Improvisadores, ¡seguimos con el fin de semana en Madrid!
El sábado por la tarde nos fuimos
(con el calorcito) a dar una vuelta en plan turistas absolutos. Puerta del Sol,
Plaza Mayor… Nos hacía ilusión tomarnos un relaxing cup de café con leche en
Plaza Mayor, pero estaba todo lleno. Así que seguimos con la ruta hasta el Palacio
Real y allí en el Café de Oriente nos tomamos algo fresco. Así muy señorial
todo.
Y diréis: qué tranquilo todo. Sí,
porque no os he contado como me llevé un tortazo en toda la nariz. Íbamos caminando
por la calle, yo contestando un WhatsApp. Y levanto la cabeza para seguir a mis
amigos y una chica que estaba hablando con sus amigos estiró el brazo para
indicarles algo y me arreó tremenda hostia en toda la cara. Ya os digo que me
salieron todos los insultos que se. Y la chica flipando porque además era
extranjera y no se hasta que punto entendió algo o solo pensó que la estaba
maldiciendo. Si era lo segundo, no se equivocó.
Acabada la ruta en la Almudena fuimos
a por el autobús para volver a casa de Paula. Yo estaba KO. Pero era hora de
duchas y cambios de ropa, que nos íbamos a cenar. Pero pudimos descansar un
poco. Con la tontería habíamos hecho kilómetros eh. según mi móvil en todo el día
hicimos 11,79km.
Volviendo al tema, habían reservado
en La Mentira. Os dejo el enlace a su perfil de Instagram por si os
interesa. La verdad que el sitio es bastante chulo. Entras y es oscuro y hay música
y no sabes si es un restaurante o un pub, pero es restaurante-pub. Cenamos muy
bien, pedimos varias cosas para probar porque… decide tu. Imposible. Os comento
lo que pedimos, por si os inspira, esta vez sin ranking, solo en orden:
Las Dyozas. Una mini delicia. Gyozas
de pato. Que así dicho no tiene misterio ni nada. PERO es que tienen una reducción
de cocido madrileño. Y mira, yo todo lo que sepa a cocido, me sirve.
El Mole. Que yo no lo probé
porque el pulpo a mí no me va. Pero los que comieron dijeron que este pulpo con
mole madre y tortillas de maíz estaba muy bueno. El mole lo que más triunfó, la
verdad.
Luego llegamos a un problema… no sabíamos
que bao ni que hamburguesa pedir. Así que si no recuerdo mal… pedimos todos. Eso
sí, las hamburguesas pensábamos que serian más grandes. Aunque en realidad las
compartimos y perfectas para probar de todo.
Pedimos la Pelayos con ternera,
bacon, cheddar, cebolla caramelizada y salsa Pelayo (sea lo que sea eso) y la
Triple Queso que creo que se explica sola.
Pero ojo… aun quedaban los baos.
Tienen 4 tipos y pedimos tres. Pedimos el Salao con chipirones a la andaluza y
mahonesa vittelo (sea lo que sea eso…. Otra vez); el Gringo con pollo crujiente
con aderezo yankee (nuestro yankee no supo decirnos qué es) y pepinillos
encurtidos en yuzu; y el Ibérico con panceta ibérica lacada con salsa coreana.
Nos dejamos fuera el oriental con
langostinos tempura y mahonesa kimchi porque insistieron en pedir algo que
todos comiéramos, pero seguro que esta buenísimo también.
Y como ya que estábamos había que
rematar la faena… postres. La tarta de limón que a Paula y a Will cada vez que
lo oyen les hacen chiribitas los ojos. Y una muerte por chocolate que la terminan
en la mesa y te preguntan si quieres caramelo, chocolate con leche o chocolate
blanco por encima. O todos. Adivinad qué pedimos.
Ya aquí nos pedimos una copa y pensábamos
luego ir a algún sitio y volver a casa en taxi/Uber lo que sea. Pero por
desgracia esa noche el Madrid ganó la Champions. Por desgracia para nosotros,
claro. A los demás no les gusta el futbol y yo soy del Valencia, por eso lo
digo. Vamos a evitar lapidaciones aquí.
Así que nos tocó salir corriendo
a por el ultimo metro y subir andando 3 o 4 pisos de escaleras porque
inexplicablemente el metro aun estaba abierto pero las escaleras estaban
apagadas. Muy práctico todo, la verdad.
El domingo por la mañana nos despertamos
sin tortitas, hicimos un desayuno más tradicional con nuestras tostadas con
tomate y jamón. Y luego nos fuimos a dejar las maletas a la consigna de Atocha.
Pero oh sorpresa, no hay consigna. No se si es desde el COVID o desde cuándo,
pero la consigna de Atocha esta cerrada. Así que nos fuimos al Museo Reina Sofia
con la maleta. Menos mal que un buen trabajador nos indicó la puerta del museo
con consigna (y menos cola). Dentro se estaba super fresquito.
No os voy a mentir, yo tenia
muchas ganas de ir para ver la exposición sobre la propaganda y los carteles de
la Republica y la Guerra Civil y para ver el Gernika de Picasso. Si, no lo había
visto aun, se que tiene delito.
El cuadro me encantó y me hubiese
quedado allí viéndolo más rato porque hay mil detalles. Pero había muchísimo ruido.
¿La gente no es capaz de callarse en un museo? Bueno, tampoco entienden el
concepto “No foto” porque las pobres trabajadoras… incluso un par de veces
fuimos Paula y yo las que dijimos a alguien “eh, ha dicho no foto” y ellos ah
si bueno...
Por favor, no es tan difícil.
De aquí nos fuimos a por las
maletas y a comer a La Musa de Espronceda. Aquí comimos de tapas y
pinchos, aunque es verdad que a la hora que llegamos había algunos que no tenían.
Pedimos varios pinchos, no sabría deciros cuales porque entre los que pedimos
en la primera ronda y los que pedimos en la segunda porque no había de esos. Y
los que tenían fuera de carta. Pero os la recomiendo. También pedimos raciones
de croquetas, huevos rotos, morcilla y ¡la verdad es que estaban buenos!
Eso sí, me he dado cuenta de que
en Madrid puedes pedir agua y te la ponen del grifo y no te la cobran. Pues en
la de Espronceda no te sacan la botella, te sacan vasos. A mi me sabia mal molestarlos
por cada vaso, pero Paula insistió en que de eso nada y que, sino que se
compren botellas. Os lo digo por si sois como yo que bebéis mucha agua, para
que lo sepáis.
De aquí nos fuimos al Retiro a
descansar un rato a la sombra y a hacer tiempo porque el tren a Barcelona salía
a las 17 y el mío a Valencia a las 18. Así que viendo cómo se llenaban las
calles de Madrid de aficionados preparados para llenar Cibeles acabamos el fin
de semana en Madrid.
He de reconocer que empezó mal,
bastante mal. También porque la semana empezó mal. Pero si un fin de semana
fuera ayuda a mejorar cualquier semana, si es en buena compañía más.
Hasta aquí las aventuras y
desventuras por una ciudad que (lo siento, pero es así) está un pelín sobrevalorada.
O yo la he visto poco. Prometo que es la última pullita que digo de Madrid…. Hasta
la próxima visita.
¡Sed Felices!
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