Improvisadores, estoy aquí
dispuesta a acabar de contaros el viaje a Noruega. Tendría que haberlo hecho
esta semana, pero mira, tengo mil chorradas en mente.
10 diciembre del 2016
Acabé contándoos que estábamos
allí en la cabaña esta tan genial y yo entre acojonada y emocionada. Pues el sábado
a las 8 de la mañana ya estaba despierta. En mi defensa diré que todos dijeron
que teníamos que aprovechar las horas de luz. Pues bien, yo era la única despierta.
Desperté a Nuria que se dio media vuelta y siguió durmiendo. Me asomé por el
hueco de la escalera… desierto. Maldita sea. Así que me volví a meter en la
cama con el móvil en la mano esperando a que se hiciese de día y a ver si se
levantaba alguien. A las 9 ya no podía más y escuché ruido abajo. Freia, la
perra de Bente, se había despertado. Me vale. Bajé pitando y me puse un vaso de
leche con esas galletas de canela tan deliciosas que nos sacó Bente la noche
anterior. No suelo hacer grandes desayunos, así que ahí estaba yo. Esperando a
que amaneciesen todos. Pasó casi como otra hora antes de que alguien
apareciese. Salma siempre se despierta antes de las 7 de la mañana, pero se ve
que por llevar la contraria no lo hizo ese día. Imaginaos, que horas más
larguitas para mí. Empezó a aparecer la gente y entonces Bente se escandalizó
porque eso no era ni desayuno ni era nada. Y entonces llegó el banquete de los
banquetes. No sé qué no sacó pasa desayunar. Dulce, salado, zumos, leche, café,
chocolate, pan, lo que quisieras. Para estas alturas ya había amanecido y yo
estaba ya que me moría por salir. Pero maldita sea, los noruegos no hacen
sobremesa decían… ahí charlando después de desayunar y yo pensando: ¿PODEMOS
SALIR A LA NIEVE YA? Bente tenía razón, la nieve saca tu lado más niño, si eso
es posible.
Por fin decidieron que era
momento de cambiarse para salir. Era el momento de estrenar mi ropa de la
nieve, para que veáis lo mucho que voy. Creo que me vine arriba con el abrigo, quizá
una térmica, un polar y la chaqueta de la nieva fue demasiado. Pero qué más
daba. Y mis botas de pre esquí que les di más uso que nunca, no solo en la
nieve. Estamos todos listos y empieza Bente a sacar trineos, de todos los tipos
y colores. Y ay, me enamoré. Una tabla que en realidad es como una colchoneta
que la coges, corres, saltas y te deslizas. Ay amigos míos, esa fue toda para mí.
Así que caminando un poco como patitos torpes por encima del hielo nos fuimos
hasta la colina detrás de casa de Bente, para probar los trineos y ver cual nos
apañaba e ir practicando. Hay videos, pero son innecesarios. Nur estaba feliz,
con su gorro para la nieve que tiene como mil, pero en Valencia (por razones
obvias) no los gasta, yo me cansé a los 5 minutos del mío y lo metí en el
bolsillo. Mi señora madre dice que ni de bebé aguantaba los gorros, así que eso
quiere decir que soy una mujer con convicciones firmes.
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Bonito ¿eh? |
Después de estar un buen
rato en la colina deslizándonos (y vuelta a subir), Bente nos dijo si queríamos
ir montaña arriba para luego ir bajando. ¿He dicho ya que había nieve? Pues allí,
con los trineos nos fuimos montaña arriba. Bente dijo que fue un kilómetro,
pero hacia arriba y hundiéndote cada vez más en la nieve, a todos nos pareció
más. Pero ninguno queríamos decir que parasemos, y menos si no lo decía Marta
antes (¿He dicho que Marta está embarazada? Pues eso, ahí como una campeona). Cuando
ya llegó el momento en que al hundir el pie en la nieve por encima de la
rodilla y sacarlo, sacábamos barro, Bente dijo que debajo había un río, que si dábamos
la vuelta. SÍ, POR FAVOR. Y entonces lo mejor del día, deslizarte montaña abajo
por cada trozo y no salirte del camino y despeñarte. No, en serio, fue genial.
No sabéis lo bien que lo pasamos. Bueno, Salma se hartó un poco del trineo después
de caerse, así que Marta, Andrés y ella bajaron andando, pero Bente, Nur y yo
nos picamos con los trineos. Cuando ya estábamos a la altura de la colina del
principio, algo me dio en la rodilla, no sé si era piedra, hielo o qué, pero
dolió. Mucho. Os he dicho que yo iba en la colchoneta, así que vas prácticamente
tumbada en el suelo bocabajo, la manejas con las piernas (arriba o abajo para
la velocidad) y con el cuerpo para girar. Pues bien, ese golpe hizo que me
pegase semejante lechazo que el vecino de Bente que estaba entretenido con sus árboles
se me quedó mirando un rato. Hasta que pasados un par de minutos me di cuenta y
me levanté saludándolo con la mano en plan “Sigo viva, mi dignidad no, pero yo
sí”. Bajé donde Bente y Nur me esperaban y nos fuimos hacia casa, que los demás
ya llegaban también.
Esa tarde llegó la otra
profesora de Nur, Else, y ya os imagináis, otro tanto de ponerse al día y
hablar en noruego. Y entonces Bente dijo que iba a poner los focos para que pudiésemos
hacer un muñeco de nieve y una pirámide de bolas. Os voy a poner la foto que es
más bonito que explicarlo.
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bolas de nieve en pirámide y dentro, una vela. |
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Aquí nuestro tétrico muñeco de nieve antes de que le diese un mal y se le cayese media cara. Nunca volvió a ser el mismo. |
Solo diré que los muñecos de nieve dan más trabajo
del que parece. Y que fue entonces y solo entonces cuando me resbalé con el
hielo por primera vez cayendo sobre la pierna derecha para no partirme la
crisma y la espalda contra una valla de madera. Y fue ahí, y solo ahí, cuando
me hice el esguince en la mano derecha. Nur dijo que si me caía se iba a reír.
No lo hizo, imaginaos la leche que me di. Pero bueno, esa mañana nos habíamos caído
con el trineo y ella llevaba un moratón en la pierna que sobresalía tanto que parecía
que quería escaparse.
Esa noche cenamos burritos
y nos dimos cuenta de que algunos noruegos también se lían entre nosotros y los
mexicanos, pero no pasa nada, nos reímos un rato. Y no, no comemos especialmente
picante. Aunque hay a quien le gusta… locos hay en todas partes. No sabéis lo
bien que dormimos esa noche. Estábamos muertos de cansancio. Y yo tenía unas
agujetas en los brazos de la colchoneta que estuve tentada de dormir con la térmica
y el polar solo por no tener que quitármelos.
¡No os vayáis muy lejos
que aún quedan muchos días!
¡Sed Felices!
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