Improvisadores, ¿Cómo estamos?
Hoy llegamos al último día de puente castellano. Tengo un problema, no se que
os contaré la semana que viene… pero ese es un problema para el futuro. De momento,
volvemos al 12 de octubre. Último día de puente y momento de volver a casa. Eso
sí, con paradas de por medio.
Primero hay que prepararse, así que
fuimos a desayunar churros con chocolate a “Gustos de Antes”. Que
mira, eso es el paraíso del goloso. No he visto panadería pastelería con más
cosas. Gustos de antes y de ahora, porque madre mía… con deciros que todos los días
que pasamos por delante tenían cola ya os hacéis una idea.
De aquí nos íbamos hacia Valencia,
pero de sorpresa paramos en Alcolea del Pinar. ¿Qué hay aquí? Pues el día de antes
había leído que estaba la Casa de Piedra. No pudimos visitarla porque con el
tema del covid no se puede, más que nada porque son los familiares del creador
y propietario Lino Bueno los que la enseñan. Es una casa tallada completamente
en la roca que empezó a hacerla en 1907 y acabó en 1927. Tiene dos plantas
(creo) que construyó por las noches ya que durante el día trabajaba en el
campo. Todo está tallado en la roca, incluso el mobiliario como alacenas, mesas,
etc. La peña era del ayuntamiento que la cedió a Lino para que construyese una
casa para su familia, en mi opinión creyendo un poco que no iba a ser capaz,
pero estuvo habitada hasta 1990 (si no me equivoco). Todo esto es lo que leí de
la casa, porque como os digo no pudimos hacer la visita. Por lo visto es una localización
bastante conocida pues tanto Alfonso XIII con Primo de Rivera como Juan Carlos
y Sofía la han visitado en algún momento. Durante la guerra civil fue refugio y
polvorín, pero Lino no lo vio pues murió en 1935 a los ochenta y muchos años
dejando (aun) una habitación sin terminar en un tercer piso que no llegó a
hacerse.
Os dejo aquí dos enlaces con un poco más de información de Lino y su Casa Cueva, por si os interesa.
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Imposible sacar la casa entera en una foto... |
De aquí nos fuimos rumbo a Molina de Aragón, pero antes queríamos parar en un yacimiento que hay en Herrería, El Ceremeño. Era un castro celtibero y hoy yacimiento arqueológico. Lamentablemente solo pudimos verlos desde la valla pues, otra vez, por el covid y sin reserva previa no se pude visitar. Es un castro curioso pues está bastante comunicado con otros castros, no está aislado. Y esta muy cerca de la actual N211, antigua calzada romana. Esta declarado como BIC (Bien de Interés Cultural) y pensamos que por intentar visitarlo no perdíamos nada. Esta estratégicamente colocado sobre un cerro en la zona del rio Saúco, bien posicionado tanto para defensa como para agricultura. Tiene una muralla de 2-2.5 metros de ancho y 2m de altura que rodea el perímetro de nada mas y nada menos que 2.000 m2; pero actualmente se conservan 85 metros de muralla.
Visto lo poco que podíamos ver de
El Ceremeño, nos fuimos hacia Molina de Aragón. Aquí nos avisaron de que el Castillo
(una vez más) no se podía visitar. Así que decidimos dar una vuelta e ir subiendo
hacia allí. Si llegábamos bien y si no también. Molina de Aragón pasó, en época
medieval, de mano en mano. Igual por eso encontramos la zona de la judería y la
morería aun con sus calles estrechas como barrios propios. Aunque fue
conquistada por Alfonso I de Aragón, la cedió a Castilla; pero luego la
conquistaron los almorávides volviendo así a manos musulmanas. En el siglo XII
fue conquistada, de nuevo, por un noble castellano que lo convirtió en señorío independiente.
En la guerra entre Castilla y Aragón, Molina se amotinó contra Enrique II de
Castilla y se puso bajo soberanía de Aragón y, de aquí, el nombre de Molina de Aragón
(antes, Molina de los Caballeros). En 1375 volvió definitivamente a Castilla
como parte de la dote de la infanta Leonor de Aragón. Es curioso que en la
plazuela de Tres Palacios hay un poema (de 1983) que conmemora las hazañas de los
vecinos de Molina que resistieron contra las tropas napoleónicas en 1808. Os lo
dejo aquí.
Como os digo, no visitamos nada
en Molina, excepto Molina en si misma. La verdad es que es una ciudad (pues según
internet tiene el título de ciudad) preciosa. Os iré enseñando fotos en Instagram.
De hecho, la foto de la puerta
que hay en mi Instagram
es de Molina de Aragón y cómo gustó. Cuando ya nos íbamos a Molina, llegamos de
casualidad al rio que estaba precioso en octubre con los colores otoñales que,
en Valencia, aun tardaron un poco en llegar. Y en algunas zonas no ha llegado aún.
Me llena de orgullo y satisfacción informaros que, al final, de calle en calle
sí llegamos al castillo. También os digo que es casi imposible sacarlo en una
foto sin que salga una carretera o un cable de teléfono. Pero yo hice lo mejor
que pude.
Ya ahora si que si nos fuimos
hacia Valencia y ya sobre las 15h paramos a comer. Y ya, por seguir con la ruta
gastronómica, nos desviamos hasta Formiche Alto pues, al parecer, es de allí la
empresa que fabrica la morcilla de arroz que compramos aquí. Y dijimos, ya que
estamos… Es un pueblo de 151 habitantes, pero tranquilos porque bares tiene.
Nosotros comimos en el Bar 4 esquinas. No os puedo dejar enlace ni nada porque
no hay nada en internet. Pero os lo apuntáis en una nota. Menú casero 100%, buenísimo,
super bien de precio. El típico de menú de primeros y segundos con platos
combinados de lo que tu quieras. Postres caseros impresionante. Yo me pedí un
consomé (obviamente) y el plato combinado de morcilla (no vamos a ir hasta allí
para nada). Un bar típico, muy amplio, limpio y de atención extremadamente
agradable. No os imagináis como estaban esas natillas.
El viaje acabaría con nosotros
llegando a casa sin encontrar atasco al entrar a Valencia, que ya de por si es
un éxito, y preparándonos para la vuelta a la realidad de golpe para el día siguiente.
Pero eso… eso ya no es tan interesante.
Se que esta entrada ha sido un
poco más cultural y menos de anécdotas, pero es lo que hay cuando tampoco puedes
visitar muchas cosas. Y yo soy un poquito friki de la historia, ya lo sabéis.
Espero que, a pesar de todo, os haya gustado. Yo iré pensando qué contaros el
domingo que viene.
¡Sed Felices!