Improvisadores, tengo los mejores amigos del mundo. ¿Por qué? Porque los
mejores amigos del mundo no son los que hablan contigo todos los días, ni a los
que ves todos los días ni todas las semanas y puede que tampoco todos los
meses. Aunque sea este uno de los requisitos de la amistad desde que empezamos
a hacer amigos hasta que te das cuenta de que las agendas son complicadas.
Los mejores amigos son los que ves una vez cada 3 meses y aun así parece
que no ha pasado el tiempo. Aquellos que les dices “estoy de bajón, necesito sesión
de terapia” y saben que no te refieres a un psicólogo sino a vosotros dos en un
banco a las 4 de la mañana después de unas cuantas cervezas. Son los que te lo
cuentan todo aunque no haga falta contar nada, y viceversa (como el programa). Son
los que viven 6 meses al otro lado del charco pero puedes notar que no están
bien por la forma en la te escriben.
Los mejores amigos son también los que no te ven en dos semanas y tienen
mil cosas que contar, pero también son los que te ven cada semana y nunca agotáis
las conversaciones. Los mejores amigos son los que, a pesar de hacer su vida y tú
la tuya, se acuerdan de ti tanto como tú de ellos y sacarán un tiempo que ni
tienen para verte aunque sea una vez al año, 3 al mes o 6 a la semana. Los que
te contestan al teléfono para acompañarte aunque sea tarde para que no vayas “sola”
por la calle o los que te dejan en la puerta de tu casa y no arrancan hasta que
entras.
Los mejores amigos son por los que tú harías eso y más. Y no importa donde
vivan ahora o cuantas veces los ves al mes o cuantas veces hablas con ellos. Gracias
vida por darme los amigos que tengo, gracias por las noches eternas de charla,
las risas ilimitadas, los enfados temporales (para que engañarnos), las resacas
en compañía y por darme la capacidad de valorarlo.
Amigos, ya sabéis quienes sois.
¡Sed Felices!