Improvisadores,
He estado más desaparecida de la
cuenta tanto aquí como en Instagram. Pero la vida me ha atropellado un poco.
En mayo empezaron la reforma de
la casa de mi yaya (ahora mía). En junio se juntó una mudanza exprés porque
vendieron el piso donde estaba, con las opos y con el final de curso.
La mudanza me llevó a compartir
piso un mes de locura con Cristina que me acogió en su casa y que me hizo
vegetariana de lunes a viernes. Celebré mis 32 con una tarrina de helado
inmensa de chocolate y brownie. Pasé más horas de ese mes sentada haciendo
temas que existiendo, y otras muchas saliendo a pasear con Cristina. Mi Risto particular
repasándome los temas. Salimos de fiesta a las graduaciones como si nos graduásemos
nosotras y yo no tuviese una opo en pocos días. Y el día antes del examen, nos
fuimos al cine porque ya total…
La opos… mejor de lo que
esperaba. Aprobé, que ya es más de lo que había conseguido nunca. Pero me quedé
sin plaza. El proceso de asimilar que me he quedado a 0'17 de la plaza también tuvo
lo suyo. Pero eh, al menos aprobé y sin tema y trabajando a tiempo completo. Igual
me autoengaño diciéndome eso, pero me funciona.
El final de curso… como siempre.
Con la tensión de saber cuando y donde tocará trabajar. Pero este curso sigo en
el mismo instituto. Tengo que acabar FPB con mis chavales. Una vez se gradúen ya
veremos.
Y todo esto, con la reforma de mi
casa en marcha que, si no llega a ser por mis padres y especialmente por mi
madre que está jubilada, no sé qué hubiese hecho. Ha sido también un proceso
raro. Ver como desmontaban la casa de mi yaya que ahora no se parece en nada a
la mía… Hay una foto de la cocina de mi yaya desmontada que la tengo grabada en
el corazón.
Julio, agosto y septiembre los
pasé en casa de mis padres. Pasaron volando entre viajes a Francia exprés a
darle a mi tía Carmen los recuerdos de santos y estampitas que tenia mi yaya en
casa. Nadie mejor que ella los va a cuidar. Mi tía Carmen y mi yaya eran amigas
antes de ser cuñadas, ¿no os parece increíble? Y continuaron llamándose por teléfono
muchas horas hasta el final. Como mi tía cumplía 90 este verano, la excusa
perfecta para ir a verla.
Repetí excavando en el Frente de Levante en Vistabella 5 días. Que como siempre desconecto del resto del mundo. Os dejé un reels de qué hacíamos en un día a petición de una amiga.
También me fui al pueblo con Cristina y Camila. A la feria. No he bebido más tinto de verano en mi vida. Pero que bien se está en el pueblo. Y qué bien se come y qué bien se bebe. En septiembre me escapé una noche al pueblo de Elena a las fiestas. Si es que a mi no se me puede resistir una fiesta de pueblo.
Pero en octubre ya me pude
trasladar a mi casa. Y no ha sido fácil. La adaptación, los remates de la obra
e imprevistos. El dinero que cuesta. El estar en una casa que conozco… pero no.
Es una sensación rara de explicar.
Estoy todo el día dándole mil
vueltas a la cabeza a mil cosas, me apunté a la UNED como si no tuviese ya
bastantes cosas que hacer. Pero no se estar sin hacer nada. Hasta que llegan días
como hoy donde el cuerpo te para y te quedas en la cama y haces siestas de 3h.
Quiero volver a escribir, siempre
me ha venido bien. Pero no sé de qué. Quiero utilizar más Instagram, pero tampoco
viajo ni salgo por ahí, estoy en modo ahorro total y no tengo ideas.
Estoy en un proceso de adaptación
donde no me aguanto ni yo a veces. A lo largo del camino conoces gente y luego
por X motivos o por ninguno, se deja de hablar tanto. Y como estoy un poco en
momento de adaptación soy consciente que igual no he luchado tanto por mantener
eso. Y hay veces que me cansa mucho la gente (y soy profe, así que tengo un
problema) y me doy cuenta de que es porque estoy constantemente pensando en
cosas que tengo que hacer.
Y me saturo a mí misma. Desde aquí,
lo siento si he saturado a alguien en este 2023, no era mi intención.
Intentaré volver pronto. Solo
necesito un tiempito más.
¡Sed felices!