Improvisadores, espero que estéis
bien. A mi personalmente se me está haciendo cuesta arriba este año, pero qué
le vamos a hacer, ¿no? Por eso vengo a contaros la tercera parte del puente
castellano, para distraernos.
Estamos ya en domingo 11 de
octubre, no nos queda nada para volver a casa. Así que hay que aprovechar el día.
Nos fuimos a visitar los Pueblos Negros. Hay muchas rutas que hacer y mucho que
ver, así que nosotros seleccionamos dos pueblos a los que ir. Desayunamos en
Los Soportales y nos fuimos hacia Campillo de Ranas. Es un pueblo pequeño, 148
habitantes según wiki, y de hecho no se puede entrar con el coche. Así que aparcamos
a la entrada del pueblo que hay un aparcamiento y ya caminando al pueblo. La
verdad que es un pueblo muy bonito y un paseo agradable. Nosotros aprovechamos
y compramos miel y mermelada caseras que ya os enseñaré en Instagram. Y lo que
más me gustó fue que no había nadie. De verdad que nos cruzamos todo el rato
con la misma familia. No sabéis la paz que había allí.
Os podéis imaginar que la visita
a Campillo dura lo que vosotros queráis, porque es pequeñito. Pero es precioso
y estuve haciendo bastantes fotos. Ya las iré compartiendo. Pero antes de irnos
al siguiente pueblo hicimos una parada técnica, y menos mal ya veréis por qué.
Era sobre las 13h y no habíamos almorzado. Así que nos tomamos algo (yo un
agua, obvio) y pidieron un pincho de tortilla. Os prometo que la mejor tortilla
de patatas que existe es la de mi madre, y eso es indiscutible, pero esta
tortilla… con deciros que le hice una foto porque tenía una pinta, un color
precioso, un… ¿se nota que me flipa la tortilla de patatas? Catadora de
croquetas, patatas bravas y tortilla de patatas.
De allí nos fuimos hacia Valverde de los Arroyos que, por lo visto, es el pueblo negro más conocido. Y tanto. Estaba a reventar de gente. De hecho, nuestra idea era hacer una ruta que sale de allí después de comer. Todos los restaurantes completos, gente comiendo en la calle… así que estuvimos 5 minutos dando una vuelta y nos fuimos porque aquello era agobiante. Y pensamos “vamos bajando y en el siguiente pueblo comemos”. JA. Una hora después encontramos un sitio donde comer. En Jadraque, en el restaurante
El Castillo. Que además llegamos tardísimo que yo pensaba que no nos darían de comer. Pero comimos, vaya si comimos. Yo me pedí una sopa (empieza a ser repetitivo) pero, qué sopa. Tenia de todo. Con deciros que comí eso y ya. Bueno, y postre. Y ya que estábamos allí subimos a ver el castillo de Jadraque. No se podía visitar por dentro, pero la camarera del restaurante nos dijo que lo bonito era por fuera y no mentía. Vale la pena subir. Además, se puede subir prácticamente hasta la puerta con el coche. De hecho, había un grupo de motoristas que subieron hasta la puerta. Eso sí, hace mucho aire arriba, preparaos. Pero las vistas son increíbles. El resto del pueblo no pudimos visitar nada, ya sabéis… Fase 2. Y es una lástima porque en Jadraque tienen, hasta donde yo sé, una obra de Zurbarán y una talla de Pedro de Mena. Además, esta la casona de las Ursulinas que refugió en 1808 a Jovellanos y a Goya.
De aquí nos fuimos a Torija,
porque ¿qué son 30 min después de conducir 1h para comer? En Torija realmente
no vimos mucho. Nos tomamos el café (yo no) a los pies del castillo y nos
fuimos hacia Sigüenza. La verdad que me llamó la atención que el castillo de
Torija no estuviese en alto como el resto de los castillos que llevábamos vistos.
Lo curioso es que este castillo ha vivido de todo. Durante la guerra de
independencia contra Napoleón fue refugio de Juan Martín “El Empecinado”,
responsable de que los muros fuesen destruidos para que los franceses no lo
utilizasen; en 1937 fue cuartel de Líster y Kahle, jefes de las brigadas
republicanas en la Batalla de Guadalajara. Por razones más que obvias el
castillo fue reconstruido años después y ahora es un centro de interpretación de
la provincia y en la torre del homenaje hay un museo dedicado única y exclusivamente
al libro “Viaje a la Alcarria” de Camilo José Cela.
Y ya de aquí nos volvimos a Sigüenza
porque se hacía de noche y, sinceramente, hacia un frío increíble. Si os digo
que nos despertábamos con 0º… Volvimos a cenar en El Mesón porque no os mentí
cuando dije que estaba increíble. Y sí, antes de que preguntéis, me pedí una
sopa. Podéis reíros de mí, pero qué feliz soy así.
Y hasta aquí el penúltimo día de
viaje. La semana que viene el cuarto y último. Luego tendré que pensar qué os
cuento porque, como todos, los de los viajes este año esta complicado. Disfrutad
de la semana con cabeza.
¡Sed Felices!
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