Improvisadores, como os prometí, en esta entrada toca
hablar del siguiente viaje que he hecho este verano: Ibiza. Vosotros diréis:
¡Qué guay! ¡Ibiza! Fiesta a tope. Yo os digo: no. ¡Que guay! ¡Ibiza! Sol y
barco. Eso sí es un viaje diferente.
El miércoles 31, después de toda la mañana
intentando pagar las tasas del titulo y a la fresca en casa, a las 14 hice la
bolsa corriendo y a las 14:45 salí a por el autobús. Delante de mis narices el
89 giraba por la calle y ante mis narices se largaba. Por un momento pensé que
llegaría tarde a la estación de autobuses donde me esperaba mi compañera de
viaje: Gem. Ella ya estaba allí, compró los billetes y me esperó
en la cafetería. La vez que quedamos bajo el reloj de la estación de Renfe fue
mucho más glamuroso, pero la cafetería también está bien. Llegué allí, nos
sentamos las dos y a las 16 subimos al autobús que nos llevaría a Denia.
Llegamos a las 18 y muertas de calor y cargadas llegamos al puerto. Allí
estaban Thais y Alejo esperándonos desde hacía por
lo menos una hora. Una vez nos reunimos todos, nos fuimos al pantalán (o el
patatal como dice Alejo) para saludar a los padres de Gem y entrar en un primer
contacto con el barco. Llegamos allí y dejamos los trastos. Fuimos de excursión
a los servicios y cenamos coca que había hecho Puri (también conocida como la
madre de Thais) y nos repartimos las camas. Bueno, ya estaban repartidas,
digamos que pusimos las sabanas como última señal del reparto. A las 5 de la mañana
del jueves 1 nos despertábamos todos. En un principio no pensábamos
levantarnos, pero Juanjo (alias el padre de Gemma) dijo que tendríamos
curiosidad y nos levantaríamos. Y tenía razón. Salimos todos a cubierta a las 5
y Juanjo puso rumbo a Ibiza convertidos todos en la tripulación del Alphecca. Allí estuvimos todos despiertos aguantándonos el
sueño para ver amanecer. Después, volvimos a nuestras camas hasta por la
mañana. La verdad es que 10 horas de navegación se pueden hacer muy largas.
Pero por suerte no nos mareamos (hicimos trampa el primer día con la viodramina,
pero ya está). Además, el día estaba muy claro y el agua parecía una balsa de
aceite, así que fueron 10 horas de mirar al horizonte. Delante, Ibiza; detrás,
Denia. Ves los dos sitios pero no llegas nunca. Además, vimos dos grupos de
delfines a la ida.
Llegamos a Ibiza pasada la hora de comer y fondeamos
el velero detrás de Conejera. Allí nos bañamos, comimos e hicimos la siesta. No
sé si habéis dormido alguna vez en un barco, pero se duerme de lujo. Es como
una cuna gigante. Ya os dije que las rotondas me dan sueño, pues imaginaos el
movimiento continuo del barco con el balanceo. Solo os diré que los 6, sin
excepción, nos hemos echado buenas siestas durante la semana. A las 19h Juanjo
llamó al puerto de San Antonio para probar suerte. Y tuvimos mucha suerte:
pudimos pasar la noche en el puerto y no fondeados. Esto es bueno porque puedes
bajar a los servicios y a la ducha, puedes rellenar los depósitos de agua y
puedes tener vecinos repipis. Bueno, lo último no es una ventaja.
Llegamos a puerto y Alejo, Gemma, Thais y yo, los 4
uniformados con nuestra camiseta de la tripulación causamos sensación. Nos
miraban como si no hubiesen visto nunca una camiseta color boli bic. El caso es
que los padres de Gem se fueron a hacer los papeles (supongo que lo que sería
el check in) y nosotros 4 nos sentamos en cubierta. Y cuando volvieron los
padres de Gem, el vecino repipi les dijo que menuda tripulación, que nos hemos
relajado mucho. Chivato. El caso es que después nos tocó a los 4 limpiar el
barco y justo cuando Juanjo cogió la manguera, volvió el vecino y soltó otra de
sus críticas a la tripulación. ¡Cállese, por favor! En
fin, siguiendo la rutina del camping, nos fuimos a la cama pronto. ¿Por qué?
Pues porque, como dice Mª Carmen (alias la madre de Gem), el mar cansa más de
lo que parece.
El viernes 2 salimos tarde de puerto porque nos
esperamos a ver si teníamos suerte y podíamos quedarnos esa noche también.
Entonces como a las 12 deben abandonar los amarres los barcos fondeados que no
tienen el amarre reservado, nos esperamos. Y volvimos a tener suerte. Estando
allí apareció un hombre diciendo que ese era su amarre y Thais y yo nos miramos
con cara de “A mi no me mires”. Y Gem se
empezó a reír. Resulta que es un amigo de sus padres. Así que al final fuimos
con los amigos de los padres de Gem y fondeamos en la misma cala. Allí
estuvimos bañándonos mientras Gem y su padre probaban la bombona de oxígeno y
luego Gem, Thais y yo probamos el ala manta. Si os cuento lo que es no os
parecerá tan guay. Pero básicamente vas enganchado a una pieza de madera
mientras te arrastra la lancha y puedes hundirte más o menos. El problema es
que Thais y yo no estamos muy acostumbradas a respirar con el tubo y casi
morimos, pero por lo demás es genial. Además, lo raro es que yo quisiera
probarlo, por eso de que soy una cagueta y tal. Después de la siesta, los
padres de Gem se fueron con la lancha al barco de sus amigos y nos dejaron a
los 4 en cubierta con la música y el sol. Y las barcas que pasaban llenas de
turistas nos miraban raro. Tanto que al final Thais les gritó “¡Sí, somos
ricos! ¿Qué pasa?”. Y nos entró la risa. Pero luego nos enteramos de que la
madre de Gem sí oía lo que decían de nosotros porque el viento les llevaba la
conversación. Y eran cosas como “Pero mira, si tienen 20 años, lo tienen todo”.
Es lo que mi padre llama envidia. Los padres de Gem volvieron al barco y a las
19 nos tomamos unos gin-tonics y unos ron con Coca-Cola, pero en copa por si
aparecen más turistas mirones. Luego pusimos rumbo a San Antonio para situarnos
para ver la puesta de sol. De camino allí hacia tanto viento que el barco
escoró tanto que yo pensaba que salíamos volando de cabeza contra el otro lado.
¿Sabéis que es lo mejor de la puesta de sol en Ibiza? Que se juntan todos para
verla ahí en la playa y en los cafés y cuando se pone el sol… ¡le aplauden!
Volvimos a puerto, amarramos y ya os digo yo que no se
aprecia tanto una ducha de verdad como cuando no la tienes. Y allí estábamos
Thais, Gemma y yo cada una en su ducha pero hablando por encima del ruido del agua y cantando. Menos mal
que no entró mucha gente. No sé si habéis ido a Ibiza alguna vez, pero es
cuanto menos fascinante la fauna que se junta. Es como entrar de cabeza en
Geordie Shore. Si no lo habéis visto nunca, buscad una foto. Pelos de colores, tíos
cachas sin camiseta y llenos de tatuajes, chicas en bragas vaqueras, maquillaje
a más no poder y borrachos. Nos lo pasamos genial comentando cada modelo que
pasaba por delante, tendríamos que haber hecho un concurso. No pasa nada, otra
vez será.
El sábado 3 no nos fuimos a navegar. A las 10 fuimos a
la oficina de información para que nos dieran la guía de autobuses. Empezaba la aventura. Nos fuimos
a la estación y subimos al autobús San Antonio – Ibiza. Llegamos a Ibiza en
menos de media hora y empezamos a subir. La parte vieja de Ibiza, la turística,
está arriba. No podían hacerla abajo, hubiese sido muy fácil. Casi nos morimos
subiendo escaleras al sol hasta que bajando por el otro lado vimos un bar con
cojines en una escalinata de la calle y nos asentamos allí. De hecho, se llama S'escalinata. Y digo asentarnos
porque hubo tiempo para dos rondas de cervezas y un aperitivo con humus que nos estuvieron de vicio, os lo digo. Hasta
tuvimos tiempo de entablar conversación con la camarera, de Alacuás por cierto.
Bajamos de allí y nos fuimos a la zona del puerto de Ibiza. Vimos tiendas,
vimos turistas y vimos una mesa en el restaurante "Café Mariano" que estaba justo en el punto
donde soplaba el viento, y allí nos sentamos. La verdad es que comimos de
tapas, pero estaba bueno. Aunque este día nos gastamos más dinero en autobús y
bebidas que en comida. Solo ese día me bebí 3 coca colas, un café, un granizado
y un té helado. Después de comer queríamos hacer tiempo, porque hacía mucho
calor, así que Gem y yo nos pedimos un café. Del tiempo. Bueno, con hielo para los no valencianos. Un rato más tarde cruzamos la calle y nos sentamos
a la sombra con un yogurt helado en la mano. Al final volvimos a la estación de
autobuses que estaba donde Cristo perdió el gorro. Allí cogimos un autobús
Ibiza – Santa Eulalia. En Santa Eulalia hicimos transbordo a Santa Eulalia –
San Carlos. Pero no llegamos a San Carlos, nos bajamos en el mercadito hippy de
Las Dalias. Estuvimos dando una vuelta por allí, viendo los puestecitos, poniendo
cara de espanto ante les precios (¿60€ un chaleco? ¿Está usted loca?), nos
encontramos con el primo de Gem y me encontré con un compañero del instituto.
El mundo es un pañuelo. El problema era que llegamos al mercadito a las 17 y
algo, y hasta las 19 no pasaba el autobús de vuelta, así que muertos de calor
nos fuimos a por el té frío al bar. A las 19 volvimos a subirnos al autobús San
Carlos – Santa Eulalia. A las 19:30 estábamos en Santa Eulalia esperando el
siguiente autobús. A las 20 subimos al autobús Santa Eulalia – San Antonio y a
las 20:30 llegamos a San Antonio. Fue un día cansado, muy cansado.
El domingo 4 nos fuimos a fondear y se vinieron
con nosotros el primo de Gem y su novia. Era un día de esos en los que el sitio
más divertido en la proa donde saltan las olas. Llegamos a la cala, echamos el
ancla y se echan al agua. Nosotros estrenamos la cámara subacuática que
compramos en Ibiza y mientras yo me voy quitando los zapatos. Justo cuando voy
a bajar al escalón para meterme en el agua el primo de Gem dice algo tipo “Pues
sí, me ha picado”. Si me pica a mí una medusa os enteráis aunque estéis en
China. Así que se salieron todos corriendo y nos pasamos el resto del día
maldiciendo a las medusas y disparando huesos de aceituna con un tirachinas. Tiro
a la medusa. Esa tarde, al llegar a puerto, dijimos de salir a cenar, así que
nos duchamos y nos pusimos nuestras mejores galas para ir a…la pizzería. Pero
comparando con la del camping, madre mía, sí que es caro Ibiza. Después de
cenar nos volvimos al barco y caímos redondos. Que no sé cómo podíamos estar
tan cansados. Hacíamos siesta todos los días, pero no había manera. He llegado
a la conclusión de que si vas a Ibiza en hotel puedes salir de fiesta, si vas
en barco estas más cansado.
El lunes 5 nos fuimos a fondear cerca del
puerto con la idea de volver a comer allí. Nos fuimos a una cala, pero había
demasiadas medusas, en otra había demasiados barcos. Pero al final fondeamos,
nos bañamos y volvimos a comer al puerto. Después de la siesta (que es sagrada)
nos tocó limpiar el barco otra vez. Después fuimos a ducharnos y ya vestidos
como personas nos fuimos a dar una última vuelta por las tiendas. Digo vestidos
como personas porque nos hemos pasado el día en bikini y con la camiseta de la
tripulación, y con eso nos íbamos al baño, al súper y a donde sea. Esa noche
los padres de Gem se fueron a cenar con unos amigos, así que cenamos solos y
luego nos quedamos viendo la tele. No se veían bien muchos canales porque hacía
mucho viento, así que acabamos viendo Vergüenza Ajena en MTV, que era la única
que se veía medianamente bien. Cuando llegaron los padres de Gem ya habíamos
apagado la tele y estábamos en el proceso de coger el sueño. Somos unas juventud fiestera donde las haya.
A las 5 de la mañana salimos de San Antonio rumbo a
Denia, esta vez no nos despertamos. Ya no teníamos tanta curiosidad después de
una semana en el barco. Éramos tan expertos que Alejo había pasado de grumete a
contramaestre. Así que nos despertamos ya sobre las 9 o las 10. Esta vez el mar
estaba más agitado, no era una balsa de aceite y el barco iba dando saltos.
Tardamos más que a la ida porque el viento venia de Denia. A las cuatro de la
tarde ya estábamos en el puerto de Denia, y en los minutos que tardamos en
amarrar y que ya no estábamos a la sombra, Thais y yo nos quemamos los brazos,
después de una semana sin quemarnos.
A las 17:15 salía el autobús en dirección a Valencia y
a las 16:55 salía del barco con Thais, Alejo y los padres de Thais que me
acercaban con el coche. Llegamos a la parada justo cuando llegaba el autobús.
Lo cogí, por poco, pero lo cogí. Llegué a la estación de autobuses de Valencia
y allí me recogió mi padre y oye por lo menos me ahorro el viaje extra hasta casa.
Estaba tan cansada que casi me duermo en la bañera,
aunque ahogarme no me iba a ahogar. Al salir del baño me tiré en el sofá y me
quedé enganchada a un documental sobre Hitler y Eva. Creo que es el primer
documental que veo de historia. Os vais a reír, pero desde que empecé la
carrera dejé de leer revistas y ver documentales de historia, ya tenía bastante
historia en clase. Después de cenar me fui porque había quedado con Elena,
Paula y Anna para tomar algo y ponernos al día. Y al llegar a casa ya no tenía
sueño. Soy así de rara y acabé viendo Gandía Shore hasta que me entró el sueño
y el aburrimiento.
Así que ahora ya estoy de vuelta en casa. Sin internet.
Actualización 29 noviembre 2020: gracias por volver a leer este post! La verdad que ahora de nostalgia todos los viajes que hemos hecho y ahora no podemos. Pero podremos! Una vez más, el estilo de diario de viaje no es el habitual a los post de instagram, pero espero que os guste!
¡Sed Felices!
Gracias por unos dias maravillosos. Excelente tripulación. .... Mari Carmen, la madre Gemma
ResponderEliminarGracias a vosotros por invitarnos!
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