He vuelto. Dos años casi han pasado. No me veo capaz de
poneros al día al detalle. Pero rápidamente puedo deciros que trabajé en un
comedor escolar mientras me llamaban de la bolsa de profesores y por fin en
septiembre de 2018 me llamaron para dar clase de atención domiciliaria. Para el
que no lo sepa, es para ir a la casa de un alumno que por tal o cual motivo no
puede acudir a clase. Fue un curso interesante, me sentía profesora y no,
porque no estaba en una clase. Es difícil de explicar.
Me volví a presentar a las oposiciones. Tres días antes dije
que saldría el tema 49 en el bombo (sacamos 5 bolas), salí voluntaria para el
bingo… y ¡49! Pero aun así no aprobé. Y en noviembre me volvieron a llamar de
la bolsa y me fui a un instituto donde me sentí muy acogida. No podría haber
pedido un instituto mejor para empezar. Acabé justo para Navidad mi contrato
allí. Y hoy aun me estaba acordando de alguno de mis alumnos de lo bien que me
lo pasaba en esas clases. A mi esto de ir de aquí para allá se me hace pesado,
el saber que es un adiós definitivo y no un hasta el curso que viene. Y desde
enero estoy en otro instituto también muy contenta con los alumnos.
Pero llegó marzo y el coronavirus. No hace falta que os
explique qué es. Y si vivís en el año 3000 porque el planeta aun existe, seguro
que hay hemeroteca de sobra. Así que estoy en casa teletrabajando. Pero resulta
que esto puede hacer peligrar el cariño que le tengo a mis alumnos cuando los
problemas técnicos son absurdos, pero parece que les son imposibles de
solucionar. Además, tengo que añadir que todos mis cursos trabajan con Tablet
propia. Es decir, todos los alumnos tienen desde principio de curso su Tablet y
trabajan con ella en todas las asignaturas. Lo cual hace que me mosquee aun más.
Pero no pasa nada. No estamos aquí para quejarnos (¿desde
cuándo?), estamos aquí para retomar el blog. Que se que los blogs están
muertos, pero desde 2017 hasta hoy me he dado cuenta de que esto no lo hago por
vosotros (me vais a perdonar), sino por mí. Y por mis amigas, que las saturo un
poco de más. Vale… también un poquito por vosotros. Los 4 lectores que no
conozco, porque el resto son todo gente conocida lo más seguro.
Hoy cumplimos 40 días de confinamiento en casa (en realidad ayer, pero he tenido que resubir la entrada). Espero que
lo estéis llevando bien. O no muy mal. Es normal tener días y días. Yo tengo
que confesar que la primera semana fue fatal. Luego un poco mejor. Pero ha sido
en vacaciones de Semana Santa/Pascua cuando ya todo mal. Oye, que no había
manera de tener un día decente eh. Pero seguro que esto mejora, y todo valdrá
la pena. Desde luego, el 2020 no lo olvidaremos nunca. Sinceramente, espero que
esto sirva para aprender mucho de nosotros mismos. También de la gente que nos
rodea. Yo tengo la suerte de tener grupos de amigos que la verdad que están ahí
siempre. También es verdad que no tienen mucho más que hacer. Pero, aunque
tengas un mal día y no te apetezca hacer videollamada, al final te animan. Y
los aplausos a las 20h son casi la mejor parte del día porque después del
merecido aplauso a los sanitarios (y no lo digo solo porque tengo 3 en casa),
un vecino ha montado casi un programa de radio con canciones dedicadas y
concursos. Son 20 minutos que me dan la vida.
Espero que estéis bien, vuestra gente este bien. Pronto
disfrutaremos de las pequeñas cosas que antes no valorábamos y ahora echamos
tanto de menos. Os dejo por aquí la canción de Rozalen "Aves
enjauladas" que me parece preciosa y no puedo dejar de escucharla estos
días.
¡Sed felices!
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