domingo, 11 de diciembre de 2016

Londres es enorme y lo pateamos de punta a punta

Improvisadores, ¿Qué os pareció el primer día por tierras inglesas? Muy completito, ¿verdad? Pues agarraos que aún queda más.
Viernes 11 de noviembre de 2016
No os creáis que fue fácil levantarse de la cama, los nórdicos son peligrosos… puedes generar síndrome de Estocolmo. Pero lo conseguí, nos levantamos de la cama y nos vestimos para el maravilloso día de sol. Sí, como lo leéis, SOL. Nos fuimos a una cafetería / bar que conoce Elena a meternos entre pecho y espalda un señor desayuno inglés. Como experiencia no está mal… pero quizá tal golpe al estómago de buena mañana no es recomendable a no ser que estés muy muy acostumbrado. Menos mal que hasta las cuatro no comimos.
Cogimos el tren, esta vez sin perdernos, y os fuimos a Kings Cross porque quería ir a ver el andén 9 ¾ de Harry Potter. Así, tal cual. Pero no me hice la foto porque había muchísima cola, habrá que volver. Pero ay, una cosa que puedo tachar de la lista. De allí nos fuimos andandito hasta Candem, un barrio que está a reventar de tiendas, algunas un poco raras. Pero también tienen sitios donde comer (obviamente ni se nos ocurrió, aun no habíamos digerido el desayuno) y allí en un puestecito compré pendientes porque se podían comprar sueltos y no el par entero, y aquí la que escribe tiene 5 pendientes, así que le gusta la variedad. Volviendo a Candem era inevitable que saliese el tema de Amy Winehouse y la de camisetas con su cara, acordaos de esto.
De Candem nos fuimos andandido otra vez hasta el British Museum. Estaba Londres llenito hasta la bandera de escoceses. No es que les preguntase, es que iban con el Kilt puesto. Pero lleno. Creo que coincidía un partido Inglaterra – Escocia con la conmemoración que hacen allí a los veteranos, y así aprendes que el Kilt combina tanto con el uniforme militar como con la camiseta de futbol. Una prenda muy práctica oye. Me desvío… ¿por dónde iba? ¡Ah sí!, el British Museum. Obviamente cuando llegamos al museo ya ni nos sentíamos los pies (buscad en google maps las distancias anda), así que antes de entrar nos metimos en el Starbucks enfrente del museo, aunque fuese para que los pies no tocasen el suelo y poder sentarnos cinco minutitos. Y luego entramos al British Museum.
¿Por dónde empiezo con él? Lo vimos rápido, tanto que no creo que viésemos ni la mitad de las cosas que podíamos ver. Pero es genial. Impresionante. Y GRATIS. A ver si aprendemos en este país, la gente sí va a los museos igual que va al cine en la fiesta del cine. Nos gusta la cultura, no nos gusta sacarnos un riñón en la taquilla para ver esa cultura. Me he vuelto a desviar del tema, lo siento. Si vais a Londres tenéis que ir al British Museum. El Museo de Historia Natural es impresionante, no lo voy a negar, pero personalmente a mí por mis gustos o por deformación profesional me encantó el British Museum. Otro sitio al que volver con tranquilidad la próxima vez que vaya por Londres.
Salimos del British Museum y nos fuimos andandito (nos gusta andar, ¿vale?) hasta la catedral de Saint Paul. No entramos porque aquí sí hay que pagar, aunque es una lástima porque hasta donde pudimos entrar parecía preciosa (dios, tengo que volver a todos los sitios a los que ya he ido), pero simplemente por fuera vale la pena verla. También es verdad que no entramos porque si entrabamos era para estar un buen rato, y se acercaba la hora de ir a recoger a Anna que estaba trabajando. Ver Londres en dos ratitos no es posible si te paras a verlo todo, fue un resumen de Londres porque yo no había ido nunca y el resto sí.
De allí nos fuimos a por Anna y a comer, que ya eran las cuatro y después de tanto pasear no os digo yo donde estaba ya el desayuno inglés. Lo único malo es que entramos a las 15.30 al restaurante siendo de día y salimos después de comer y parecía que eran las once de la noche. ¿Dónde se ha ido el sol? Así que de allí fuimos al metro, pero no sabéis el horror que es el metro de Londres. Muy bien que pasa cada 2 minutos y todo muy eficaz. Pero no sabéis la de gente que va dentro, ¿o debería decir sardinas? Dejamos pasar lo menos tres metros porque físicamente no cabíamos. Tendríamos que haber fusionado nuestros cuerpos con los cuerpos que ya estaban apretados ahí dentro para poder entrar. Una locura. A mí que en Valencia por no ir agobiada en el metro voy andandito o en autobús, que no me gusta estar espachurrada entre la gente si no hay una mascletà o un castillo de fuegos artificiales de por medio. Vuelvo a encauzar esto: subimos al metro y nos fuimos al centro comercial más grande de Europa. Acabo de decir mi pasión por las multitudes, ¿no? Pues toma dos tazas. Y, por cierto, ya es Navidad en Londres. Llevan otro calendario diferente al nuestro y eso. Ese sitio es enorme. Yo creo que como si juntases todos los centros comerciales de Valencia, y puede que aun te falte algo. Inmenso. Monumental. Colosal. Vamos, que es muy grande. Dimos una vuelta por allí, escudriñamos (según mi padre y la RAE es así) las tiendas que nos vinieron en gana y cuando nos cansamos (y Elena y Anna disfrutaron de las muestras de prezel gratis) nos fuimos al metro para volver a casa.
Como fuimos bastante justas de tiempo cuando bajamos del tren como para pasar por el súper, entramos corriendo (casi literalmente) a por dos pizzas al tesco exprés y corriendo a la parada del autobús antes de que pasase. Por fin en casa. Qué gustito da quitarse los zapatos después de aplanar las calles de medio Londres, ¿eh? Y encima hay pizza y vino, si es que no me puedo quejar de mi anfitriona. Y antes de dormir, Elena me puso el documental de Amy Winehouse. Y digo me puso porque ella se durmió al principio y se despertó para el trágico desenlace).
Dos días en Londres y seguimos contando.

¡Sed Felices!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Has venido de visita, ¿por qué no improvisas algo aquí? ¡Gracias!