miércoles, 16 de octubre de 2013

Noruega parte IV: adiós Noruega.

Improvisadores, volamos de vuelta a casa. 
A las 5 de la mañana ha sonado el despertador. Nur se ha hecho un café, pero yo no tenía nada de hambre. He recogido lo que me faltaba y a las 5:40h cogíamos el autobús hacia el aeropuerto.
Resulta que Morten tenía que coger el mismo avión que yo, pero al perder el autobús llegó justo para embarcar. Tampoco había hablado mucho con él, por eso me sorprendió que estuviéramos juntos en la espera para embarcar. Teníamos filas diferentes y al llegar a Oslo bajé directa al autobús que me llevaba a la terminal y lo perdí de vista. Hasta que reapareció en el autobús. Al bajar del autobús volví a perderlo de vista hasta que apareció a mi lado mientras esperaba el ascensor que nos llevaba a los vuelos internacionales. Al bajar, ya tenía puesta mi puerta de embarque y me acompañó hasta la puerta que pasaba a internacional. Yo he pasado porque eran las 8:15 y mi avión salía a las 9, pero él no pasó porque su avión salía a las 17h.
Ya en el avión Oslo – Barcelona tocaba desayunar que eran las 10 y llevaba desde las 5 despierta y sin comer. Me pedí el mismo desayuno que mi vecina y me da un café, un zumo, una mini barrita y un sándwich. A mí no me va mucho el café, el zumo era “de naranjas de Valencia” (si tú lo dices). Al ver el sándwich pensaba que era de tomate y queso. Hasta que lo probé. ¡Pimiento rojo con queso! ¿Qué broma pesada es esta? Para el que no lo sepa, no me gusta el pimiento. Por un momento pensé en quitarlo, pero lo había pagado y me lo iba a comer. No sé si es señal de que tenía mucha hambre o de que me hago mayor. Después de desayunar, me he puesto a escribir en la libreta. Si vieseis la letra que me ha salido os imaginaríais la magnitud de las turbulencias.
Para seros sincera, era la primera vez que de verdad no quería volver a casa. Algunos dirán “normal, de vacaciones en Noruega yo tampoco querría volver a casa y a la rutina”. No es eso. No sé cómo explicarlo porque ni yo misma me entiendo. Pero voy a intentar explicarlo, escribir se me da mejor que hablar de estas cosas. Solo tengo que explicarlo de forma que no parezca que estoy de psiquiatra. Desde hace un tiempo estar en Valencia me agobia. En España. Cuando acabé 2º de carrera les dije a mis padres que no me gustaba, pero me dijeron que la acabase porque no se podía estar sin hacer nada. Y en ese momento tenían razón. Ahora he acabado la carrera y todos dicen lo que debería hacer, lo que tengo que hacer. Y me agobia. Todos dan por hecho lo que quiero hacer. Lo que nadie se plantea es qué quiero hacer yo. Pero tampoco lo tengo claro yo misma. Así que hay que hacer cosas “por si acaso”. Y yo pregunto: ¿Por si acaso qué? ¿Por si la crisis se acaba mañana cuando suene el despertador? ¿Por si de repente sé lo que quiero hacer? ¿Por si con 22 años soy capaz de decidir qué hacer con el resto de mi vida? Todos los “por si acaso” dan igual. Porque tengo 22 años y llevo desde los 18 escuchando que mi carrera no sirve para nada. Ahora yo misma creo que no sirve para nada. Y que en la radio y en la televisión no hagan más que dar malas noticias y decir lo mal que está todo no ayuda. Se me hace un nudo en el estómago y me dan ganas de llorar. Porque todos dicen que trabajemos en nuestro futuro, pero mientras tanto no hacen más que repetir que no tenemos futuro.
Podéis llamarme derrotista o cobarde, pero no quería volver aquí. En casa tengo ganas de llorar todos los días. En Noruega solo quise llorar cuando me tenía que volver. Lloro sin ningún motivo aparente, por tonterías. Y me siento mal por mí y por mis padres. Porque no creo que sea plato de buen gusto ver llorar a tu hija y no poder hacer nada. Y entonces lloro más. Y así es la pescadilla que se muerde la cola.
No sé si he conseguido explicarme, pero ahora mismo solo quiero volver a Molde. Necesito volver a Molde. Alejarme de todo esto, quizá ver las cosas con perspectiva; pensar un poco. Necesito volver a esas calles, casas y jardines perfectos con un futuro perfecto. 
¡Sed Felices!

2 comentarios:

  1. T'entenc perfectament, Maria. Jo també tinc moments en què ho veig tot negre, per la carrera, per la situació en què vivim, perquè tenim ja certa edat i no sabem què serà de nosaltres en un futur. És frustrant estar fent coses, estudiant, traguente idiomes i demés quan veus al teu voltant que no ajuden o ajuden poc a aconseguir la meta que volem. I per a canviar de tema... quina enveja del teu viatge a Molde!! (però enveja bona) :) Besos!

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    1. Moltes gràcies per passar-te, comentar i compartir frustració jajajaja I gracies per l'enveja de la bona :)

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