Improvisadores, he vuelto. He tardado pero no es culpa mía. Siempre es culpa de otros, en este caso: la pereza. Pero no pasa nada, hoy vamos a empezar agosto, así se nos olvida que el lunes empezamos las clases. Bueno, o mañana. Uy, lo siento, ¿no tenía que recordarlo?
1 Agosto:
Para empezar el mes (bueno, en realidad
porque era el día del espectador) quedamos para ir al cine. Como estamos
repartidos, fuimos acudiendo al punto de encuentro. Como dijo Nur, éramos un
grupo peculiar: 2 de las Señoras con sus respectivos chicos + el hermano de una
+ Nur y yo.
Habíamos pensado cenar en los montaditos,
pero había gente de sobra. Por eso decidimos ir a otro, para no saturar solo un
sitio.
Entramos en la película. Os recomiendo “Que
esperar cuando estas esperando”, “Quien engañó a Roger Rabbit”, “Barrio Sésamo”
o lo que se os ocurra, pero no paguéis para ir a ver “El Dictador”. No lo hagáis. Y si lo hacéis, que conste que os he avisado. Quien avisa no es traidor.
Al salir del cine nos fuimos a los
recreativos. Aquí podríais habernos visto luciéndonos en el futbolín, el
airhockey, las canastas y la maquina de bailar. Os diría que Elena y yo
dominamos la maquina de baile, pero fue al contrario. Y no estamos aquí para mentirnos, ¿verdad?
Cuando salimos de allí cada mochuelo se fue a
su olivo. Para llegar a mi olivo decidí ir por donde voy siempre y no por la
autovia, pero resulta que una carretera secundaria de doble dirección sin
carriles pintados, entre los campos…pues no es lo mismo de día que de noche. Lo
bueno fue que había mucha luna, que después de ver “La Mujer de Negro” y “Silent
Hill” me da la paranoia. Llamadme loca.
3 Agosto:
Después de una mañana de recados llegué a
Valencia harta de tanto coche. Así que me tomé un merecido descanso después de
comer…hasta las 4. A
las 4 quedamos todos para volver a Liria. Y con todos me refiero a Elena,
Laura, Paula, Héctor, una amiga francesa de Paula (no, no se escribir su nombre, ¿que pasa?), Nur y yo.
Llegamos allí a la hora perfecta para
meternos en la piscina. Para amenizar la tarde saqué la colchoneta que
compramos las 5 en el viaje a Lloret de Mar del verano pasado. Gracias a la colchoneta pudimos disfrutar de
la gran capacidad pulmonar de Paula para hincharla ella sola a pulmón.
Después de casi dos horas en el agua (aproximadamente) decidimos salir a merendar.
También por cortesía y talento de Paula merendamos una tarta de dos chocolates.
Y después nos lanzamos con un trivial. Pero el trivial junior, que tampoco queremos ir humillando a nadie. Si jugamos al otro a mi que me den el dado y ya.
En estas estábamos cuando llegaron mis padres
y decidimos que era buen momento para empezar a hacer la cena. Y resulta que
faltaban cosas que pensaba que teníamos. Decidimos bajar a la gasolinera en un momento para comprarlo todo. Allá que
fuimos Héctor y yo con el coche de mi padre.
Llegamos a la gasolinera y no tenían nada,
porque esa gasolinera ya no es lo que era. El chico nos estaba mandando a una
tienda del pueblo de al lado que igual estaba cerrada cuando una mujer que
estaba peleando con la maquina de tabaco nos dice que la sigamos, que ella
conoce una tienda que esta abierta seguro. Ahí me entro la duda. Estaba entre
que formaba parte del principio de una película de miedo o que era una cámara
oculta. Total, que miro a Héctor en plan “tú decides”. Allá que nos vamos
detrás de la señora que se subió en un todo terreno negro con calaveras
pegadas. Pero no penséis que somos unos locos. Como le dije a Héctor: las
madres dicen que no hagamos autostop, pero vamos con nuestro propio coche. La
señora sale de la autopista y se mete por un camino sin una maldita luz hasta
que llegamos a una urbanización donde nos para en un asador. La señora del
asador nos sacó hasta la última moneda de céntimo a los dos (literalmente). Y
para salir de allí…menudo panorama. Un coche que no controlo del todo, un sitio
que no conocemos y ni una luz.
Tranquilos, al final llegamos sanos y salvos
a casa y pudimos hacer la cena. Después de cenar acudió Josevi, esencial para
poder hacer los equipos para jugar al Tabú. Jugar al Tabú es divertido, pero además
lo acompañamos con unas copillas de agua de Valencia. Lo bueno de este juego es
que queda claro que cada uno tiene habilidad para una cosa. Lo mío es
manipular…a Coco, a la marioneta. Tranquilos.
Pues esto es todo por hoy. Por hoy y hasta nueva orden. Yo sólo os aviso porque la pereza aumenta cuando se acerca el inicio de curso. Pero no me odiéis.
¡Sed Felices!
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