viernes, 13 de enero de 2017

¡¡¡Nieve!!!

Improvisadores, estoy aquí dispuesta a acabar de contaros el viaje a Noruega. Tendría que haberlo hecho esta semana, pero mira, tengo mil chorradas en mente.
10 diciembre del 2016
Acabé contándoos que estábamos allí en la cabaña esta tan genial y yo entre acojonada y emocionada. Pues el sábado a las 8 de la mañana ya estaba despierta. En mi defensa diré que todos dijeron que teníamos que aprovechar las horas de luz. Pues bien, yo era la única despierta. Desperté a Nuria que se dio media vuelta y siguió durmiendo. Me asomé por el hueco de la escalera… desierto. Maldita sea. Así que me volví a meter en la cama con el móvil en la mano esperando a que se hiciese de día y a ver si se levantaba alguien. A las 9 ya no podía más y escuché ruido abajo. Freia, la perra de Bente, se había despertado. Me vale. Bajé pitando y me puse un vaso de leche con esas galletas de canela tan deliciosas que nos sacó Bente la noche anterior. No suelo hacer grandes desayunos, así que ahí estaba yo. Esperando a que amaneciesen todos. Pasó casi como otra hora antes de que alguien apareciese. Salma siempre se despierta antes de las 7 de la mañana, pero se ve que por llevar la contraria no lo hizo ese día. Imaginaos, que horas más larguitas para mí. Empezó a aparecer la gente y entonces Bente se escandalizó porque eso no era ni desayuno ni era nada. Y entonces llegó el banquete de los banquetes. No sé qué no sacó pasa desayunar. Dulce, salado, zumos, leche, café, chocolate, pan, lo que quisieras. Para estas alturas ya había amanecido y yo estaba ya que me moría por salir. Pero maldita sea, los noruegos no hacen sobremesa decían… ahí charlando después de desayunar y yo pensando: ¿PODEMOS SALIR A LA NIEVE YA? Bente tenía razón, la nieve saca tu lado más niño, si eso es posible.
Por fin decidieron que era momento de cambiarse para salir. Era el momento de estrenar mi ropa de la nieve, para que veáis lo mucho que voy. Creo que me vine arriba con el abrigo, quizá una térmica, un polar y la chaqueta de la nieva fue demasiado. Pero qué más daba. Y mis botas de pre esquí que les di más uso que nunca, no solo en la nieve. Estamos todos listos y empieza Bente a sacar trineos, de todos los tipos y colores. Y ay, me enamoré. Una tabla que en realidad es como una colchoneta que la coges, corres, saltas y te deslizas. Ay amigos míos, esa fue toda para mí. Así que caminando un poco como patitos torpes por encima del hielo nos fuimos hasta la colina detrás de casa de Bente, para probar los trineos y ver cual nos apañaba e ir practicando. Hay videos, pero son innecesarios. Nur estaba feliz, con su gorro para la nieve que tiene como mil, pero en Valencia (por razones obvias) no los gasta, yo me cansé a los 5 minutos del mío y lo metí en el bolsillo. Mi señora madre dice que ni de bebé aguantaba los gorros, así que eso quiere decir que soy una mujer con convicciones firmes.
Bonito ¿eh?

Después de estar un buen rato en la colina deslizándonos (y vuelta a subir), Bente nos dijo si queríamos ir montaña arriba para luego ir bajando. ¿He dicho ya que había nieve? Pues allí, con los trineos nos fuimos montaña arriba. Bente dijo que fue un kilómetro, pero hacia arriba y hundiéndote cada vez más en la nieve, a todos nos pareció más. Pero ninguno queríamos decir que parasemos, y menos si no lo decía Marta antes (¿He dicho que Marta está embarazada? Pues eso, ahí como una campeona). Cuando ya llegó el momento en que al hundir el pie en la nieve por encima de la rodilla y sacarlo, sacábamos barro, Bente dijo que debajo había un río, que si dábamos la vuelta. SÍ, POR FAVOR. Y entonces lo mejor del día, deslizarte montaña abajo por cada trozo y no salirte del camino y despeñarte. No, en serio, fue genial. No sabéis lo bien que lo pasamos. Bueno, Salma se hartó un poco del trineo después de caerse, así que Marta, Andrés y ella bajaron andando, pero Bente, Nur y yo nos picamos con los trineos. Cuando ya estábamos a la altura de la colina del principio, algo me dio en la rodilla, no sé si era piedra, hielo o qué, pero dolió. Mucho. Os he dicho que yo iba en la colchoneta, así que vas prácticamente tumbada en el suelo bocabajo, la manejas con las piernas (arriba o abajo para la velocidad) y con el cuerpo para girar. Pues bien, ese golpe hizo que me pegase semejante lechazo que el vecino de Bente que estaba entretenido con sus árboles se me quedó mirando un rato. Hasta que pasados un par de minutos me di cuenta y me levanté saludándolo con la mano en plan “Sigo viva, mi dignidad no, pero yo sí”. Bajé donde Bente y Nur me esperaban y nos fuimos hacia casa, que los demás ya llegaban también. 
Esa tarde llegó la otra profesora de Nur, Else, y ya os imagináis, otro tanto de ponerse al día y hablar en noruego. Y entonces Bente dijo que iba a poner los focos para que pudiésemos hacer un muñeco de nieve y una pirámide de bolas. Os voy a poner la foto que es más bonito que explicarlo. 
bolas de nieve en pirámide y dentro, una vela. 
Aquí nuestro tétrico muñeco de nieve antes de que le diese un mal y se le cayese media cara. Nunca volvió a ser el mismo. 
Solo diré que los muñecos de nieve dan más trabajo del que parece. Y que fue entonces y solo entonces cuando me resbalé con el hielo por primera vez cayendo sobre la pierna derecha para no partirme la crisma y la espalda contra una valla de madera. Y fue ahí, y solo ahí, cuando me hice el esguince en la mano derecha. Nur dijo que si me caía se iba a reír. No lo hizo, imaginaos la leche que me di. Pero bueno, esa mañana nos habíamos caído con el trineo y ella llevaba un moratón en la pierna que sobresalía tanto que parecía que quería escaparse.
Esa noche cenamos burritos y nos dimos cuenta de que algunos noruegos también se lían entre nosotros y los mexicanos, pero no pasa nada, nos reímos un rato. Y no, no comemos especialmente picante. Aunque hay a quien le gusta… locos hay en todas partes. No sabéis lo bien que dormimos esa noche. Estábamos muertos de cansancio. Y yo tenía unas agujetas en los brazos de la colchoneta que estuve tentada de dormir con la térmica y el polar solo por no tener que quitármelos.
¡No os vayáis muy lejos que aún quedan muchos días!

¡Sed Felices!

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