Improvisadores, este mes es el mes de las
desapariciones. Tranquilos, no es por nada grave, es la universidad. Los que
sois estudiantes lo entenderéis: exámenes, trabajos y demás cosas que amargan
el principio del año. Pero no estamos aquí para hablar de eso, buscaos otro
sitio para eso.
El sábado pasado Gem y yo decidimos ignorar
el trabajo de la universidad y nos fuimos a pasar el día a Cocentaina. Habíamos
quedado a las 10:30, y por un día podía no levantarme a las 8 de la mañana.
Inocente de mí, a las 8 empezaron a hablar por el whats App para quedar a
estudiar. Nota mental: silenciar los grupos de whats. Después escuché a Nur por
casa que se preparaba para irse a clase de noruego. Pues nada, cuando quise
darme cuenta eran las 9 y sonó el despertador. Maldita la gracia.
Me levanto, desayuno y me di cuenta de que
era demasiado pronto, así que me puse a ver una serie. Cuando ya estaba lista,
Gem no lo estaba aún. Pero por fin a las 11 de la mañana salíamos de Valencia
después de recoger a Gem y poner gasolina. ¿He dicho “salíamos de Valencia”?
Eso sería ser demasiado optimista. Gem tenía que guiarme para salir de Valencia
desde su casa y cuando quise darme cuenta me había pasado la salida hacia
Alicante. Podrían ponerla más escondida, pero es difícil. (Recordamos lo de que
me habían robado una hora de sueño, ¿verdad?) Así que decidí meterme por la
primera vía de servicio que vi. Y seguimos nuestro instinto, y la carretera se
hacía más estrecha, y no parecía haber retorno a la A7… Y llegamos a Xirivella.
Seguimos nuestro instinto otra vez (todo recto) y finalmente llegamos a donde
queríamos: Alicante/Albacete. Y todo recto. Al pasar un rato empezamos a ver
carteles de Muro y Alcoy pero ninguno de Cocentaina. Así que decidimos ir en
dirección a Muro porque sabíamos que estaba cerca. Y seguía sin haber señales
de Cocentaina. Y nos cruzamos Muro y decidimos preguntarle a un señor que lo
primero que nos dijo fue: pues os la habéis pasado. Pues muchas gracias oiga…
Finalmente y tras dar un rodeo (y ver una
ardilla ¡una ardilla!) llegamos a Cocentaina sobre las 11. Y entonces llegaba
el siguiente punto: llegar a casa de Thais. Pero antes, algo se puso en nuestro
camino. Un ataque de risa descomunal, de los de llorar y todo. El motivo fue un
bar llamado “Felnando”. Lo sé, no es gracioso, tampoco lo era en su momento,
pero me hizo demasiada gracia. Pero tranquilos, evidentemente conseguimos
llegar a casa de Thais y aparcar. Subimos a casa de Thais y lo primero que
hicimos fue volver a subirnos al coche. ¿Para eso aparco? En fin, nos fuimos a
Muro rezando para que no lloviese. Aparcamos y seguimos a Thais por las calles
como si supiésemos donde estábamos. Era la feria y había un mercadito medieval,
pero lo que más me gustó fue una tienda a la que entramos. Eso sí es como
volver atrás en el tiempo. Como si te aparecieses en el plató de Amar en
tiempos revueltos. Estaba como un niño en una tienda de caramelos. Aunque Gem y
Thais hubiesen retrocedido unos cuantos siglos más, pero para mí estaba
perfecto.
Cuando quisimos darnos cuenta eran casi las
2, así que nos fuimos rumbo a casa de Thais a comer. Allí su madre nos preparó
un “banquete con comida de la terreta” (palabras textuales de Thais) que a Gem
y a mí nos supo a gloria. Tostons, coca y pericana además de paté jamón, queso
y demás. Todo acompañado de cerveza y bastantes risas. Después de comer llegó
Alejo (que había venido también antes de comer) porque no tenía partido. La
lluvia es lo que tiene. Y cuando quisimos darnos cuenta estábamos todos en los
sofás viendo El Señor de los Anillos. Yo no veo las películas de forma normal,
soy la típica persona que las comenta (algunos me odiáis y lo sé) pero
imaginaos cuando nos juntamos 4 como yo. Pues así estábamos viendo la película.
Al final acabamos preguntándonos si compartirían champú y porque no llevó
Gandalf el anillo volando en un momento.
El caso es que al acabar la película y
después de que Alejo se cambiase (por lo de no ir en chándal) nos fuimos los 4
a ver Alcoy. La pequeña Manchester…y empezó a llover. Pues será por lo de
Manchester. Así que acabamos en un bar
tomándonos algo, pero no creáis que fue fácil entrar: tenía una puerta
estrecha y muchos moteros borrachos delante. La Odisea de Homero y la entrada a
ese bar estarían a la par en dificultad.
Cuando salimos del bar ya no llovía y nos
fuimos a cenar. Para compensar la semana de gimnasio que habíamos tenido Gem,
Thais y yo, cenamos pizzas y de postre… un surtido de postres. No sabíamos cual
elegir. Eran ya casi las 12 y media cuando Gem y yo nos pusimos en marcha
camino de Valencia. Yo con mi Coca-Cola y mi café en vena y Gem eligiendo
canciones con las que pudiésemos motivarnos y llegar a casa sanas y salvas.
A diferencia de la salida, llegamos a casa a
la primera. Eso sí, cogí todos los semáforos en rojo que hay entre casa de Gem
y la mía. Todos, absolutamente todos. No busquéis fotos en Facebook, ni nada en
twitter o instagram. No lo hay. ¿Por qué? Pues porque estaba tan entretenida y
me lo estaba pasando tan bien que dejé el teléfono en el bolso y solo lo saqué
para decirle a mi madre que volvíamos a casa. Esos son los días buenos, los
días en los que ni te acuerdas del teléfono porque no te hace falta para nada.
Espero que haya muchos más días “sin necesidad de móvil” y que vosotros tengáis
muchos también.
¡Sed Felices!
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