miércoles, 31 de enero de 2024

Recapitulación de enero: el mes más eterno del año

Improvisadores,

Febrero tendrá 29 días este año, pero enero ha tenido como 300, ¿no? Hoy vengo en modo reflexión y descarga. 

Voy a empezar por lo que más me ha trastocado enero: el trabajo. Imagino que alguno lo habrá deducido de mis otras publicaciones, pero soy profesora de historia en secundaria. No penséis que llevo mucho tiempo trabajando, desde el curso 2018 – 2019. Ha habido años más fáciles, años más difíciles. Compañeros mejores y peores. Pero hasta hoy no me había pasado esto. No quiero seguir en el centro donde estoy por culpa de la dirección.

La semana pasada mi jefa de estudios tuvo un muy mal gesto hacia mí, diciéndole a un alumno mío y a otra compañera que yo no mando. Es decir, desautorizando completamente mi trabajo. Y creedme que yo en clase tengo muchísima paciencia. Y soy resolutiva en general en el trabajo con mis problemas y con los de los demás. Pero desde la semana pasada que voy sin ganas y tengo mucha rabia dentro. No hacia los chavales, hacia ella. Cuando digo que lo peor de este trabajo son los adultos, no los chavales, me refiero a esto.

Llevo una semana de verdad malísima. De llegar a plantearme si quiero seguir haciendo esto. Porque en los años que llevo jamás me habían hecho sentir tan despreciada. Y eso que los adolescentes pueden ser muy crueles. Llevo 2 cursos haciéndome cargo de un grupo más complejo y sacándole las castañas del fuego a esta mujer... pero no pasa nada, se acabó. 

La 2ª evaluación siempre se hace muy pesada, pero espero volver a recuperar la ilusión por venir a clase porque al final los alumnos no tienen la culpa. Hoy ya… estoy menos enfadada. También ha pasado ya una semana y he asumido mi nueva filosofía de gestionar lo que me toca a mi y no lo de los demás. 

Es horrible la sensación de que tus compañeros no solo no te respetan, sino que te infravaloran. El viernes a última hora me dijo una compañera que no hiciera caso, que yo valgo mucho más que eso y tengo mejor saber estar que ella. Y se lo agradecí mucho, pero no hace desaparecer el menosprecio de dirección a mi persona y mi trabajo. No soy la profe más Mr. Wonderful ni más Pinterest, pero estoy por y para mis alumnos, para solucionar problemas y explicar mi asignatura. Pero esta semana me ha costado incluso eso. Y sinceramente, entrar a un aula con 25 adolescentes ya es difícil, pero si encima entras quemada, más.

Menos mal que el fin de semana salí un poco y me despejé, que me hacía falta. Además una salida que no esperaba, pero llegó la invitación el miércoles y de verdad lo primero que pensé fue: ¡Gracias! Justo lo que necesitaba. 

Fue desconexión de verdad. De paella familiar (que me salió buena eh), de cumpleaños y a comer a la falla y el domingo por la noche fui consciente de lo mucho que me había ayudado. Recargué las pilas para encarar otra semana más. ¡Ya queda menos para las vacaciones!

La verdad que ha sido un mes rarísimo. Un mes largo pero además creo que todos los años enero es el peor mes. No es la primera vez que vivo sola, pero sí es la primera que vivo sola en mi barrio. Antes los fines de semana me bajaba a casa de mis padres y siempre estaba en compañía. Creo que ahora hay muchos más momentos de soledad. Este mes me he repartido entre querer estar sola (normalmente cuando estoy en el instituto) y no querer estar sola (el resto del tiempo). Así soy, simple. Y encima que los ratitos de tortura en el gimnasio sean mis momentos de paz… tela. Pero no se lo digáis a mis entrenadores que pierdo credibilidad cuando me quejo allí. 

Está siendo un enero complicado a nivel personal, de estar ansiosa y no saber porque y eso lleva a pensar que algo malo está pasando cuando alguien está más raro o contesta seco, o no contesta. Pero no pasa nada. Ya es febrero, vamos a afrontarlo con otra perspectiva. O eso espero.

Hasta aquí mi recapitulación mensual. Os diría que mi idea es hacer esto cada mes, pero no voy a prometer nada porque seguramente no pase. Ya me conocéis. Recordad que también estoy en instagram (aunque tampoco aparezco mucho, la verdad... soy un desastre!)

Gracias por leerme, gracias por aguantarme y, sobre todo, gracias por vuestro tiempo.

¡Sed Felices! 


sábado, 9 de diciembre de 2023

Adaptandome... poco a poco.

Improvisadores,

He estado más desaparecida de la cuenta tanto aquí como en Instagram. Pero la vida me ha atropellado un poco.

En mayo empezaron la reforma de la casa de mi yaya (ahora mía). En junio se juntó una mudanza exprés porque vendieron el piso donde estaba, con las opos y con el final de curso.

La mudanza me llevó a compartir piso un mes de locura con Cristina que me acogió en su casa y que me hizo vegetariana de lunes a viernes. Celebré mis 32 con una tarrina de helado inmensa de chocolate y brownie. Pasé más horas de ese mes sentada haciendo temas que existiendo, y otras muchas saliendo a pasear con Cristina. Mi Risto particular repasándome los temas. Salimos de fiesta a las graduaciones como si nos graduásemos nosotras y yo no tuviese una opo en pocos días. Y el día antes del examen, nos fuimos al cine porque ya total…

La opos… mejor de lo que esperaba. Aprobé, que ya es más de lo que había conseguido nunca. Pero me quedé sin plaza. El proceso de asimilar que me he quedado a 0'17 de la plaza también tuvo lo suyo. Pero eh, al menos aprobé y sin tema y trabajando a tiempo completo. Igual me autoengaño diciéndome eso, pero me funciona.

El final de curso… como siempre. Con la tensión de saber cuando y donde tocará trabajar. Pero este curso sigo en el mismo instituto. Tengo que acabar FPB con mis chavales. Una vez se gradúen ya veremos.

Y todo esto, con la reforma de mi casa en marcha que, si no llega a ser por mis padres y especialmente por mi madre que está jubilada, no sé qué hubiese hecho. Ha sido también un proceso raro. Ver como desmontaban la casa de mi yaya que ahora no se parece en nada a la mía… Hay una foto de la cocina de mi yaya desmontada que la tengo grabada en el corazón.

Julio, agosto y septiembre los pasé en casa de mis padres. Pasaron volando entre viajes a Francia exprés a darle a mi tía Carmen los recuerdos de santos y estampitas que tenia mi yaya en casa. Nadie mejor que ella los va a cuidar. Mi tía Carmen y mi yaya eran amigas antes de ser cuñadas, ¿no os parece increíble? Y continuaron llamándose por teléfono muchas horas hasta el final. Como mi tía cumplía 90 este verano, la excusa perfecta para ir a verla.

Repetí excavando en el Frente de Levante en Vistabella 5 días. Que como siempre desconecto del resto del mundo. Os dejé un reels de qué hacíamos en un día a petición de una amiga.

También me fui al pueblo con Cristina y Camila. A la feria. No he bebido más tinto de verano en mi vida. Pero que bien se está en el pueblo. Y qué bien se come y qué bien se bebe. En septiembre me escapé una noche al pueblo de Elena a las fiestas. Si es que a mi no se me puede resistir una fiesta de pueblo.

Pero en octubre ya me pude trasladar a mi casa. Y no ha sido fácil. La adaptación, los remates de la obra e imprevistos. El dinero que cuesta. El estar en una casa que conozco… pero no. Es una sensación rara de explicar.

Estoy todo el día dándole mil vueltas a la cabeza a mil cosas, me apunté a la UNED como si no tuviese ya bastantes cosas que hacer. Pero no se estar sin hacer nada. Hasta que llegan días como hoy donde el cuerpo te para y te quedas en la cama y haces siestas de 3h.

Quiero volver a escribir, siempre me ha venido bien. Pero no sé de qué. Quiero utilizar más Instagram, pero tampoco viajo ni salgo por ahí, estoy en modo ahorro total y no tengo ideas.

Estoy en un proceso de adaptación donde no me aguanto ni yo a veces. A lo largo del camino conoces gente y luego por X motivos o por ninguno, se deja de hablar tanto. Y como estoy un poco en momento de adaptación soy consciente que igual no he luchado tanto por mantener eso. Y hay veces que me cansa mucho la gente (y soy profe, así que tengo un problema) y me doy cuenta de que es porque estoy constantemente pensando en cosas que tengo que hacer.

Y me saturo a mí misma. Desde aquí, lo siento si he saturado a alguien en este 2023, no era mi intención.

Intentaré volver pronto. Solo necesito un tiempito más.

¡Sed felices!

sábado, 4 de marzo de 2023

Un año después sin ti

Yaya, hoy hace un año que te fuiste. Así que esta entrada va por ti.  

Cualquiera que me haya conocido sabe que eres de las personas más importantes de mi vida. El yayo y tu me habéis cuidado desde pequeña cuando los papás trabajaban a turnos. Me he pasado 30 veranos de mi vida contigo.

De ti he aprendido mil cosas. Pedacitos de sabiduría que me han hecho ser como soy, en parte. Contigo he viajado en el espacio visitando a la familia, de bodas, de celebraciones; y he viajado en el tiempo con cada historia que me contabas. He vivido la historia de la familia como si la hubiese vivido yo misma. Me acompaña cada vez que explico algo en clase. Me has hecho trampas al parchís y sigo sin saber cómo. Has perfeccionado el lanzamiento de zapatilla, pero también me enseñaste a hacer algunas de las mejores recetas de mi vida. Y sobre todo a que cocinar para los demás es un gesto de amor precioso. Me has enseñado a disfrutar de las personas, de la familia, de las reuniones. A que aquí estamos para disfrutar, para trabajar también, pero sobre todo para disfrutar.

De ti he aprendido que hay que ser honrado. Que hay que ser trabajador. Y que, si tú haces algo bien por alguien, da igual si te lo devuelven o no, porque tu has hecho bien. Puede que esto me haga un poco tonta, lo se. Pero es lo que hay.

De ti he aprendido que por muy dura que se ponga la vida, siempre se puede superar. Que las uñas hay que llevarlas siempre bien pintadas. Que hay que tener un pintalabios en el recibidor para encarar todos los días con buena cara. Que con 90 años aun se pueden hacer topless y que a quien no le guste que no mire.

También he aprendido que la gente nos va a decepcionar, pero no pasa nada. Porque no podemos vivir en función de lo que los demás van a hacer. Tenemos que vivir en función de como nosotros creemos que hay que vivir. Que las distancias dan lo mismo, que hay que cuidarse a uno mismo y a los demás.

Que las supersticiones no son malas, y que de hecho funcionan (poned la escoba al revés cuando queráis que alguien se vaya de vuestra casa y veréis). En tu casa hemos encontrado todas tus piedras y amuletos, tus cosas de bruja que digo yo. 

Sobre todo, he aprendido que puedes querer a alguien cuando ya no está. Y que todos los recuerdos, todas las vivencias contigo esos ya son para mi para siempre. Incluso las discusiones. Todo. Que eso ya no me lo quita nadie. Y yo me quedo con ese último “te quiero yaya” y tu apretón de mano para contestarme.

Desde que se te fuiste han pasado tantísimas cosas. Yaya, algunas te gustarían y otras no, pero así es la vida. Las cuatro nietas nos hicimos un tatuaje por ti (irónicamente no te gustaban los tatuajes); celebramos las fallas y fuimos a casa de la tía Amparo a comer buñuelos con chocolate como los que te gustaban; fuimos al pueblo a pasar la semana santa y a desconectar; he visto muchísimos atardeceres preciosos; he salido de fiesta, porque tu ya sabes que me encanta y que no puedo estar por casa mucho; he ido a pasar un finde a Madrid (aunque sabes que no me gusta nada); han ascendido a tu nieto David; he cumplido 31 años sin ti y me han regalado un ramo de flores precioso; he ido a la playa sin ti; he ido de paella con mis amigos, esos que jugaban al parchís contigo; he ido de fiesta al pueblo porque… ya sabes yaya, una fiesta; he despedido otro curso y otro instituto, ya sabes que se me da fatal; he pasado las vacaciones en tu casa; he celebrado mi cumple sin torneo de parchís porque tu no estabas; he leído muchísimo; me he leído todas tus libretas y tus historias (gracias); me he caído haciendo ejercicio y me pusieron 4 grapas, es la primera ve que pensé que menos mal que no estabas porque te hubieses asustado muchísimo; me he mentalizado mucho de que la salud mental es importante y lo que decías, que yo primero; he hecho mi primera fideuà, aunque muy mejorable; tu nieto Daniel ha sido papá; hemos acompañado a tu nieta Laura en sus primeras veces conduciendo estrenando carnet; he salido de fiesta por otro pueblo y he conocido a mucha gente nueva; he vuelto a ir a excavar una fosa como el año pasado que estabas tan orgullosa; he pasado días en casa de la tía Amparo como otros veranos contigo; he ido a Francia sin ti (eso sí fue muy raro) y he visto a las tías y a todos los primos; he vuelto al mismo instituto; mis amigas siguen teniendo bebés (no yaya, yo no); me he mudado a otro piso en otro pueblo; me he vuelto muy sanota y salgo a hacer mucho ejercicio, es bueno para la mente; fueron las fiestas del barrio y sí, había muchísimo ambientillo yaya; hemos ido a otra boda, la de la hija de la Feli, como te lo cuento; mamá se ha jubilado, increíble pero cierto; he estado en la fira de Onda, me hubieses soltado un “pendón verbenero” si te digo a que horas volvía a casa; paso mucho rato con mamá y hacemos planes diferentes como ir de museos; he confiado en la gente porque creo que todo el mundo es igual de bueno que yo, y resulta que no; al final Liria se queda en casa, pero ahora mismo esta llena de cosas; y ahora… planes como vaciar tu casa para hacer reformas y convertirla en la mía. No sabes lo raro que fue ver tu casa vacía. Me encantaba pasar el rato en tu balcón mirando la gente pasar y resulta que ahora es mi balcón. Soñé contigo, ¿sabes? Estábamos merendando en tu cocina. Y el sueño olía a café con leche con galletas. 

Improvisadores, os dejo aquí la despedida de aquel día. No la leí bien, porque me fue imposible no llorar. Tampoco es lo más bonito que haya podido decir de ella, pero lo escribí esa misma mañana en casa, desde el corazón.

Hoy estamos aquí para despedirnos, pero sobre todo para celebrar a María. Yaya, mamá, hermana, tía… Y qué contenta estaría de veros a todos aquí, con lo que a ella le gustaba.

La vida no siempre le fue fácil y aun así sacó fuerzas de donde no había y a seguir. Un día le pregunté que si de pequeña le hubiesen dicho que llegaría a los 90 viviendo lo que ha vivido y habiendo conseguido tanto y me dijo que no se lo hubiese creído en la vida.

Hoy lloramos y estamos tristes porque nos quedamos sin ti, pero celebramos tu vida. La vida que has compartido con nosotros y lo que nos quedamos de ti. Los abuelos deberían ser eternos, pero es que lo son. Son todo lo que enseñan y lo que dejan aquí. Gracias por todos los momentos contigo, todas tus historias y todos los viajes.

No sé si hay cielo ni cómo es, pero sé que ahora estas siendo recibida por todos los que se fueron antes que tú. Creo que llegas a una mesa larga, de esas que organizamos nosotros, y allí te esperan todos para darte la bienvenida y recibirte. El yayo el primero, que después de tantos años hay mucho que contar.

Descansa en compañía, descansa tranquila.

Brindad por tu llegada mientras brindamos por haber compartido la vida contigo.

Te queremos yaya.

Te quiero yaya


miércoles, 16 de noviembre de 2022

Poquito a poco

Improvisadores,

Perdonad la ausencia, pero han sido meses de locura. En Instagram habréis ido viendo, pero a partir de septiembre se me han comido las horas del día.

En agosto estuve una semana más excavando una fosa del frente de levante de la guerra civil en Vistabella del Maestrat como el año pasado, eso sí lo visteis en Instagram. Aprovechamos para hacer un poquito de turismo por Puertomingalvo ya que estábamos. Luego me fui una semana a Francia a la boda de uno de mis primos, aunque de esto no hay nada en Instagram, pero íbamos todos guapísimos.

En septiembre vuelta al cole y este curso se me está haciendo largo y solo es noviembre. Vuelvo a tener 2º y 4º de la ESO, que bien. Vuelvo a ser tutora de 4º, que quizás un pelín menos bien. Y por primera vez me toca dar clase a la FPB. Estaba más asustada de lo que realmente esta siendo. Pero queda mucho curso por delante.

En este tiempo, además he comprado el piso de mi abuela que, como algunos sabréis, nos dejó en marzo. No es el mejor momento y seguramente si no hubiese sido ahora no me hubiese planteado comprarme un piso. Pero tenía que ser así.

Ahora estoy un poco hasta arriba de faena y a la vez tampoco os penséis que hago tanto. Pero algo no estoy haciendo bien en la organización de este curso. Entre el trabajo, las opos, el gimnasio, la vida social. Algo no he cuadrado bien. Y he de reconocer que algún pico de ansiedad he tenido algún día. Que es normal y no pasa nada, si se sabe gestionar. Y oye, si hay que llorar de tanto en tanto y soltarlo, pues se suelta. Si yo soy más llorona de lo que parece. Y más sensible. Y más cariñosa. Pero luego por la vida no creáis…

En fin. Voy a intentar volver a estar un poquito activa, aunque sea por Instagram. Volver a escribir que siempre me ha ayudado, pero he de reconocer que por querer centrarme en escribir sobre viajes y sitios he dejado de escribir para lo que inicialmente era esto, soltar un poco lo que llevo dentro. Pero claro, ¿a quién le interesa eso?

A ver si en vacaciones os voy subiendo algo más. Estas navidades creo que serán un poco raras. Diferente seguro. Pero bueno, seguiremos haciendo las recetas de la abuela y juntándonos a cenar. Siempre me ha gustado la navidad, no tiene porque dejar de hacerlo.

Igual alguna receta nueva de mis padres, aunque lo dudo porque nuestros menús son poco originales. Ya tenéis en Instagram el potaje que siempre hacemos el día de Navidad, los pepitos o ximos (en la provincia de Castellón) que hicimos para Nochevieja (aunque son típicos de Semana Santa), el cocido de Año Nuevo que hacia mi yaya y que ahora hace mi madre (¿Os conté la vez que hicimos competición de cocidos?) y, cómo no, los canelones de cocido para el día de reyes. No innovaremos mucho, pero, aunque sea para escuchar a mi madre decir: ¿Y por esto cuanto te pagan? Y yo “nada mamá, por amor al arte como siempre”. Y luego ella tan contenta con sus visitas.

Además, estamos organizando una escapada de finde para principios de marzo. Que diréis “pero si queda un montón”. Sí, pero organizar viajes da como una emoción especial. Y no viajo más porque me he comprado un piso y no tengo dinero, que sino…

¡Espero vernos pronto!

¡Sed felices!

 

 

domingo, 31 de julio de 2022

Visita a Madrid (2): sigue habiendo mucha gente...

Improvisadores, ¡seguimos con el fin de semana en Madrid!

El sábado por la tarde nos fuimos (con el calorcito) a dar una vuelta en plan turistas absolutos. Puerta del Sol, Plaza Mayor… Nos hacía ilusión tomarnos un relaxing cup de café con leche en Plaza Mayor, pero estaba todo lleno. Así que seguimos con la ruta hasta el Palacio Real y allí en el Café de Oriente nos tomamos algo fresco. Así muy señorial todo.

Y diréis: qué tranquilo todo. Sí, porque no os he contado como me llevé un tortazo en toda la nariz. Íbamos caminando por la calle, yo contestando un WhatsApp. Y levanto la cabeza para seguir a mis amigos y una chica que estaba hablando con sus amigos estiró el brazo para indicarles algo y me arreó tremenda hostia en toda la cara. Ya os digo que me salieron todos los insultos que se. Y la chica flipando porque además era extranjera y no se hasta que punto entendió algo o solo pensó que la estaba maldiciendo. Si era lo segundo, no se equivocó.

Acabada la ruta en la Almudena fuimos a por el autobús para volver a casa de Paula. Yo estaba KO. Pero era hora de duchas y cambios de ropa, que nos íbamos a cenar. Pero pudimos descansar un poco. Con la tontería habíamos hecho kilómetros eh. según mi móvil en todo el día hicimos 11,79km.

Volviendo al tema, habían reservado en La Mentira. Os dejo el enlace a su perfil de Instagram por si os interesa. La verdad que el sitio es bastante chulo. Entras y es oscuro y hay música y no sabes si es un restaurante o un pub, pero es restaurante-pub. Cenamos muy bien, pedimos varias cosas para probar porque… decide tu. Imposible. Os comento lo que pedimos, por si os inspira, esta vez sin ranking, solo en orden:

Las Dyozas. Una mini delicia. Gyozas de pato. Que así dicho no tiene misterio ni nada. PERO es que tienen una reducción de cocido madrileño. Y mira, yo todo lo que sepa a cocido, me sirve.

El Mole. Que yo no lo probé porque el pulpo a mí no me va. Pero los que comieron dijeron que este pulpo con mole madre y tortillas de maíz estaba muy bueno. El mole lo que más triunfó, la verdad.

Luego llegamos a un problema… no sabíamos que bao ni que hamburguesa pedir. Así que si no recuerdo mal… pedimos todos. Eso sí, las hamburguesas pensábamos que serian más grandes. Aunque en realidad las compartimos y perfectas para probar de todo.

Pedimos la Pelayos con ternera, bacon, cheddar, cebolla caramelizada y salsa Pelayo (sea lo que sea eso) y la Triple Queso que creo que se explica sola.

Pero ojo… aun quedaban los baos. Tienen 4 tipos y pedimos tres. Pedimos el Salao con chipirones a la andaluza y mahonesa vittelo (sea lo que sea eso…. Otra vez); el Gringo con pollo crujiente con aderezo yankee (nuestro yankee no supo decirnos qué es) y pepinillos encurtidos en yuzu; y el Ibérico con panceta ibérica lacada con salsa coreana.

Nos dejamos fuera el oriental con langostinos tempura y mahonesa kimchi porque insistieron en pedir algo que todos comiéramos, pero seguro que esta buenísimo también.

Y como ya que estábamos había que rematar la faena… postres. La tarta de limón que a Paula y a Will cada vez que lo oyen les hacen chiribitas los ojos. Y una muerte por chocolate que la terminan en la mesa y te preguntan si quieres caramelo, chocolate con leche o chocolate blanco por encima. O todos. Adivinad qué pedimos.

Ya aquí nos pedimos una copa y pensábamos luego ir a algún sitio y volver a casa en taxi/Uber lo que sea. Pero por desgracia esa noche el Madrid ganó la Champions. Por desgracia para nosotros, claro. A los demás no les gusta el futbol y yo soy del Valencia, por eso lo digo. Vamos a evitar lapidaciones aquí.

Así que nos tocó salir corriendo a por el ultimo metro y subir andando 3 o 4 pisos de escaleras porque inexplicablemente el metro aun estaba abierto pero las escaleras estaban apagadas. Muy práctico todo, la verdad.

El domingo por la mañana nos despertamos sin tortitas, hicimos un desayuno más tradicional con nuestras tostadas con tomate y jamón. Y luego nos fuimos a dejar las maletas a la consigna de Atocha. Pero oh sorpresa, no hay consigna. No se si es desde el COVID o desde cuándo, pero la consigna de Atocha esta cerrada. Así que nos fuimos al Museo Reina Sofia con la maleta. Menos mal que un buen trabajador nos indicó la puerta del museo con consigna (y menos cola). Dentro se estaba super fresquito.

No os voy a mentir, yo tenia muchas ganas de ir para ver la exposición sobre la propaganda y los carteles de la Republica y la Guerra Civil y para ver el Gernika de Picasso. Si, no lo había visto aun, se que tiene delito.

El cuadro me encantó y me hubiese quedado allí viéndolo más rato porque hay mil detalles. Pero había muchísimo ruido. ¿La gente no es capaz de callarse en un museo? Bueno, tampoco entienden el concepto “No foto” porque las pobres trabajadoras… incluso un par de veces fuimos Paula y yo las que dijimos a alguien “eh, ha dicho no foto” y ellos ah si bueno...

Por favor, no es tan difícil.

De aquí nos fuimos a por las maletas y a comer a La Musa de Espronceda. Aquí comimos de tapas y pinchos, aunque es verdad que a la hora que llegamos había algunos que no tenían. Pedimos varios pinchos, no sabría deciros cuales porque entre los que pedimos en la primera ronda y los que pedimos en la segunda porque no había de esos. Y los que tenían fuera de carta. Pero os la recomiendo. También pedimos raciones de croquetas, huevos rotos, morcilla y ¡la verdad es que estaban buenos!

Eso sí, me he dado cuenta de que en Madrid puedes pedir agua y te la ponen del grifo y no te la cobran. Pues en la de Espronceda no te sacan la botella, te sacan vasos. A mi me sabia mal molestarlos por cada vaso, pero Paula insistió en que de eso nada y que, sino que se compren botellas. Os lo digo por si sois como yo que bebéis mucha agua, para que lo sepáis.

De aquí nos fuimos al Retiro a descansar un rato a la sombra y a hacer tiempo porque el tren a Barcelona salía a las 17 y el mío a Valencia a las 18. Así que viendo cómo se llenaban las calles de Madrid de aficionados preparados para llenar Cibeles acabamos el fin de semana en Madrid.

He de reconocer que empezó mal, bastante mal. También porque la semana empezó mal. Pero si un fin de semana fuera ayuda a mejorar cualquier semana, si es en buena compañía más.

Hasta aquí las aventuras y desventuras por una ciudad que (lo siento, pero es así) está un pelín sobrevalorada. O yo la he visto poco. Prometo que es la última pullita que digo de Madrid…. Hasta la próxima visita.

¡Sed Felices!

domingo, 24 de julio de 2022

Escapada a Madrid: bares y gente... mucha gente.

Improvisadores, lo prometido es deuda. Os prometí contaros el fin de semana en Madrid y ahora que tengo un rato… me pongo manos a la obra.

Vamos a partir de que, a mí, que me perdonen los madrileños, pero Madrid… meh. Tampoco es que Barcelona sea maravillosa. Las ciudades grandes me agobian, y mira que yo vivo en Valencia. Pero en Madrid parece que todo el mundo va enfadado, con prisas, corriendo. Gente, siempre hay gente por todas partes. En resumen, que yo iba sin ningunas ganas de ver Madrid. ¿Y ara qué iba? Porque una de mis amigas, Paula, que antes vivía en Barcelona ahora vive en Madrid. Y le hacía ilusión. Así que pido perdón por adelantado a todos los madrileños.

Pero además a mi me pilló en muy mala semana, malísima. Todo muy tenso por cosas de casa y de trabajo. Y además a 1h de irme a la estación discutí con mi madre. Y discutir con mi madre es como discutir conmigo misma porque reaccionamos igual y actuamos igual. Así que es… absurdo. Antes de subirme al tren la llamé y le dije: no quiero irme a Madrid y que te quedes pensando que estoy enfadada contigo. ¿Su respuesta? No, si yo contigo no estoy enfadada. ¿Lo veis? Igualitas.

Volviendo al viaje, tenia yo billetes para el último tren del día, por eso de que es más barato. Llego a Madrid a las 23h. “Es fácil pillar taxi” dijeron. Os diría que no me hagáis hablar, pero es el punto central de esta historia que empieza conmigo queriendo volverme a la terreta en cuanto puse un pie en Madrid.

Llego a la parada de taxis. Y hay una cola inmensa. No pasa nada, se hace la cola. No tengo problema. Llega el turno de la pareja de delante y los taxistas dicen que no, que ahí no se recoge, que vayamos al principio de la parada. Vale. Vamos al principio. Y cuando estamos en el principio vuelven a subir a gente desde donde estábamos nosotros. Claro… mosquea. Pero entonces los peatones se tiran a los carriles de los taxis a subirse a uno. Pero es que los taxistas empiezan a bajar de los coches para discutir entre ellos. Y yo flipando.

Cuando llevaba ya 1h intentando subir a un taxi después de una semana horrible y un día peor… mis ganas de volver a meterme en Atocha a esperar al primer tren iban en aumento. Encima llamé a mi amiga y que se riesen la verdad no ayudó. Pero lo entiendo, yo también me hubiese reído estando de cena. Digo bueno, me voy por la avenida y algún taxi parará. Después aprendí que por lo visto en Madrid los taxis en zona de parada no paran. Os juro que yo quería tirarle la maleta a alguien a la cabeza. Ni confirmo ni desmiento que maldijese y blasfemase respecto a Madrid en voz muy alta y delante de madrileños. Pero cada segundo que pasaba entendía más a Paco Martínez Soria con esto de la ciudad no es para mí.

Por fin Paula tuvo a bien enviarme un Cabify a recogerme. Y menos mal. Porque si no os prometo que, entre la pelea de taxistas, la semana de mierda y que estaba en Madrid… mal. Dormí en la gloria, os lo voy a decir. En el sofá, sí. Pero fuera de las calles de Madrid. Que angustia de ciudad.

El sábado por la mañana empezó bien porque el novio de Laura nos preparó tortitas americanas auténticas. Y son autenticas porque él es de Filadelfia, no me llevéis la contraria. Ya os dejaré la foto por Instagram porque menuda mesa de desayuno se organizó en un momento. Después dijeron que íbamos a dar una vuelta por Casa de Campo. Eso sí me gustó, el laguito era super agradable y no parecía que estuviésemos en Madrid.

Y entonces dijeron: vamos al teleférico que es un paseo. Un paseo en un secarral al sol, pero un paseo. Pero oye, el teleférico también me gusto. Tengo que reconocerlo. Entró una avispa y casi nos da un infarto, pero me gustó. Y entonces fuimos al Templo de Debod que no lo había visto nunca y eso que he estado veces en Madrid.

De aquí decidimos que era momento de ir a tomarse algo fresco a la sombra porque estaba haciendo un calor de derretirse al respirar. Y luego fuimos a comer al que es desde ese día mi bar favorito de Madrid. El Bar La Gloria. No tengo foto de la comida, porque nos lanzamos y estaba buenísima. Pero el ranking que hicimos entre todos de lo que más nos gustó. Y, obviamente, os lo voy a dejar aquí escrito:

1.- El croquetón. Un primer puesto por unanimidad. Un indispensable si vais. Hacedme caso.

2.- Mollete de pringá. Estaba jugoso, el pan increíble. De hecho, pedimos dos para los 7 para poder degustarlo bien.

3.- Tomate rosa. La mejor idea que tuve desde que decidí ir a Madrid. Un tomate rosa con mucha carne y mucho sabor y bien acompañado con un aliño increíble. Buenísima idea para equilibrar un poco, que parece que cuando vamos a comer fuera nos tiramos a los fritos solo.

3.- Ensaladilla. En otro merecidísimo tercer puesto porque no pudimos decidirnos esta la ensaladilla sin guisantes. De esta también pedimos dos. Y en serio, como si fuera la de mi madre.

4.- Cachopo. Lo sé, no es andaluz y esto es una taberna andaluza, pero estaba muy muy muy bueno.

5.- Berenjenas con miel. Es un plato seguro, es muy difícil que salgan mal. Pero también es muy fácil que salga la berenjena aceitosa. Pero estaba perfecta.

6.- Albóndigas de choco. Yo no las probé, no me gusta el marisco ni nada así, pero dijeron mis amigos que no era lo que ellos esperaban, por eso el último puesto.

Todo esto con dos vermuts, dos tercios, dos cañas, una copa de vino…. 18 euros por cabeza. ¡En Madrid! Comida increíblemente buena y por 18 por cabeza con bebida… no puedo recomendarlo bastante.

Y.… lo voy a dejar aquí que sino se me junta una recomendación con la otra reseña y esto es un caos!

¡Sed Felices!

domingo, 28 de noviembre de 2021

Curiosidades de Pompeya

Improvisadores, vengo a contaros algunas curiosidades extras de Pompeya. Tenéis la visita general en la entrada del viaje de primas parte 2.

Imaginaos como debía ser Pompeya. Una ciudad que, según el guía, tenía 150 hectáreas (solo han excavado una parte, 66 si no recuerdo mal). Los datos sobre la ciudad son un poco variados si miráis por ahí, así que voy tirando de memoria del guía. Vivian 22.000 personas en el momento de la erupción solo en la ciudad de Pompeya. Destino vacacional de los romanos ricos. Ciudad que nació pagana y murió pagana pues no llegó a vivir la conversión del Imperio al cristianismo y, gracias a eso, podemos ver en las casas los altares y la devoción a los dioses romanos.

Aunque la ciudad es la más famosa por quedar sepultada por las cenizas del volcán, la erupción del Vesubio no fue tan grande comparada con otras en la historia. Pero si fue la primera erupción descrita por testigos de primera mano. Hablo de Plinio el Joven quien a sus 17 años vivía en Miseno. Plinio sobrevivió a la erupción y llegaría a ser consejero de Trajano. Gracias a él y a los restos se sabe que no llegaron a Pompeya ni lava ni fuego, fueron las cenizas las que sepultaron la ciudad. Y la nube de gases volcánicos la que produjo la muerte de 2.000 personas de las 22.000 que vivían en aquel momento en la ciudad. Por eso los cuerpos encontrados están muchos en posiciones fetales o retorcidas, al parecer (no soy ninguna experta) la intoxicación por estos gases produce contracciones musculares. El Vesubio avisó, como todos los volcanes antes de la erupción. ¿Por qué no se fueron? Porque los terremotos no eran tan raros. En el año 62 había habido ya uno fuerte. De hecho, el Vesubio sigue activo y la última erupción fue en 1944.

Otro dato curioso, si Pompeya recibió las cenizas ¿Dónde fue la lava? A Herculano. Mientras esta ciudad si sufrió el paso de la lava, Pompeya quedó enterrada bajo 6-7 metros de ceniza volcánica. Gracias a esto se conservaron en tan buenas condiciones los restos de la ciudad (según nuestro guía).

Pompeya está dividida en 9 regiones, por facilitar los planos y la localización. Estas regiones se dividen en ínsulas (manzanas). La casa de la que vengo a hablaros está en la Regio VI, Ínsula 12, casas 1-8. Ella solita es una manzana completa. Hoy en día está en la Vía della Fortuna, que en su momento fue una de las calles principales de Pompeya al conectar el foro con la Puerta Nola.

Os hablo de la famosa Casa del Fauno del siglo II a.C. Era una casa de Pompeya, pero lo más impresionante es que tenía 2970 metros cuadrados. Que se dice rápido. ¿La conocíais? La casa fue ampliada y reconstruida tras el terremoto del año 62. Enterrada por las cenizas en el año 79. Descubierta en 1830. Bombardeada en 1943. Y hoy en día es visitada por 2.5 millones de turistas al año. La casa recibe el nombre por una estatua que, posteriormente, se dijo que era un sátiro. Pero cámbiale tu ahora el nombre a la casa. La estatuilla es considerada la de mayor calidad y mejor conservación de toda Pompeya. No hay nada que esta super Domus romana no tenga. Debió ser famosa en la época en que la habitaron y sigue siéndolo hoy en día.

Y por supuesto... el mosaico de Issos. Que lo ha visto en clase millones de veces. Os dejaré foto en Instagram, como siempre. Este mosaico representa la Batalla de Issos del 333 a.C entre Alejandro Magno y Darío III de Persia. ¿Por qué esta este mosaico en una domus romana? Según deducen, algún antepasado del propietario debía ser de origen macedonio. Esta hecho de teselas de menos de 4mm. Y tiene mérito porque el mosaico mide 5.50x3.20 metros. Calculan que se utilizaron un millón y medio de teselas. Y me quejaba yo de las clases de plástica cuando tocaba hacer puntillismo.

Aquí os dejo, así por encima, un poco sobre Pompeya, porqué tenia tantas ganas de ir y un poquito sobre la Casa del Fauno que tanto llama la atención. ¡Espero que os haya gustado!

¡Sed Felices! 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: Costa Amalfitana y vuelta a casa (P.3 y última)

Improvisadores, llegamos al último día en Italia. 27 de octubre.

Habíamos decidido visitar la costa amalfitana. Por si no la conocéis, los pueblos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997 y la República Amalfitana fue una de las muchas que dominó el Mediterráneo allá por el siglo XII. 

Así que no podíamos perdérnosla. Y como teníamos coche… para qué ir en autobús. Así que allá que nos fuimos. Nos lanzamos por una carretera de costa con todas sus curvas y todos sus conductores italianos y autobuses. Pero qué preciosa es. Os dejaré fotos por Instagram.

Teníamos 1h o así desde Salerno a Positano. No íbamos a parar en todos los pueblos porque uno de los problemas es el espacio para aparcar. El plan original era ir hasta Positano que estaba más lejos e ir volviendo hasta Vietri sul Mare, comer allí y ya a Salerno. ¿Problema? Somos muy lentas y entre que nos levantamos y salíamos de casa… llegamos a Positano sobre la 1 del medio día. Acabamos aparcando en zona azul que nos costó 6€. Ir en autobús hubiesen sido 10€ cada una, por si necesitáis la referencia.

Aparcamos y… bueno, ¿conocéis Positano? Por si no la conocéis…. No tiene ni una calle plana. Está más inclinada que la torre de Pisa. Así que bajamos los 2 millones de escaleras hasta llegar al Duomo. No pudimos entrar porque estaba cerrado. Así que dimos una vuelta (más escaleras), vimos las vistas (más escaleras). Y decidimos volver hacia el coche (más escaleras). Una vez arriba ya habíamos decidido que no parábamos en más pueblos inclinados. Que visto un pueblo mediterráneo vistos todos. Y sobra decir que decidimos eso con el hígado en la boca.

Paramos en el primer restaurante que vimos que no parecía que fuese a costarnos un riñón, no podíamos perder más órganos. Comimos en “Mediterraneo”. El dueño muy simpático, un poco engatusador como todos por allí. No sabemos porque se sorprendían de que condujésemos nosotras. “¿Pero vais solas? No hombre, vamos las 4 juntas. Que bonito, un viaje de 4 hermanas”. Pero la comida buenísima. Y eso que yo me había dejado mis pastillas de la lactosa en el coche y mi gnocchi iban sin mozzarella. Pedimos solos los 4 principales y mucha agua. Por las malditas escaleras. Y salimos si no recuerdo mal a 21€ por persona.

Cuando recuperamos la fuerza en las piernas volvimos al coche. Esta vez le tocaba a Nuria encararse con los autobuses, amos y señores de las curvas estrechas. Y llegamos a Amalfi. Así si se hace. Una ciudad plana. Que pueda llegar al duomo sin morirme. Aunque había escaleras para subir al duomo. No entramos, porque realmente lo bonito de estas iglesias son los colores de fuera. La playa, preciosa. Hicimos fotos, porque era bonito y como prueba de vida de que estábamos vivas. Y volvimos a Salerno. Tocaba hacer las maletas.

Llegamos a Salerno sobre las 5 o así. Y quiero que quede constancia de que le dijimos al del aparcamiento: hoy sobre las 21h vendremos a por el coche que nos tenemos que ir. Aquel aparcamiento donde dijeron el primer día que cerraban a las 22h. Ellas 3 se fueron a por crepes para merendar porque habíamos subido muchas escaleras y nos los merecíamos. Yo me fui al piso de mi prima a conectarme a una charla online. Hay que ser responsable. Sobre las 20h nos fuimos a cenar a Il Duca. Pedimos unos entrantes típicos de allí, pulpo en salsa y habas con sepia o algo así (no me gustan ninguna de las dos cosas y estaba bueno) y pizzas. Yo quería probar la pizza frita, por irme de allí con el ciclo completo. Sin más. Hasta un poco salada. Pero las otras pizzas espectaculares. Además, el dueño nos las sirvió ya cortadas y repartidas en platos para compartir entre las cuatro.

Aquí empieza la aventura. Estamos cenando, de charla, la ultima noche las cuatro juntas. Y se me ocurre preguntar qué hora era. Las 21.10h. Estupendo todo. Pagamos corriendo. A por las maletas y corriendo a por el coche. Que nos sentó la cena mal a todas de las prisas. Llegamos al aparcamiento a las 21.30h. Imaginaos nuestra cara cuando llegamos y está cerrado. La puerta, la verja, todo. Cerrado. El coche dentro. Nosotras fuera. El aeropuerto en Roma. Llama mi prima a un número de teléfono que hay en la puerta. Mi prima lleva un mes allí y habla más inglés que italiano. El señor del aparcamiento solo habla italiano. Y el hombre: tenéis pagado hasta el 28. Y yo: que da igual, que te lo regalo. Y buscando en el traductor como se decía “necesitamos el coche con urgencia, nos han cambiado el vuelo”. Y mi prima que solo decía: “urgente, aeroporto, aeroporto di Roma”. Mi otra prima buscando cómo se decía “nos dijisteis que cerrabais a las 22h”. Y mi hermana riéndose. Porque ella es así. El hombre se cansa de nosotras y dice que llamemos al otro número. Misma conversación. “Le ragazze del cinquecento?” si hombre, las del Fiat 500, si sabes quienes somos. Y ¿Por qué lo sabes? Porque te hemos dicho que vendríamos.

El hombre debía vivir cerca, porque mientras intentábamos volver a explicarle todo, la verja se abrió sola. Y bajamos todas corriendo. El hombre explicándonos en italiano dónde tenia las llaves de nuestro coche guardadas. Y mi prima diciéndole “vale, pero uscita, ¡uscita!” porque si, estábamos dentro, pero si no abría también la barrera no salíamos. Y la barrera se abrió sola. Y nosotras mirando hacia los edificios gritando “¡grazie mille!”. Y mi prima con el teléfono en la mano diciendo que el señor se estaba riendo.

A las 22h salíamos del aparcamiento riéndonos nosotras. Nos reíamos porque teníamos el coche, porque hubo 30 min de drama. Teníamos el sistema de vuelta mejor organizado que el de ida. 1h y media de conducción cada una, aproximadamente. La que conduce luego pasa a copiloto y la copiloto a descansar detrás y la de detrás a conducir. Empecé conduciendo yo. 2h, porque era pronto, no tenia sueño. Y porque tampoco os creáis que encontramos donde parar. Porque igual lo de parar en mitad de la nada de madrugada fue un error que cometimos a la ida que no hacia falta volver a cometer. A las 3 de la mañana aparcábamos en el aeropuerto de Roma. Y nos dormimos 1h dentro del coche. Os prometo que fue la hora que más descansamos. Porque realmente en la parte de detrás de un coche en marcha tampoco descansas. Hay baches, paradas, luces, música.

A las 4 nos fuimos hacia el aeropuerto, no había que facturar, pero con el COVID dijeron que había que estar antes. Llegamos y había una señora comprobando el green pass…. Con los ojos. No conocía a nadie que fuera capaz de escanear códigos QR con los ojos, pero oye, nunca te volverás a casa sin descubrir una cosa más. Pasamos el control más laxo de la historia de mis vuelos. Teníamos líquidos en la maleta, la Tablet... nada, no sacamos nada. Nos fuimos a la puerta de embarque y nos sentamos a esperar. A las 7 despegábamos y a las 9 de la mañana de 28 de octubre ya estábamos en Valencia. Nos recogió el novio de la prima y para casa. A desayunar al horno unas tostadas con tomate como toca.

Os diría que me acosté y dormí hasta el día siguiente, pero estaría mintiendo. Me cambié de ropa y me fui con mi abuela al cementerio. Porque la semana de todos los santos toca ruta. Y al día siguiente nos fuimos a otro. Y por la tarde del viernes 29 me volví a ir a Fira de Onda. Quien diga que no se puede salir de fiesta, sobrevivir a base de siestas mal echadas, viajar y volver a salir… se equivoca.

Como siempre, espero que os hayan gustado nuestras aventurillas. Os he ido dejando en Instagram reels de cada día e iré compartiendo fotos.

¡Sed Felices!

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: Pompeya y pizza (P.2).

Improvisadores, seguimos con el viaje por Italia.

El segundo día estábamos un poco más recuperadas que en el primero… no es difícil tampoco. Suena la alarma a las 8h. Toca prepararse y preparar bocadillos, que nos vamos de excursión. Nos vamos a Pompeya, pero tenemos la visita guiada a las 13.45h.

Para hacer tiempo nos fuimos a ver los Jardines de Minerva. Son bonitos, pero también son para echar un rato leyendo la información. La única epga que le veo es que los carteles están en italiano todos. Son unos jardines dedicados a las plantas y su aplicación a la medicina desde tiempos inmemoriales. La verdad que también son un mirador precioso y, si no me equivoco, la entrada de adulto son 3€. 

Una vez acabamos nos fuimos a por el coche para poner rumbo a Pompeya. ¿Os he dicho que los italianos están locos al volante? Como diría Obélix, están locos estos romanos. Así que nos lanzamos a la carretera y una hora después llegamos a Pompeya sanas y salvas. Aparcamos en un sitio que nos indicó quien creíamos que era un gorrilla, pero desapareció antes de darle nada y no aparcó ningún coche más. Pero bueno, en la mismísima puerta eh. Comimos (pronto, la verdad, no era ni la una). El bocadillo era tortilla francesa con jamón, pero el jamón italiano no está como el jamón serrano. Tiene un no sé qué que qué se yo que… no es igual.

Luego nos fuimos a comprar chorraditas de recuerdo y mi prima se hizo amiga de un vendedor a base de regatearle. Todos flipaban con lo de 4 hermanas (como si en Italia no hubiese familias con muchos hijos). Mirad si se acordaban de que al salir de Pompeya pasamos por allí y aun dijo una a su compañero que éramos le ragazze spagnole. Sí señora, no se equivoca usted.

Pero hablemos de Pompeya. También para entrar es necesario el Green Pass. Sí, aunque sea al aire libre. El yacimiento es inmenso. No sé si el guía dijo que 66 hectáreas. 660.000 metros cuadrados. Lo primero que nos dijo es que para verla entera hacían falta varios días. Así que ya con tranquilidad. Caminamos 2h sin parar y no vimos casi nada. Pero estábamos avisadas. Mi hermana es la segunda vez que va y dice que ha visto cosas que no vio la otra vez. Así que si vais a Pompeya no digáis que no os he avisado.

Me gustó mucho Pompeya y tenía muchas ganas de ir, no os voy a mentir. Pero me pareció mucho más bonito y disfrutable Paestum. El problema de Pompeya no es que sea más turístico, que también. Ni que esté lleno de gente, que también. El problema es que es tan inmenso que me resultó imposible hacerme una imagen mental de cómo era. Era caminar por calles entre edificios sin poder hacerme esa idea. Y a mi eso es lo que me gusta de estas visitas. Pensar cómo era, como vivirían. Bueno, en el caso de Pompeya como morirían. Nos dijo el guía que murieron 2.000 personas de las 22.000 que vivían allí. Aun así, volvería a ir y me parece una visita muy muy recomendable. Gracias a la ceniza y a que no fue quemada es una muestra única de ciudad greco – romana. Y con un detalle que repitió mucho el guía. A diferencia de otras ciudades romanas, Pompeya desaparece en el año 79, nació pagana y murió pagana. Así que todo lo que se encuentra en ella en el ámbito religioso esta puramente original sin mezclas con el cristianismo.

Salimos de Pompeya y como no habíamos tenido bastante y aun sentíamos un poco las piernas, volvimos a Paestum, pero esta vez a ver el museo. Aquí esta la tumba del nadador encontrada en 1968 que parece ser de las pocas o la única pintura de la época con una representación humana que ha sobrevivido íntegra.

De aquí nos volvimos a Salerno y esta vez tocaba pizza. Así que nos fuimos a la pizzería Spicchio. No he encontrado su Instagram, pero os la recomiendo muchísimo. Las pizzas estaban increíbles, el dueño majísimo y el precio fenomenal. Os dejaré fotos.

La verdad es que fue un día intenso. Pompeya fue abrumadora, la pizza estaba de locura. Y además nos echamos unas risas las primas juntas intentando no morir al volante. He intentado resumirlo todo en un reels, pero no ha sido fácil.

¿Seguimos en la siguiente entrada? ¡Nos vemos!

¡Sed felices!

domingo, 7 de noviembre de 2021

Viaje de Primas: llegando a Salerno y Paestum. (P.1)

Improvisadores, ¡hemos vuelto a viajar!

Parecía que el COVID nos había dejado sin viajes, pero poco a poco van volviendo. Eso sí, con nueva normalidad y nuevos códigos QR que llevar encima. ¿Os cuento? aunque ya sabéis que, como siempre, en mi Instagram os voy subiendo fotos y más cosas os dejaré los enlaces por aquí. 

Primero un poco de contexto. Mi prima esta de erasmus en Salerno, y el 23 de octubre cumplía un añito nuestra sobrina. La hija de su hermano. ¿Cómo se lo iba a perder? Así que entre las 4 primas organizamos la sorpresa, la trajimos de Valencia de vuelta y el viernes 22 por la tarde la llevamos a su casa. La cara de mis tíos al verla… indescriptible. Y os preguntareis que todo esto a qué viene, ¿no? Pues que aprovechando que yo tenia vacaciones en el instituto y mi hermana y mi prima podían pedirse los días… pensamos que era muy irresponsable traerla hasta aquí y no asegurarnos de que volviese a casa sana y salva. Así que nos fuimos las 3 con ella hasta Salerno.

Pero esperad que no nos vamos aún… volvamos un poco atrás. Sábado 23 de octubre. Nos vamos en 24h, pero ¿Quién se resiste a una fiesta de pueblo? Nadie. Y yo menos (los que me conocéis ya lo sabéis). Así que allí estábamos mi hermana y yo de cubateo, kebab y casales hasta las 7 de la mañana del domingo. ¿Me arrepiento? No. Fue como volver a ser yo después de 2 años. No se si dice poco de mí, pero esa noche volvía a ser yo 100%. Y, además, una charla de sofá a las 5 de la mañana con gente que no conoces era ya la vuelta absoluta a la normalidad.

Nos acostamos a las 7 de la mañana y nos levantamos a las 9 de la mañana. Empezando el viaje con energías. A las 10.30 estábamos llegando a Valencia ya. Ducha, siesta, comer, acabar la maleta… y a las 19h estábamos de camino al aeropuerto. Allí nos encontramos con nuestras 2 primas. Facturar maletas. Pasar el control. Volver a pasar el control porque si para a alguien ya sabéis que siempre es a mí. Aunque tengo que decir que he visto los dos controles (ida y vuelta) bastante desganados. No me han hecho quitarme las zapatillas, ni sacar los líquidos de la maleta ni nada.

El avión salía a las 22.25, así que jugamos a las cartas, cenamos tranquilamente y por fin a las 21.45 embarcábamos. Los que me conocéis sabéis que odio volar. Pero no hay nada como no dormir por estar de fiesta y un Valium para sufrir muy muy poco. Eso sí, no dormí en el avión y llevaba una sensación de jetlag encima… que parecía que había volado a Cancún en lugar de a Italia.

Aterrizamos a las 00.05 en Roma, pero hasta la 1 no salieron las maletas. Y aun tuvimos suerte porque parecía que allí había gente esperando sus maletas desde hacia 3h. Tenían una montada con la policía que mira… lástima que el italiano a velocidad de enfado no lo entiendo. Recogiendo las maletas nos llama la chica de la compañía de alquiler de coches, que donde estamos, que nos espera como mucho hasta las 2. Disculpe señora si la puerta del aeropuerto que comunica directamente con el aparcamiento la cierran por la noche y tenemos que dar una vuelta que ni volviendo a casa andando.

Habíamos contratado con Edreams el coche, pero Italia Renting Car nos dio problemas. El primero, Edreams decía que había sobrecargo de 90€ por horario nocturno y allí nos cobraron 130€. El segundo que mi tarjeta de crédito tenia un limite de 500€ no se porque y no aceptaron que mi hermana pagara con la suya porque estaba en el móvil. Así que nos cobró el seguro a todo riesgo para poder darnos el coche. Total, que 235€ más aparte de los ya pagados para alquilar el coche. Sali de allí con tan mala leche que se me había pasado hasta el sueño.

Eran ya las 2 de la mañana cuando pusimos rumbo a Salerno. No fuimos ni por peaje porque ya me sentía bastante robada por Italia y solo llevaba allí 1h. así que nos turnamos entre mi hermana y mi prima y a las 7 de la mañana llegábamos a Salerno.

Siguiente sorpresa. Todo Salerno es zona azul. TODO. O eres residente o pagas. Me empezaban a tener un poco cansada los italianos y llevaba 6h en el país. Miramos y un día entero de zona azul eran 50€. No va a pasar. Así que busqué en Google y encontré un aparcamiento que por 54€ podíamos dejar el coche todos los días, lo aparcan ellos y además podemos sacarlo y dejarlo tantas veces como queramos. Decidido.

Llegamos al piso de mi prima sobre las 8 de la mañana, por fin. Y nos acostamos. Bueno, se acostaron. Porque yo a las 8.30 estaba al teléfono con mi gerente del banco para solucionar lo del limite de la tarjeta de crédito. Y cuando digo al teléfono digo que mi señora madre fue al banco y le pasó al hombre su propio móvil. No le puede decir que no a una madre.

Me acosté después de solucionarlo y a las 12 nos levantamos. ¿Se puede vivir a base de siestas cortas? Claramente demostrado que sí. Mis respetos a todas las madres y padres que viven años a base de siestas cortas. Nos medio recompusimos y nos fuimos a comer pasta. Ya os daré envidia en Instagram, pero fuimos al restaurante Al Dente y estaba buenísimo. Pedimos dos entrantes y cuatro principales. Y agua. Salimos a 15€ por cabeza que oye, increíble. Eso sí, en Italia en ese momento para comer en interior en los restaurantes nos pidieron el Green pass o certificado de vacunación del COVID.

De aquí nos fuimos a Paestum. Un yacimiento cerca de Salerno. Desde luego 100% recomendable. Hay poca gente, un paseo agradable y además la entrada te sirve para 3 días. También piden el Green Pass para entrar. Nosotras nos compramos el bono familia que eran 20€ entre todas, aunque un poco por ratas y por marear a la chica que no estaba muy convencida. Sin el bono son 10€ cada adulto y 2€ para los jóvenes hasta 25 años. Le dijimos que éramos primas, pero entre que nos hicimos las locas y que en italiano no se dice así… mi prima le dijo que éramos hermanas. Y como ellos miran el último apellido y en nuestro caso las 4 tenemos el mismo… pues 4 hermanas.

Una vez dentro podéis visitar el museo o el yacimiento en sí. Nosotras visitamos el yacimiento y nos descargamos la aplicación que sirve de audioguía. Es un paseo entretenido y un sitio precioso. Si no hicimos 1000 fotos no hicimos ninguna. También la lié, porque soy así. Cogiendo el bolso se enganchó en una piedra de un murete y se me cayó la piedra en el pie. No me puse a llorar por vergüenza. Solo dije dos cosas "¡Mi pie!" y "Joder, he roto el monumento". Recoloqué la piedra y espero que si vais no dejéis los bolsos cerca de los muros. 

Volvimos a Salerno a cenar pronto porque, sinceramente, no podíamos con nuestras vidas. A las 20.30 estábamos en Ingordo cenando, una hamburguesería típica de Salerno con hamburguesas enormes. Cenamos estupendamente, vuelta a casa, ducha y a dejarse morir en la cama. Bueno, el sofá en mi caso y el de mi hermana.

Dejamos los siguientes días… para otro día, ¿no? Que ya solo la llegada a Salerno ha sido intensa. No quiero aburriros mucho. Además, así os da tiempo a que se os pase la envidia. Os dejo por aquí un resumen del primer día

¡Sed felices!