menos.
El lunes 4 después de pasar por mercadona a aprovisionarnos de almuerzo, comida y café, pusimos rumbo a Pas de la Casa. Con tranquilidad, parando varias veces y disfrutando del paisaje. Pasamos por Sant Climent que, para algunos no os dirá nada, pero para Paula y Elena quizá les recuerde el momento en el que íbamos buscando los pueblos para mi trabajo final de máster y me encontré con “San Clemente” y “Sant Climent”. En este punto yo no sabía si eran los dos el mismo pueblo o pueblos diferentes, bendito internet. Bueno, pues esa duda solucionadisima.
Cuando llegamos a Pas de la Casa a eso de las 6 de la tarde había una niebla de película de miedo. Nos dieron las llaves del apartamento y fuimos a investigarlo. Lo mejor era el balcón que daba a los pirineos, a un prado con vacas y un riachuelo. Ais, vacaciones. El caso es que esa nube de niebla se iba de Pas de la Casa y entraba otra, como si fuese una película de miedo. Y encima hacia frio. Y yo solo con una rebequita porque mi madre dijo que no me haría falta más. Maldita sea, saquemos el edredón del armario pero ya.
El martes nos dedicamos a hacer el primer día de ruta por las iglesias románicas de Andorra que resulta que hay como mil. O como 50. Si vais, os recomiendo ir primero al Centro de Interpretación Andorra Románica que está en Pal y allí mismo empezáis la ruta. Además, todas las tienen un guía y la visita es gratis. Sí se pagan los museos, pero con las entradas de adulto incluye la entrada a otro museo. Además, con el carnet de estudiante se reduce el precio a 2.5€, es decir, la mitad. Y con el carnet joven es gratis. Es decir, que es bastante económico visitar las iglesias y museos. Nosotros empezamos la ruta por la iglesia de Sant Climent de Pal. El pueblo entero está incluido en el plan de protección de la arquitectura tradicional desde hace unos años, así que vale la pena dar una vuelta. Vimos muchas casas con una planta superior dedicada a secar tabaco, porque no sabéis la cantidad de tabaco que se planta allí. Yo tampoco lo sabía.
Después de esta iglesia nos fuimos a Sant Martí de la Cortinada que es mucho más grande y más reformada que la de Pal. Pero también es preciosa además de tener una zona de sombra que da gusto. Como se acercaba la hora de comer, nos fuimos en dirección a Encamp a ver la Iglesia de Santa Eulàlia, pero al entrar es de esas iglesias en las que piensas: pues una iglesia normal, de románico el campanario. Fuimos a comer a un restaurante donde eran muy lentos y el camarero se ponía nervioso cada vez que pasaba por nuestra mesa y veía que el que tomaba nota no había pasado aun a vernos. Aun así conseguimos comer y a las 4 nos fuimos al museo casa de Areny-Plandolit que según la guía es el único ejemplo de casa señorial de Andorra. La verdad es que me gustó mucho porque tienen los objetos originales y puedes visitar las habitaciones y está la ropa, los cacharros y hasta los juguetes. Además, también hay una antigua consulta de médico del señor de la casa con material antiguo. La verdad es que si tenéis que elegir un museo, os recomiendo este.  También está el centro de interpretación de la Farga Rossell que fue la última fragua en cerrar. Aquí te explican la historia del hierro y la industria en Andorra y después hacen una demostración del funcionamiento de la forja del siglo XIX. Aunque a decir verdad en mi opinión sobraba el video o el guía que repitió después lo mismo que el video. Puestos a elegir prefiero que se quede el guía, por lo de defender la profesión, que nunca se sabe.
De aquí nos fuimos a la última parada del día: Sant Cristòfol d’Anyós. Como casi todas las iglesias están lo más alto posible y desde aquí hay unas vistas increíbles. De hecho, la construyeron ahí para vigilar la entrada del valle. A esta no pudimos entrar porque sólo abre dos días a la semana, pero por si vais que sepáis que las pinturas románicas también se arrancaron en los años treinta. De aquí ya pusimos rumbo a casa porque aunque son pocos kilómetros, los puertos de montaña retrasan mucho.
El día siguiente fue otro día de rutas románicas. Para empezar nos fuimos a Sant Serni de Nagol que está más o menos allá donde Cristo perdió el gorro y subiendo. Es una iglesia de 1055 desde la que se ve una ermita y (si no hubiesen construido fincas) la iglesia de Sant Julià de Loria. Una vez más, la iglesia tenía un carácter defensivo. Según nos explicaron es porque al ser un país neutral no podían tener castillos ni fortificaciones, pero supongo que hecha la ley, hecha la trampa. Es una iglesia pequeñita a la que no debe ir mucha gente ya que la guía estaba tumbada en el porche con un cojín y un libro. Un trabajo tranquilo. De aquí volvimos a la civilización y nos fuimos a visitar Santa Coloma. Para seguir con las excepciones andorranas, esta iglesia es la única que tiene un campanario redondo (más o menos). Nos dijo un guía que parecía casi un pique entre iglesias así que acabaron con la única iglesia con ventanas geminadas dobles, la única iglesia con un campanario redondo y otra con un campanario extremadamente alto. Esto es lo que pasa cuando te picas con el vecino, que luego la historia no sabe a santo de qué. Aquí en Santa Coloma nos encontramos con una guía más preocupada por repetir el horario de las iglesias que por hacer la visita y cada vez que llegaba alguien volvía a empezar. Desesperante. En esta iglesia las pinturas también fueron arrancadas aunque se conservaron algunas que estaban escondidas detrás del retablo. Además en el ábside hay una miniatura de la virgen de los remedios decorada y digna de adulación si es cierto que no ha sido restaurada nunca. Además, Santa Coloma está en el centro del pueblo y si no aparcáis al lado sino en un parking que hay más arriba hay un bonito paseo. Lo único malo es que el bonito paseo de vuelta es hacia arriba, pero no es mortal.
Como se hacía ya la hora de comer, nos fuimos en dirección a Sant Miquel d’Engolasters y antes de visitarlo decidimos comer. Cerca de la iglesia está el lago d’Engolasters. Arriba de la cuesta hay un restaurante y un parking para clientes, pero también podéis aparcar abajo e ir hasta el lago por el camino de acceso al circuito de trial o bicicleta de montaña o lo que sea. Aquí comimos a la sombra y disfrutando de las vistas y sin muchos bichos, todo sea dicho. De aquí nos fuimos al restaurante a tomar el postre. No pudimos entrar dentro porque estaba cerrado, así que nos tocó sentarnos al sol en el chiringuito a sufrir helado en mano. Que bien podría haber sido gratis si el camarero me hubiese confundido más tiempo con su amiga Carmen. Que oye, si tenemos que ser amigos seremos amigos, no es tanto esfuerzo. Seguro que su amiga Carmen tiene pinta de maja, como yo.
En fin, de aquí nos fuimos a Sant Miquel y menos mal que llevábamos una guía porque el guía que había allí no se dignó más que a darnos la razón en lo que nosotros íbamos suponiendo. Por no llevar no llevaba ni el uniforme. Sant Miquel es una iglesia muy pequeñita con un campanario de 17 metros que le queda como a un Cristo dos pistolas, o extremadamente desproporcionado. Como queráis. Dentro vimos al típico pantocrátor, pero resulta que es una copia y los originales no están, para variar. Lo bueno que tiene  es que está a pie de carretera, así que no tenéis que escalar. Así se hace el románico, a pie de carretera, a ver si aprenden los de Nagol.
Muertos de calor porque ese día decidió calentar con ganas, nos fuimos a ver el conjunto de les Bons. En realidad lo llaman “conjunto histórico” pero lo único visitable es la iglesia. También podéis subir a una torre, pero sin más. Aquí en la iglesia conocimos al guía que más mencionamos y recordamos de la historia: Albert. Él nos enseñó la iglesia de San Román y fue con el que más nos reímos, con diferencia. A la pregunta de si esa piedra tan blanda (parecida a la piedra pómez) aguantaba bien la humedad dijo: si en Andorra no hay humedad. Para asegurarnos de que había entendido la pregunta añadí: pero ¿ni con lluvia ni nieve? Y siguió negándolo. Querido Albert, no puede ser que digas que no hay humedad si está todo verde y hay riachuelos cada dos pasos. Además, él con el pelo largo y liso lo tiene que notar, seguro. Me juego lo que queráis. El caso es que al acabar la visita y explicarnos todas y cada una de las pinturas, le pregunté si todos los guías de patrimonio son historiadores. Adivinad qué, no lo son. Él nos dijo que era ingeniero deportivo. ¡Maldito sea el intrusismo laboral! Y menos mal que no es ingeniero agrónomo, porque decir que no hay humedad…
Después estuvimos hablando un rato de sus copríncipes y demás, yo no tenía claro si Francia y España pagaban a Andorra o al revés y resulta que el presidente francés y el obispo de Urgell le cobran a Andorra un buen pico cada año. ¿Las coprincesas llevaran solo medio vestido y media corona? Lo investigaré antes de presentarme voluntaria. Si vais a Andorra ojalá os toque Albert de guía, no como el de Sant Miquel o la de Santa Coloma.
De aquí nos fuimos a Sant Serni de Canillo que está también arriba pero no os paséis como nosotros que nos fuimos demasiado arriba. Es una iglesia normal y a través de un cristal se ven cuatro muros de una iglesia románica, pero sin más si lo que buscáis son iglesias románicas. De aquí nos fuimos a Sant Joan de Caselles, otra iglesia a pie de carretera, donde aún se conserva la madera original y hay dos porches de épocas diferentes. Además de un cristo policromado que encontraron hecho pedazos en la propia iglesia. La verdad es que es una iglesia simple pero muy bonita, incluso desde fuera. Además como el museo de la moto está al lado, se puede aparcar en su parking y siempre está llena de gente. Por eso de que no hay que buscarla, que está a pie de carretera. Esta iglesia, según entendí, no es de patrimonio así que cierra al medio día.
De aquí ya nos volvimos a casa porque hay que abastecer la mini nevera y decidir el plan para el día siguiente. Y abrazar el edredón.
Al día siguiente nos levantamos y después de organizar la ruta pusimos rumbo a Llivia. Para el que no lo sepa (como era mi caso) Llivia es un pueblo catalán en territorio francés. Algo así como el rincón de Ademuz. Más o menos. Aquí está la farmacia más antigua de Europa o una de las más antiguas. Dicen mis padres que antes se podía visitar la farmacia, ahora hay un museo y una especie de reconstrucción de la farmacia y la oficina del farmacéutico, pero es bonito. Os recomiento visitarlo porque es muy interesante. Justo enfrente del museo está la antigua cárcel y la iglesia. Si os gusta visitar iglesias, es una iglesia bonita. Sí, normal y aun en uso, pero bonita. Pero eso sí, no busquéis postales porque no venden. Malditos.
Aquí la puerta de la cárcel

De aquí salimos pitando hacia el Valle de Nuria. Sí, mi hermana tiene un valle. O no y es sólo casualidad. Nunca lo sabréis. El caso es que después de pagar una burrada para subir al tren cremallera que sube hasta allí 
(que suena un poco tacaño, pero jolín), nos tocó esperar un buen rato. Pero bueno, se lo perdonamos por ser una de las dos únicas líneas de tren cremallera de España y además se inauguró en 1931, hay que tener paciencia. Por fin llegamos arriba y el frio nos abrazó. Tanto que me puse la rebeca y el chubasquero, que no abriga pero reconforta. Comimos allí con nuestro picnic y después fuimos a visitar la ermita y la iglesia. Vale que la última vez que fui yo tenía como 5 años, pero a Dios pongo por testigo que allí había un caldero en una ermita y ahora ya no está. 
Dentro de la iglesia se puede subir hasta arriba y ver la habitación donde está la virgen de Nuria, pero yo me embobé en cuanto entré porque había una chica restaurando pinturas. Creo que se pensó que estaba loca porque me quedé un poco embobada. Así que cuando la habitación se despejó empecé a hablar con ella y resulta que llevaba cuatro días con un trozo que no mediría ni 50cm. Pero fue bastante simpática, sobre todo después de dejar caer que era del gremio y no una cotilla sin más. Discúlpeme, soy una cotilla titulada.
Y entonces tocó esperar al tren cremallera, porque no os creáis que pasa cada cinco minutos tampoco. Así que nos fuimos a la cafetería y me tomé un delicioso chocolate caliente. La verdad es que siempre que hemos visitado el Valle de Nuria paramos un gran dia. Con 5 años o con 23, es un sitio precioso. Y toda la zona de la Vall de Ribes es increible, los pueblos son maravillosos y os recomiendo tanto ir a visitarlos. Nosotros vamos cada x años, porque de verdad que nos encanta la zona. Aunque tengo que reconocer que la vuelta a casa fue larga y cuando llegamos el edredón me sonrió.
Al día siguiente cruzamos la frontera hacia el otro lado y nos fuimos a Foix. Fuimos justo el día que hacía un calor infernal y había mercadillo. Que después dirán que aquí timamos a los turistas, pero ojo que aquel panadero nos timó. Ahí se atragante, mala persona. Subimos hasta el castillo de Foix, pero tampoco me apasionó. Si hubiese estado como la casa museo, así con el mobiliario o algo. O vacío. Pero no exposiciones aleatorias en cada planta. Que la exposición sobre Andorra no sé a qué viene. Lo único salvable fue el libro de cacerías que escribió el mandamás y que han digitalizado así que vas pasando las páginas en plan tablet.
En la oficina de turismo nos habían dicho que cerca había un pueblo muy bonito, así que decidimos ir allí a comer. De camino a Mirepoix me dormí, porque a todo esto la siesta no la he hecho mucho, pero la siesta del borrego no la he perdonado ningún día. Por eso hay algún vacío existencial en la historia, porque me he pegado unos sueñecitos en el coche que vamos.
Llegamos a Mirepoix y nos comimos la quiche que habíamos comprado al panadero timador. Que era un timador, pero estaban de muerte. Después nos fuimos al centro del pueblo que no sé cómo lo encontramos porque ahora que lo pienso mis padres fueron muy directos. Igual lo vieron mientras yo dormía, no lo descarto. El caso es que es una plaza muy bonita con una gran galería medieval donde se organizan teatros, tiendas artesanales y mercados. La verdad es que vale la pena darse un paseo por la plaza y disfrutar de las vistas. Además está la catedral con la nave más ancha de Francia, que tampoco es despreciable y está toda pintada. Así que si pasáis por allí, marcad Mirepoix como punto interesante. Además hay una heladería que hace esquina que te mueres. Vale que los helados son de Ben&Jerry’s, pero se está tan bien allí. En la oficina de turismo nos mandaron a “uno de los pueblos más bonitos de Francia” y allá que nos fuimos. No hace falta que marquéis Camon en el mapa. No tiene mucho que visitar, así que a no ser que queráis dar un paseo por un pueblo pequeño o comer una crepe en una furgoneta-bar, no hace falta. Tampoco descarto que en Mirepoix nos mandasen allí para que dijésemos “pues Mirepoix es más bonito”.
Lo malo de cruzar fronteras es que luego hay que volver y no sabéis la de colas que se organizan en Andorra para entrar y salir. No porque paren en la aduana, sino porque el aforo del país entero debe rebosar. El caso es que volví a casa sin que ninguna oficina de turismo me diese información de Muret. Frustración sobre mí y vergüenza sobre sus oficinas de turismo.
Al día siguiente arrastré a mi familia a más de dos horas de coche para llegar a Muret. He de reconocer que fui perdiendo la fe. No llegábamos nunca y empezaba a tener pinta de ser un pueblo con cuatro casas muertas del asco. De hecho empecé a sugerir dar la vuelta porque no valdría la pena. Hasta que sales de un mini bosque y aparece Muret a tus pies, enorme. Porque claro, a ver si se pensaban que yo los llevo a sitios muertos del asco o que un rey de Aragón se deja matar en cualquier sitio. El caso es que llegamos más bien a la hora de comer y estaban recogiendo el mercado. Por una parte mejor, no quiero vérmela con más panaderos timadores. Entramos en la iglesia y aquí encontramos la única referencia a la batalla de Muret. Vamos a ver, ¿tanto estudiarlo para esto? Después preguntamos a una buena mujer por la oficina de turismo y nos dijo que era sábado, que estaría todo cerrado. Maldita sea. Vergüenza también sobre esta oficina de turismo. El caso es que decidimos ir a buscar algún sitio agradable para comer, pero antes hice que Nur cruzase conmigo una carretera para hacerme la foto con el nombre de “Muret”, por lo menos. Y entonces a mi padre le dio un cortocircuito y decidió ir a Lourdes. No sé si sabéis donde está, pero más o menos de Muret está a tomar por saco a la izquierda. Que se veían ya las señales en dirección a San Sebastián. Paramos a comer a medio camino porque eran las 4 y ya rozaba la indecencia. Por cierto, las ensaladas que venden en los supermercados no están tan buenas como parece. La de pasta tenía un pase si le hubiesen quitado el pimiento, pero la de cerdo… no señor. La cambié por un capuchino frio.
Llegamos a Lourdes y de repente la población se ha transformado en grupos de enfermos, familia, monjas y curas. Megafonía con música, megafonía con misa. Demasiada sacralidad, me cortaban todo el sarcasmo y la ironía que viven en mí. Vimos de lejos la virgen porque la cola que había no tenía nombre y después entramos a la iglesia donde había unos mosaicos muy bonitos, todo sea dicho. Y después nos fuimos a comprar recuerdos para las abuelas, pero no venden agua embotellada. Sólo encontramos una mini botella y la mujer dijo que no le quedaban más. Igual yo soy mala persona, pero seguro que más de uno hubiese dicho que sí, hubiese entrado a la trastienda a llenar la botella con agua del grifo y lo hubiese vendido. Por una parte no miente, porque es agua de Lourdes, por otra… voy a ir al infierno.
El caso es que después de un súper helado de nata con sirope de chocolate me veía en muchas más condiciones de hacer de copiloto de vuelta a Andorra. Así que el turno de la tarde (mamá y yo) nos pusimos en los asientos de delante y seguimos las indicaciones del GPS. Al que hay que llevar a desintoxicación porque debía estar borracho perdido porque no nos devolvió por la autopista sino que nos metió por todos los malditos pueblos de Lourdes a vete a saber dónde. Hasta que empezó a anochecer y nos plantamos en una rotonda perdida de la mano de dios y el GPS decía que teníamos que seguir por el puerto de montaña. Y mamá se amotinó y al grito de “¡un puerto!” dio otra vuelta a la rotonda, se aparcó y le dijo a papá que se apañase. La verdad sea dicha, en el puerto el corazón se me movió de sitio y casi sale disparado. Carretera estrecha con niebla y solo nos faltaba la niña de la curva o las brujas de Zugarramurdi. Por fin, a las once de la noche llegamos al apartamento. Edredón, no sabes cuánto me alegro de verte.
El día siguiente por la mañana lo dedicamos a bajar a Andorra a comprar, pero lo de que es más barato es bastante mentira. Si no fumas, no te sale rentable. Y como yo no fumo, pues a otra cosa mariposa. Volvimos a comer al apartamento y después de la siesta quisieron dar una vuelta por los prados de detrás. Querían subir a un lago, pero yo decidí que me quedaba a medio camino y me senté al borde del rio. No sé porque decidí meter los pies en el agua y estaba tan fría que dolía. Pero allí me quedé por lo menos una hora. Solo se oía el agua, ni las motos de trial escuché. Cuando quise darme cuenta había una vaca a menos de 2 metros de mí y no la había visto ni venir. Me quedé tanto rato allí sentada que las golondrinas pasaron a menos de medio metro de mi cabeza y los mosquitos se posaron sobre mí. Pero fue una hora genial. Ojala hubiese podido coger ese trocito de mundo y traérmelo a casa. En su lugar grabé un video. De vuelta al apartamento pasamos en medio de las vacas que rumiaban y los terneros que nos miraban fijamente.
Al día siguiente volvimos a Andorra porque papá quería comprar una cosa en la única tienda que estaba cerrada el domingo. Después de almorzar pusimos rumbo a casa, pero antes decidieron pasar por Sort a comprar lotería. No sé si habéis ido alguna vez, pero tiene un camino con curvas que te mueres. Y más si vas leyendo como yo. No me había mareado nunca en el coche, y que horror. Quiero decir, ¿qué haces? Si has bebido hay quien vomita y hay quien come y asienta el estómago, ¿pero en el coche? Como yo no soy muy de vomitar, en cuanto pararon el coche para ir a comprar me comí un paquete de papas. No sé qué ayudó si las papas o el hecho de estar parada, pero el caso es que me encontré mucho mejor. Pero válgame, que mal lo pasé. Así de dedicada estoy al trabajo del máster. Solo recordarlo me duele la tripa.
Paramos a comer allá por el desierto de Lérida que más que Lérida parecía el desierto de Nevada. Y otra vez ignorando al GPS borracho conseguimos llegar a casa sanos y salvos.
Hacía muchos años que no me iba de viaje con mis padres, pero no han perdido las costumbres. Ha sido un viaje muy divertido donde me han venido muchas ideas y además he disfrutado de un paisaje precioso. Será porque es todo verde con ríos (aunque Albert diga que no), pero me parece precioso. Quizá porque no lo tengo en casa. Lo mismo me pasa cuando voy a Francia a ver a la familia, lo que no tienes te parece maravilloso y lo que tienes, bueno eso es más rutina y trabajo, pero también es maravilloso.
Sé que no ha sido un gran relato de las vacaciones, pero espero que me perdonéis. Espero que hayáis tenido un gran verano y disfrutéis de lo que queda.

¡Sed felices!

viernes, 23 de mayo de 2014

La noche de las coletas y el taper.

Improvisadores, vamos a hablar de la vuelta al cole. Es broma, vamos a hablar de la vuelta a casa. Pero será breve, muy breve.
Paula ha vuelto de Viena y el viernes 9 de mayo decidimos ir a cenar las 5 juntas. De hecho, como sólo íbamos a cenar nos fuimos en deportivas y con coleta. Nos encontramos en la Plaza de la Virgen y nos fuimos a tomar algo a la plaza del negrito. De allí decidimos irnos a cenar a un indio en Cánovas. Que oye, no habia ido yo nunca a cenar a un restaurante indio pero la verdad es que está bastante bueno. Pero con tanta especia bebes mucho. Y allí, después de las dos botellas de vino, alguien propuso irnos a bailar a algún sitio. Y puesto que nunca hemos ido juntas de fiesta, nos pareció una gran idea. Bueno, por eso y porque oye, un dia es un dia.
Fuimos aun bar por Cánovas y después de huir de allí sin pedir nada al ver los precios, pusimos rumbo a Aragón pero como aun era pronto decidimos tomarnos algo y cayeron cervezas, baileys y vodka. Así, de aperitivo. Así que siguiendo la cuenta llevábamos: 6 cañas, dos botellas de vino, una copa baileys y una de vodka. A falta de entrar a los pubs. No está mal, nada mal. Según mi madre ahí está el porqué de ir a bailar. Cuando nos cansamos de los juegos de beber en la terraza del bar, nos fuimos al tucán con nuestros 2x1 en la mano. Allí estuvimos un rato con nuestros copazos de piña colada, mojito, san francisco y Cosmopolitan. Porque somos así, muy de cócteles (si son a 3€). Y qué buenos están.
Cuando nos cansamos de estar allí (y nos acabamos las copas) nos fuimos a otros sitio que tenían la fiesta del ron y te regalaban un vaso de ron con cocacola. Pues no me gusta el ron con Coca-Cola, pero ¡es gratis! No sé ni a que hora entramos ni a que hora nos fuimos, pero a las 3 estaba en mi casa. Así, como única referencia temporal.
El caso es que esta noche fue muy grande y eso demuestra una vez más que las noches improvisadas son las mejores. Porque no tienes grandes expectativas a parte de una gran cena con las amigas (que ya de por si es genial) y de repente estais todas de pubs. Pues oye, una sorpresa agradable. Peor es tener expectativas y que no se cumplan.

Así que ojala planeemos otra noche solo a cenar (guiño, guiño). 
¡Sed Felices!

jueves, 23 de enero de 2014

Un Gran día sin móvil

Improvisadores, este mes es el mes de las desapariciones. Tranquilos, no es por nada grave, es la universidad. Los que sois estudiantes lo entenderéis: exámenes, trabajos y demás cosas que amargan el principio del año. Pero no estamos aquí para hablar de eso, buscaos otro sitio para eso.
El sábado pasado Gem y yo decidimos ignorar el trabajo de la universidad y nos fuimos a pasar el día a Cocentaina. Habíamos quedado a las 10:30, y por un día podía no levantarme a las 8 de la mañana. Inocente de mí, a las 8 empezaron a hablar por el whats App para quedar a estudiar. Nota mental: silenciar los grupos de whats. Después escuché a Nur por casa que se preparaba para irse a clase de noruego. Pues nada, cuando quise darme cuenta eran las 9 y sonó el despertador. Maldita la gracia.
Me levanto, desayuno y me di cuenta de que era demasiado pronto, así que me puse a ver una serie. Cuando ya estaba lista, Gem no lo estaba aún. Pero por fin a las 11 de la mañana salíamos de Valencia después de recoger a Gem y poner gasolina. ¿He dicho “salíamos de Valencia”? Eso sería ser demasiado optimista. Gem tenía que guiarme para salir de Valencia desde su casa y cuando quise darme cuenta me había pasado la salida hacia Alicante. Podrían ponerla más escondida, pero es difícil. (Recordamos lo de que me habían robado una hora de sueño, ¿verdad?) Así que decidí meterme por la primera vía de servicio que vi. Y seguimos nuestro instinto, y la carretera se hacía más estrecha, y no parecía haber retorno a la A7… Y llegamos a Xirivella. Seguimos nuestro instinto otra vez (todo recto) y finalmente llegamos a donde queríamos: Alicante/Albacete. Y todo recto. Al pasar un rato empezamos a ver carteles de Muro y Alcoy pero ninguno de Cocentaina. Así que decidimos ir en dirección a Muro porque sabíamos que estaba cerca. Y seguía sin haber señales de Cocentaina. Y nos cruzamos Muro y decidimos preguntarle a un señor que lo primero que nos dijo fue: pues os la habéis pasado. Pues muchas gracias oiga…
Finalmente y tras dar un rodeo (y ver una ardilla ¡una ardilla!) llegamos a Cocentaina sobre las 11. Y entonces llegaba el siguiente punto: llegar a casa de Thais. Pero antes, algo se puso en nuestro camino. Un ataque de risa descomunal, de los de llorar y todo. El motivo fue un bar llamado “Felnando”. Lo sé, no es gracioso, tampoco lo era en su momento, pero me hizo demasiada gracia. Pero tranquilos, evidentemente conseguimos llegar a casa de Thais y aparcar. Subimos a casa de Thais y lo primero que hicimos fue volver a subirnos al coche. ¿Para eso aparco? En fin, nos fuimos a Muro rezando para que no lloviese. Aparcamos y seguimos a Thais por las calles como si supiésemos donde estábamos. Era la feria y había un mercadito medieval, pero lo que más me gustó fue una tienda a la que entramos. Eso sí es como volver atrás en el tiempo. Como si te aparecieses en el plató de Amar en tiempos revueltos. Estaba como un niño en una tienda de caramelos. Aunque Gem y Thais hubiesen retrocedido unos cuantos siglos más, pero para mí estaba perfecto.
Cuando quisimos darnos cuenta eran casi las 2, así que nos fuimos rumbo a casa de Thais a comer. Allí su madre nos preparó un “banquete con comida de la terreta” (palabras textuales de Thais) que a Gem y a mí nos supo a gloria. Tostons, coca y pericana además de paté jamón, queso y demás. Todo acompañado de cerveza y bastantes risas. Después de comer llegó Alejo (que había venido también antes de comer) porque no tenía partido. La lluvia es lo que tiene. Y cuando quisimos darnos cuenta estábamos todos en los sofás viendo El Señor de los Anillos. Yo no veo las películas de forma normal, soy la típica persona que las comenta (algunos me odiáis y lo sé) pero imaginaos cuando nos juntamos 4 como yo. Pues así estábamos viendo la película. Al final acabamos preguntándonos si compartirían champú y porque no llevó Gandalf el anillo volando en un momento.
El caso es que al acabar la película y después de que Alejo se cambiase (por lo de no ir en chándal) nos fuimos los 4 a ver Alcoy. La pequeña Manchester…y empezó a llover. Pues será por lo de Manchester. Así que acabamos en un bar  tomándonos algo, pero no creáis que fue fácil entrar: tenía una puerta estrecha y muchos moteros borrachos delante. La Odisea de Homero y la entrada a ese bar estarían a la par en dificultad.
Cuando salimos del bar ya no llovía y nos fuimos a cenar. Para compensar la semana de gimnasio que habíamos tenido Gem, Thais y yo, cenamos pizzas y de postre… un surtido de postres. No sabíamos cual elegir. Eran ya casi las 12 y media cuando Gem y yo nos pusimos en marcha camino de Valencia. Yo con mi Coca-Cola y mi café en vena y Gem eligiendo canciones con las que pudiésemos motivarnos y llegar a casa sanas y salvas.
A diferencia de la salida, llegamos a casa a la primera. Eso sí, cogí todos los semáforos en rojo que hay entre casa de Gem y la mía. Todos, absolutamente todos. No busquéis fotos en Facebook, ni nada en twitter o instagram. No lo hay. ¿Por qué? Pues porque estaba tan entretenida y me lo estaba pasando tan bien que dejé el teléfono en el bolso y solo lo saqué para decirle a mi madre que volvíamos a casa. Esos son los días buenos, los días en los que ni te acuerdas del teléfono porque no te hace falta para nada. Espero que haya muchos más días “sin necesidad de móvil” y que vosotros tengáis muchos también.

¡Sed Felices!

martes, 7 de enero de 2014

¡Tenemos página en Facebook!

Improvisadores, espero que todos hayais sobrevivido a las comidas familiares y las sobremesas navideñas. Pronto tendremos una entrada sobre la Navidad, pero hoy vengo a hacer un comunicado extra rápido:

Inauguramos página en Facebook. No seáis tímidos y pasar a saludar aquí https://www.facebook.com/Improvisandoporlavida

Nos vemos muy pronto,

¡Sed Felices!