Improvisadores, ¡hemos vuelto a viajar!
Parecía que el COVID nos había dejado
sin viajes, pero poco a poco van volviendo. Eso sí, con nueva normalidad y nuevos
códigos QR que llevar encima. ¿Os cuento? aunque ya sabéis que, como siempre, en mi Instagram os voy subiendo fotos y más cosas os dejaré los enlaces por aquí.
Primero un poco de contexto. Mi
prima esta de erasmus en Salerno, y el 23 de octubre cumplía un añito nuestra
sobrina. La hija de su hermano. ¿Cómo se lo iba a perder? Así que entre las 4
primas organizamos la sorpresa, la trajimos de Valencia de vuelta y el viernes 22
por la tarde la llevamos a su casa. La cara de mis tíos al verla…
indescriptible. Y os preguntareis que todo esto a qué viene, ¿no? Pues que
aprovechando que yo tenia vacaciones en el instituto y mi hermana y mi prima podían
pedirse los días… pensamos que era muy irresponsable traerla hasta aquí y no
asegurarnos de que volviese a casa sana y salva. Así que nos fuimos las 3 con
ella hasta Salerno.
Pero esperad que no nos vamos aún…
volvamos un poco atrás. Sábado 23 de octubre. Nos vamos en 24h, pero ¿Quién se
resiste a una fiesta de pueblo? Nadie. Y yo menos (los que me conocéis ya lo sabéis).
Así que allí estábamos mi hermana y yo de cubateo, kebab y casales hasta las 7
de la mañana del domingo. ¿Me arrepiento? No. Fue como volver a ser yo después
de 2 años. No se si dice poco de mí, pero esa noche volvía a ser yo 100%. Y, además,
una charla de sofá a las 5 de la mañana con gente que no conoces era ya la
vuelta absoluta a la normalidad.
Nos acostamos a las 7 de la
mañana y nos levantamos a las 9 de la mañana. Empezando el viaje con energías. A
las 10.30 estábamos llegando a Valencia ya. Ducha, siesta, comer, acabar la maleta…
y a las 19h estábamos de camino al aeropuerto. Allí nos encontramos con
nuestras 2 primas. Facturar maletas. Pasar el control. Volver a pasar el
control porque si para a alguien ya sabéis que siempre es a mí. Aunque tengo
que decir que he visto los dos controles (ida y vuelta) bastante desganados. No
me han hecho quitarme las zapatillas, ni sacar los líquidos de la maleta ni
nada.
El avión salía a las 22.25, así que
jugamos a las cartas, cenamos tranquilamente y por fin a las 21.45 embarcábamos.
Los que me conocéis sabéis que odio volar. Pero no hay nada como no dormir por
estar de fiesta y un Valium para sufrir muy muy poco. Eso sí, no dormí en el avión
y llevaba una sensación de jetlag encima… que parecía que había volado a Cancún
en lugar de a Italia.
Aterrizamos a las 00.05 en Roma, pero
hasta la 1 no salieron las maletas. Y aun tuvimos suerte porque parecía que allí
había gente esperando sus maletas desde hacia 3h. Tenían una montada con la policía
que mira… lástima que el italiano a velocidad de enfado no lo entiendo. Recogiendo
las maletas nos llama la chica de la compañía de alquiler de coches, que donde
estamos, que nos espera como mucho hasta las 2. Disculpe señora si la puerta
del aeropuerto que comunica directamente con el aparcamiento la cierran por la
noche y tenemos que dar una vuelta que ni volviendo a casa andando.
Habíamos contratado con Edreams el
coche, pero Italia Renting Car nos dio problemas. El primero, Edreams decía que
había sobrecargo de 90€ por horario nocturno y allí nos cobraron 130€. El segundo
que mi tarjeta de crédito tenia un limite de 500€ no se porque y no aceptaron
que mi hermana pagara con la suya porque estaba en el móvil. Así que nos cobró
el seguro a todo riesgo para poder darnos el coche. Total, que 235€ más aparte
de los ya pagados para alquilar el coche. Sali de allí con tan mala leche que
se me había pasado hasta el sueño.
Eran ya las 2 de la mañana cuando
pusimos rumbo a Salerno. No fuimos ni por peaje porque ya me sentía bastante
robada por Italia y solo llevaba allí 1h. así que nos turnamos entre mi hermana
y mi prima y a las 7 de la mañana llegábamos a Salerno.
Siguiente sorpresa. Todo Salerno
es zona azul. TODO. O eres residente o pagas. Me empezaban a tener un poco
cansada los italianos y llevaba 6h en el país. Miramos y un día entero de zona
azul eran 50€. No va a pasar. Así que busqué en Google y encontré un aparcamiento
que por 54€ podíamos dejar el coche todos los días, lo aparcan ellos y además podemos
sacarlo y dejarlo tantas veces como queramos. Decidido.
Llegamos al piso de mi prima
sobre las 8 de la mañana, por fin. Y nos acostamos. Bueno, se acostaron. Porque
yo a las 8.30 estaba al teléfono con mi gerente del banco para solucionar lo
del limite de la tarjeta de crédito. Y cuando digo al teléfono digo que mi
señora madre fue al banco y le pasó al hombre su propio móvil. No le puede
decir que no a una madre.
Me acosté después de solucionarlo
y a las 12 nos levantamos. ¿Se puede vivir a base de siestas cortas? Claramente
demostrado que sí. Mis respetos a todas las madres y padres que viven años a
base de siestas cortas. Nos medio recompusimos y nos fuimos a comer pasta. Ya
os daré envidia en Instagram, pero fuimos al restaurante Al Dente y estaba buenísimo. Pedimos dos entrantes y cuatro principales. Y agua. Salimos a 15€ por cabeza que oye, increíble. Eso sí, en Italia en ese momento
para comer en interior en los restaurantes nos pidieron el Green pass o
certificado de vacunación del COVID.
De aquí nos fuimos a Paestum. Un
yacimiento cerca de Salerno. Desde luego 100% recomendable. Hay poca gente, un
paseo agradable y además la entrada te sirve para 3 días. También piden el
Green Pass para entrar. Nosotras nos compramos el bono familia que eran 20€
entre todas, aunque un poco por ratas y por marear a la chica que no estaba muy
convencida. Sin el bono son 10€ cada adulto y 2€ para los jóvenes hasta 25
años. Le dijimos que éramos primas, pero entre que nos hicimos las locas y que
en italiano no se dice así… mi prima le dijo que éramos hermanas. Y como ellos
miran el último apellido y en nuestro caso las 4 tenemos el mismo… pues 4
hermanas.
Una vez dentro podéis visitar el
museo o el yacimiento en sí. Nosotras visitamos el yacimiento y nos descargamos
la aplicación que sirve de audioguía. Es un paseo entretenido y un sitio
precioso. Si no hicimos 1000 fotos no hicimos ninguna. También la lié, porque soy así. Cogiendo el bolso se enganchó en una piedra de un murete y se me cayó la piedra en el pie. No me puse a llorar por vergüenza. Solo dije dos cosas "¡Mi pie!" y "Joder, he roto el monumento". Recoloqué la piedra y espero que si vais no dejéis los bolsos cerca de los muros.
Volvimos a Salerno a cenar pronto
porque, sinceramente, no podíamos con nuestras vidas. A las 20.30 estábamos en
Ingordo cenando, una hamburguesería típica de Salerno con hamburguesas enormes.
Cenamos estupendamente, vuelta a casa, ducha y a dejarse morir en la cama.
Bueno, el sofá en mi caso y el de mi hermana.
Dejamos los siguientes días… para
otro día, ¿no? Que ya solo la llegada a Salerno ha sido intensa. No quiero aburriros mucho. Además, así os da tiempo a que se os
pase la envidia. Os dejo por aquí un resumen del primer día!
¡Sed felices!
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