Improvisadores, ¿Qué os
pareció el primer día de nuestro viaje a Noruega? Espero que os gustase, pero
ahora llega lo mejor del viaje.
Viernes 9 de diciembre del
2016
Por la mañana nos
despertamos y después de desayunar, vestirnos las tres y de que Marta vistiese
a Salma (también conocida como la hija de Marta y Andrés), nos fuimos a por el autobús.
Me encanta ir en autobús porque puedes ir viéndolo todo, con el metro no. Eso y
que allí no hay metro. Total, nos fuimos a un restaurante que esté en una torre
– mirador y al que puedes subir sin tener que ir al restaurante, así que es un
mirador gratis y calentito. Desde allí vimos el fiordo, el centro de Trondheim
que resulta más pequeño de lo que pensaba y lo enorme que es el resto de la
ciudad.
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Una minúscula parte de Trondheim desde el mirador. |
En realidad, ir al mirador
era la excusa para hacer tiempo hasta la hora de comer y salir corriendo a por
el autobús, en el transbordo se nos unió Andrés y ya repartimos las dos
maletas, el trineo y la niña entre los cuatro y seguimos de camino a la estación
de tren. ¿Qué dónde vamos? Pues los descubriréis después de cuatro horas de tren
(si no lo habéis visto ya en Instagram o Facebook). Los trenes allí son otra
historia. Estábamos en el vagón familiar y allí tienen una zona de juegos para
los niños, con mesas, libros y así un sitio donde pueden jugar y hacer el
canelo. Pero encima como llevan tanta ropa, todos los padres les quitan capas
de ropa y van todos en body por ahí, pero está el tren limpio que da gusto
verlo. De hecho, los adultos también se descalzan. Conforme nos íbamos alejando
de Trondheim vimos (y nos costó, porque ya era de noche a las 14.30 así que
solo lo veíamos en las estaciones) que iba aumentando el nivel de nieve. No os
riais, pero yo no había visto nevar nunca. Sí la nieve, pero no nevar. Así que
estaba extasiada, y eso que no nevaba aún. A las 19.30 por fin, después de un
transbordo en una estación resbaladiza por el hielo, a Bjorli. Es un pueblo
(creo, que igual no) donde hay una pista de esquí. Y diréis: mira estos que
poderío tienen que se van a esquiar a Noruega. ERROR. En la estación nos
esperaba Bente, que fue la profesora de Nur cuando estuvo de erasmus allí. Es
encantadora, hasta el punto de acogernos a todos en su preciosa y cuca cabaña
de madera en la montaña. No, en serio, una cabaña de postal de Navidad, de
abuelo de Heidi, de anuncio de caramelos de los Alpes, donde vivía la familia
tirolesa del juego de las 7 familias (que por cierto recientemente he
descubierto que no es tan conocido como yo pensaba). Y encima entrabas dentro y
era para morirse, solo te apetecía una taza de chocolate caliente y sentarte a
ver la nieve.
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Os lo he dicho, ¿no? In love. |
El caso, no cabíamos todos
en el coche, así que Nur y yo nos esperamos en la estación de tren mientras
Bente hacía el primer viaje. Y había nieve, mucha nieve. Y hielo, de hecho, hay
un video en el que intento acercarme a la montaña de nieve para hacerme una
foto y hay hielo en el suelo y Nur, siempre con buena intención me grabó porque
pensaba que me caería. Pero NO.
Bente volvió a por nosotras y nos fuimos a su
casa. Y me enamoré. De la casa digo. Cenamos espaguetis, porque Bente no sabía
qué comíamos y qué no, y estuvimos un buen rato hablando. Tenían que ponerse al
día. No sabéis el inglés que practicamos ese fin de semana. Nur y yo dormíamos arriba,
que el único problema es que no sabían por qué, la calefacción no subía. Era un
añadido nuevo y no sabían por qué. Pero no pasa nada, porque esos edredones nórdicos
son… vamos, que se merecen llamarse nórdicos porque cumplen su función a la perfección.
Iba a contaros así de
golpe todo el fin de semana de la nieve, pero creo que va a ser mejor dejarlo aquí,
que si pongo mucho trozo os da pereza (y a mí también). Pero quiero que de
deberes para casa tengáis en mente que a mí la nieve no me gusta, supongo que
porque cuando era pequeña me obligaban a esquiar y no me gusta. Así que para mí
nieve y esquiar van juntos. Así que yo estaba emocionada por aprovechar el día siguiente,
pero a la vez un pelín agobiada por si tocaba esquiar o algo así. Eso, como
avance del próximo capítulo.
Espero que hoy no se os
haga cuesta arriba la vuelta a trabajar después de la Navidad (sí, ya sé que
hay gente que solo libró los festivos, pero yo sigo hablando en función del
curso escolar), y que contaros mis vacaciones no lo empeore.
¡Sed Felices!
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