Improvisadores, ¿Qué os
pareció el primer día por tierras inglesas? Muy completito, ¿verdad? Pues
agarraos que aún queda más.
Viernes 11 de noviembre de
2016
No os creáis que fue fácil
levantarse de la cama, los nórdicos son peligrosos… puedes generar síndrome de Estocolmo.
Pero lo conseguí, nos levantamos de la cama y nos vestimos para el maravilloso día
de sol. Sí, como lo leéis, SOL. Nos fuimos a una cafetería / bar que conoce
Elena a meternos entre pecho y espalda un señor desayuno inglés. Como experiencia
no está mal… pero quizá tal golpe al estómago de buena mañana no es
recomendable a no ser que estés muy muy acostumbrado. Menos mal que hasta las
cuatro no comimos.
Cogimos el tren, esta vez
sin perdernos, y os fuimos a Kings Cross porque quería ir a ver el andén 9 ¾ de
Harry Potter. Así, tal cual. Pero no me hice la foto porque había muchísima cola,
habrá que volver. Pero ay, una cosa que puedo tachar de la lista. De allí nos
fuimos andandito hasta Candem, un barrio que está a reventar de tiendas, algunas
un poco raras. Pero también tienen sitios donde comer (obviamente ni se nos
ocurrió, aun no habíamos digerido el desayuno) y allí en un puestecito compré
pendientes porque se podían comprar sueltos y no el par entero, y aquí la que
escribe tiene 5 pendientes, así que le gusta la variedad. Volviendo a Candem
era inevitable que saliese el tema de Amy Winehouse y la de camisetas con su
cara, acordaos de esto.
De Candem nos fuimos
andandido otra vez hasta el British Museum. Estaba Londres llenito hasta la
bandera de escoceses. No es que les preguntase, es que iban con el Kilt puesto.
Pero lleno. Creo que coincidía un partido Inglaterra – Escocia con la
conmemoración que hacen allí a los veteranos, y así aprendes que el Kilt
combina tanto con el uniforme militar como con la camiseta de futbol. Una
prenda muy práctica oye. Me desvío… ¿por dónde iba? ¡Ah sí!, el British Museum.
Obviamente cuando llegamos al museo ya ni nos sentíamos los pies (buscad en
google maps las distancias anda), así que antes de entrar nos metimos en el Starbucks
enfrente del museo, aunque fuese para que los pies no tocasen el suelo y poder
sentarnos cinco minutitos. Y luego entramos al British Museum.
¿Por dónde empiezo con él?
Lo vimos rápido, tanto que no creo que viésemos ni la mitad de las cosas que podíamos
ver. Pero es genial. Impresionante. Y GRATIS. A ver si aprendemos en este país,
la gente sí va a los museos igual que va al cine en la fiesta del cine. Nos
gusta la cultura, no nos gusta sacarnos un riñón en la taquilla para ver esa
cultura. Me he vuelto a desviar del tema, lo siento. Si vais a Londres tenéis
que ir al British Museum. El Museo de Historia Natural es impresionante, no lo
voy a negar, pero personalmente a mí por mis gustos o por deformación profesional
me encantó el British Museum. Otro sitio al que volver con tranquilidad la próxima
vez que vaya por Londres.
Salimos del British Museum
y nos fuimos andandito (nos gusta andar, ¿vale?) hasta la catedral de Saint
Paul. No entramos porque aquí sí hay que pagar, aunque es una lástima porque
hasta donde pudimos entrar parecía preciosa (dios, tengo que volver a todos los
sitios a los que ya he ido), pero simplemente por fuera vale la pena verla. También
es verdad que no entramos porque si entrabamos era para estar un buen rato, y
se acercaba la hora de ir a recoger a Anna que estaba trabajando. Ver Londres
en dos ratitos no es posible si te paras a verlo todo, fue un resumen de
Londres porque yo no había ido nunca y el resto sí.
De allí nos fuimos a por
Anna y a comer, que ya eran las cuatro y después de tanto pasear no os digo yo
donde estaba ya el desayuno inglés. Lo único malo es que entramos a las 15.30
al restaurante siendo de día y salimos después de comer y parecía que eran las
once de la noche. ¿Dónde se ha ido el sol? Así que de allí fuimos al metro,
pero no sabéis el horror que es el metro de Londres. Muy bien que pasa cada 2
minutos y todo muy eficaz. Pero no sabéis la de gente que va dentro, ¿o debería
decir sardinas? Dejamos pasar lo menos tres metros porque físicamente no cabíamos.
Tendríamos que haber fusionado nuestros cuerpos con los cuerpos que ya estaban
apretados ahí dentro para poder entrar. Una locura. A mí que en Valencia por no
ir agobiada en el metro voy andandito o en autobús, que no me gusta estar
espachurrada entre la gente si no hay una mascletà o un castillo de fuegos
artificiales de por medio. Vuelvo a encauzar esto: subimos al metro y nos
fuimos al centro comercial más grande de Europa. Acabo de decir mi pasión por
las multitudes, ¿no? Pues toma dos tazas. Y, por cierto, ya es Navidad en
Londres. Llevan otro calendario diferente al nuestro y eso. Ese sitio es
enorme. Yo creo que como si juntases todos los centros comerciales de Valencia,
y puede que aun te falte algo. Inmenso. Monumental. Colosal. Vamos, que es muy
grande. Dimos una vuelta por allí, escudriñamos (según mi padre y la RAE es
así) las tiendas que nos vinieron en gana y cuando nos cansamos (y Elena y Anna
disfrutaron de las muestras de prezel gratis) nos fuimos al metro para volver a
casa.
Como fuimos bastante
justas de tiempo cuando bajamos del tren como para pasar por el súper, entramos
corriendo (casi literalmente) a por dos pizzas al tesco exprés y corriendo a la
parada del autobús antes de que pasase. Por fin en casa. Qué gustito da
quitarse los zapatos después de aplanar las calles de medio Londres, ¿eh? Y encima
hay pizza y vino, si es que no me puedo quejar de mi anfitriona. Y antes de
dormir, Elena me puso el documental de Amy Winehouse. Y digo me puso porque
ella se durmió al principio y se despertó para el trágico desenlace).
Dos días en Londres y
seguimos contando.
¡Sed Felices!
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